Nótese bien: En este archivo, no hay ilustraciones fotográficas, porque no son necesarias, solo hay ilustraciones literarias.
ALGUNAS DE
MIS POESÍAS CON SUS RESPECTIVAS
EXPLICACIONES.
Cada poema,
tiene una presentación, en la cual se dice: La circunstancia que lo generó.
Cuando
uno, es víctima de un problema social, como el mío, entiende con mucha
facilidad los problemas ajenos. El día 1 de Septiembre de 1984, cuando iba a la
plaza para comprar algunas cosas, tropecé con alguien muy conocido, a quien
tengo acostumbrado a dar algo, para calmar sus necesidades, porque sus padres
murieron y él rueda, como una veleta a quien nadie interesa y todos lo rechazan,
debido a su mala presentación y su falta de garbo, que en vez de inspirar
tristeza, solo produce repudio. Sostuve una pequeña conversación con él y en
ella me revelaba, razones suficientes de mala salud, por las cuales no puede trabajar
y por esto, la sociedad lo persigue, mientras él, muere de hambre. Fui a la
casa y escribí, ésta fotografía literaria, de lo que había visto: El gamín.
EL
GAMÍN.
Sentado
en una acera, cubierto en sus harapos,
Con
las manos desnudas, puestas en el mentón;
Un
hombrecito espera, piedad de su familia,
La
gran familia humana, de toda la nación.
Su
cara sucia y triste, refleja la amargura
Que
lo ha obligado a estarse, muy lejos del hogar.
Su
semblante intranquilo, demuestra la pobreza,
Que
lo tiene en la calle y le hace mendigar.
¿Muchacho,
tu quien eres? ¿Qué estás haciendo ahí?
No
contesta en seguida y piensa al responder:
Señor,
soy un reflejo de vuestra sociedad;
Un
vicio, que a la larga, os pudiera atraer.
La
original respuesta, me puso a meditar;
Perdí
toda la noche, antes de resolver
Aquel
enigma fuerte, que el gamín intentó,
Tirar
sobre el tapete, para hacer comprender.
Si
todos, bien unidos, quisiéramos pensar
Y
arreglar los problemas de ésta sociedad;
En
unión de las fuerzas, pudiéramos lograr,
Acabar
con los vicios de nuestra humanidad.
SOPETRÁN, SEPTIEMBRE 1 DE 1984.
Desde los primeros días del mes de noviembre de
1984, Juan, mi hijo y yo, habíamos sido notificados que el matrimonio se iba a desintegrar, sin embargo, nadie
sabía cómo y cuándo. El día 3 de noviembre, escribí a nostalgia, que era el
reflejo de lo que nos pasaba; recordemos que el 19 de Octubre, mi hijo sufrió
un desmayo en pleno concierto de música, en la ciudad de Buriticá.
NOSTALGIA.
Que amargas son mis noches,
Cuan largos son mis días,
Pensando en la partida
De la mujer que amé.
Sollozos en el alma
Muestran la despedida
Y anuncian la tragedia
De aquel amanecer.
Coraje y valentía,
Le he pedido al destino
Y a soportar su ausencia
No sé si llegaré.
La falta de nobleza
Que rige su camino,
Tal vez alivie en parte,
Mi hondo padecer.
Si mi dolor, es mucho,
¡Oh¡ dioses del Olimpo,
Suavizad sus reflejos
Con algo de placer.
Y si mi culpa, es tanta,
Que perdón, no merezco,
Disponed de mis días
Según vuestro querer.
Noviembre 3 de 1984.
En la mañana del 29 de noviembre del 84, cuando llegué a la casa,
encontré una escena muy bonita: Mi hija, le rezaba a su Cristo, con un pedazo
de cirio encendido, sus lágrimas eran abundantes y en su rostro, reflejaba mucho
dolor. Entonces, escribí:
EL CRISTO DE MI NIÑA.
Mi niña pura y bella, hincada de rodillas,
Conversa
con su Cristo, haciendo una oración.
¿Será que
pide al cielo, piedad para su Padre?
¿Tal vez
para su Madre, un poco de perdón?
La lumbre
de su vela, tan limpia como su alma,
Formando una
columna, de amor y de dolor;
Refleja sus
pesares, tan grandes, cual los míos
Retrata su amargura, en medio del candor.
Sus ojos
cristalinos, bañados por dos ríos
De lágrimas
muy finas, parecen murmurar:
Las penas y
tristezas, que pasan por su mente,
Cuando a
sus genitores, ha visto pelear.
Preciosa,
¿Qué sugieres? ¿Qué pides a tu Santo?
Tal vez si
me cuentas, yo te podré ayudar.
