Otra vez el Niño, como
fenómeno meteorológico.
Las lluvias fueron
una constante en los últimos tres años por cuenta del prolongado fenómeno de La Niña –el primero de esta extensión
que ocurre en el siglo XXI.
Sin embargo, con el final de esta fase y el aumento
de la temperatura en las aguas en el océano Pacífico, la llegada de El Niño y las condiciones de sequía para
el norte de Suramérica, que implica este momento de este patrón climático, son
inminentes para el segundo semestre de este 2023.
Aunque expertos consultados por EL TIEMPO aclaran
que aún no es posible tener un pronóstico certero sobre qué, va a pasar los
próximos meses y que los efectos de este fenómeno no siempre se presentan
de la misma manera, estas son algunas de las
posibles consecuencias que un Niño moderado o fuerte puede ocasionar en el
país.
De
acuerdo con Germán Poveda, profesor de la Universidad Nacional experto en
ingeniería de recursos hídricos y climatología, la llegada de El Niño puede traer al territorio nacional menos lluvias, sequías,
olas de calor, incendios forestales, con fuertes implicaciones sobre el
suministro de agua para consumo humano, animal y agrícola.
Pero también para otros usos, como la
producción de alimentos (agravando la inflación), la agricultura, la ganadería,
la producción de energía hidroeléctrica, la navegación fluvial, entre otros.
Adicionalmente,
los incendios forestales también afectan la calidad del aire,
con implicaciones en la incidencia de enfermedades pulmonares y
cardiorrespiratorias, asma y alergias, entre otras.
Por el impacto que pueden tener todos
estos efectos, expertos advierten que se deben tomar medidas tempranas. “Para
mitigar un poco esas condiciones, lo primero que tenemos que hacer es ahorrar
agua en los embalses, sobre todo aquellos que son para la producción de energía
eléctrica”, propone el meteorólogo Emel Vega.
En el sector agrícola también se debe mirar cuáles
son las zonas más susceptibles a presentar déficit hídrico e ir analizando qué,
cultivos alternativos (con poca demanda de agua) se podrían proyectar, o en cuales,
otras definitivamente se debe paralizar la actividad productiva”, plantea el
profesor de la Universidad Nacional.
Cabe
recordar que la última vez que el mundo experimentó este fenómeno fue entre
2014 y 2016.
En
ese momento Colombia tuvo que invertir 1,6 billones de pesos para prevenir y
atender las emergencias que dejaron, la falta de lluvias y la sequía de ese
evento climático.
Entre
tanto, Carme Huguet, profesora del Departamento de Geociencias de la
Universidad de los Andes, coincide con sus colegas y agrega:
Los
efectos de El Niño se suelen prolongar dos años y son más fuerte durante la
fase inicial de diciembre-febrero, y más débiles durante marzo-mayo.
Por ejemplo, El Niño del 2014-2016 tuvo un impacto significativo en la producción agrícola, empleo rural, los ingresos de los hogares y el acceso a los alimentos, lo que afecta principalmente a poblaciones vulnerables.
Y
agrega: Además de estos impactos primarios tenemos consecuencias secundarias
como por ejemplo un aumento de las enfermedades tropicales como el dengue o la
leishmaniasis. Asimismo, también se observa un incremento de los incendios
asociado a la sequía.
Asimismo,
explica que las temperaturas asociadas a El Niño no serán mayores a las que se
están presentando por estos días en el país.
Los
cambios de temperatura asociados a episodios de El Niño en Colombia suelen
estar entre 1 o 2 grados por encima de la media, por ello no serían tan altas
como las presentadas asociadas a la ola de calor producto de la MJO.
El problema aquí surge de la diferencia temporal mientras que la MJO
oscila en periodos de semanas a 2 meses como máximo, El Niño se prolonga por 2
años con un impacto mucho mayor en los recursos hídricos y grandes afectaciones
en la población", puntualiza Huguet.
La oscilación Madden Julián (MJO, por sus siglas en inglés) es una onda o
zona de bajas presiones que recorren todo el mundo en un periodo de 30 a 60 días.
Esta onda tiene efectos tanto en el océano como en la
atmósfera.
De
acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible,
llegado el caso de una activación del Fenómeno de El Niño en el país, según
antecedentes frente al escenario de riesgo, en Colombia se pueden activar
fenómenos hidrometeorológicos como sequía, desabastecimiento hídrico, incendios
forestales, entre otros fenómenos amenazantes, que pueden poner en riesgo a los ecosistemas y la dinámica socioeconómica en
especial en las regiones de Caribe.
En ciudades como
Cartagena, la sensación térmica alcanza hasta 40 grados.
Ni siquiera sus
habitantes soportan las altas temperaturas que por estos días se están
registrando en La Heroica. Desde ya hay preocupación por fenómeno de El Niño.
En días recientes
se ha visto la preocupación de expertos a nivel internacional por la probable
llegada del fenómeno de El Niño, esto después de largas temporadas de lluvia
asociadas a La Niña. Christian Uzcátegui, meteorólogo experto en sistemas de
alertas tempranas, explicó en Noticias Caracol qué implicaciones tiene dicha
probabilidad.
Se está estimando
una probabilidad del 86%, incluso terminando el año. Es importante
señalar que para junio esa probabilidad ya es del 62%, siendo mucho más alta
que la condición neutral, es decir, vamos creciendo y es muy probable que
junio sea la transición y que en julio ya tengamos ese fenómeno
desarrollándose progresivamente.
El fenómeno de El
Niño tiene una característica principal y es la temperatura superficial del mar
en términos de anomalías, lo que vemos es un calentamiento notorio
sobre la parte oriental del Pacífico tropical. Si vemos todo el
contexto de lo que es la cuenca del Pacífico tropical, una tendencia a colores
amarillos, quiere decir que el Pacífico se está calentando y en esa medida
hemos pasado de una condición fría, asociada a La Niña durante 18 meses, a una
condición cálida, muy rápidamente, y por eso los diferentes modelos y
los expertos están señalando esa condición y esa proyección hacia lo que es un
fenómeno de El Niño para el segundo semestre del año.
Normalmente,
un fenómeno de El Niño tiende a disminuir las precipitaciones y en ese orden de
ideas tendríamos para julio, agosto, que coincide con la temporada de menos
lluvias en los departamentos andinos, una tendencia a menos lluvias y con ello
que se incremente la probabilidad de esas condiciones secas y que se incremente
la propensión a incendios forestales, a desabastecimiento hídrico y a la
sequía.
Indudablemente,
el sector agrícola tendría que prepararse allí muy bien, especialmente en fijar
unas pautas para que nuestros agricultores tengan más herramientas.
Adicionalmente, el sector hidro energético
porque muy seguramente los niveles van a bajar considerablemente.
El sector
de agua y saneamiento, muy seguramente va a escasear el agua en esos acueductos
donde la infraestructura municipal suele carecer de una cantidad de aspectos
para poder llegar a las personas y a las comunidades.
Según los
pronósticos de los meteorólogos, se verán afectados unos 114 municipios de los
1.122 que tiene el país.
Los
municipios afectados están distribuidos en los siguientes departamentos:
Antioquia
con 7 municipios; Bolívar (37 municipios), Boyacá (13), Cesar (3), Córdoba
(11), Cundinamarca (10), La Guajira (8), Santander (12), Sucre (6) y Valle del
Cauca con 7 municipios.
En
cuanto a los 46 municipios que han declarado calamidad pública por
desabastecimiento de agua, 37 son municipios del departamento de Bolívar y los
9 municipios restantes son:
Murindó
(Antioquia), Aguada y Aratoca (Santander), Sincelejo, Chalán, San Pedro,
Sampués, Toluviejo y Sucre (Sucre).
Este
podría ser el mapa de riesgos que pudiera causar el fenómeno del niño en
Colombia.
Finalmente,
el ministerio y la Superintendencia de Servicios Públicos están contemplando la
posibilidad de emitir una circular en la que se proponen acciones preventivas
para afrontar la temporada seca del segundo semestre de 2023 y la posible
ocurrencia del fenómeno de El Niño.
“Exhortamos
a los responsables en la prestación del servicio de acueducto a que actualicen
e implementen sus planes de contingencia de inmediato, a fin de garantizar la
continuidad y calidad en la provisión del servicio de agua.
Sopetrán,
mayo 27 del 2023.
Darío
Sevillano Álvarez.