Sus labios,
no responden; su congoja, es muy fuerte;
Con un
gesto profundo, indica su penar.
Mi amor, no
desesperes; tu milagro está hecho;
El Cristo
de tu lecho, te ha sabido escuchar.
Regresa ya, a los juegos; bendice la alegría;
Todo lo has
conseguido; a fuerza de rezar.
NOVIEMBRE
29 DE 1984.
El día 28
de Diciembre de 1984, día de inocentes, cuando me levanté, estaba solo, se
habían marchado para siempre, mis tres grandes seres queridos. El dolor invadía
mi espíritu, estaba desconcertado y escribí esta oración.
PLEGARIA.
¡Oh! Dios
omnipotente, acepta mi plegaria,
Nacida en
lo más puro y noble del corazón;
Recíbela si
puedes, en todos sus formatos,
Permite que
la rece igual que una canción.
Mi amada se
ha marchado, con ella sus retoños;
Yo me he
quedado solo, pensando en mi rencor;
Consuela en
tu ternura, mi soledad profunda;
No dejes
que sucumba, en aras del dolor.
De ahora en
adelante, protege bien sus pasos;
Cual ángel
de la guarda, defiende su pudor;
Mira con tu
dulzura, sus penas y alegrías;
Permite que
caminen por sendas del amor.
Mis niños,
a Ti entrego, cuídalos con cariño;
Son de tus
tiernas manos, hechura sin igual;
Alumbra
bien sus mentes, ilustra sus caminos;
Llévalos de
tus manos, a la meta final.
A mi Madre
querida, imprímele el consuelo;
Endulza su
tristeza, aumenta su fervor;
Dale la paz
que añora, con la dicha del cielo;
Suaviza su
amargura, con mítico licor.
Mi hogar,
está desierto, sus puertas se han cerrado;
El polvo de
la vida, sepulta su armonía;
Permite en
tu bondad, así estés enfadado;
Regrese al
solitario, la paz y la alegría.
Diciembre
28 de 1984.
La noche
del 31 de Diciembre de 1984, fue para mí funesta, era la primera vez que estaba
solo, enfermo, desamparado, triste y totalmente desprotegido; tal vez un paria.
A las diez de la noche me senté en el escritorio y escribí el Brindis sin
motivos.
BRINDIS SIN
MOTIVOS.
Aceleradamente,
a ritmo agigantado
El año va
muriendo con desesperación
Y un hombre
solitario, en su lecho sentado
Del pasado
recuerda toda la tradición.
Los vecinos
alegres, esperan en la noche,
En medio de
unos tragos, poderse divertir
Y hacer un
brindis pleno; montados en sus coches
Deseándole
a todos un feliz porvenir.
Las
costumbres enseñan, algunas condiciones
Que los
brindis sociales, tienen que respetar
Y reglas
definidas, con muchas prescripciones,
Que todos
los borrachos, tenemos que guardar.
Sin
embargo, éste brindis, de motivos carece
Y a nadie
le interesa, quererlo celebrar;
Pues en vez
de una fiesta, un entierro parece,
Debido a la
nostalgia, con que se va a brindar.
Brindemos
por mí gente, tan lejos de estas tierras;
Que solo
los recuerdos, su amor revivirá.
Pidamos a
los dioses, protejan bien sus vidas
Y nos
conduzcan juntos, al destino final.
Brindemos
por Colombia, patria sin gobernantes,
Una nación
preciosa, que dejó de existir;
Porque sus
senadores y sus representantes,
Solo se
interesan, por sus dietas subir.
Brindemos
por la patria, agonizante y muda;
Que los
sicarios tienen, en plan de desangrar.
Y la
guerrilla bruta, en una lucha cruda,
Violentamente
acaba, con su plan militar.
Brindemos
pues, ahora, por nuestros militares;
Que se
están extinguiendo a gran velocidad;
Mientras
los diputados y nuestros congresistas,
Juegan en
sus curules con nuestra libertad.
Brindemos
por aquellos a un salario atados,
Fuertemente
burlados por su legislador;
Que
haciendo compromisos con otros asociados,
Gobierna
siempre en contra del buen trabajador.
Si miramos,
los niños, todos desprotegidos
Formando un
semillero de descomposición;
Nuestro
brindis es duro, para los entendidos,
Que saben
los efectos de ésta situación.
Si vemos,
nuestros jóvenes, en los vicios metidos;
Atados al
bazuco y a la depravación,
Entonces,
éste brindis, carece de motivos
Y nos está
mostrando, nuestra gran perdición.
Miremos en
millares, la absoluta pobreza,
Sin el
poder de compras, en su plan familiar;
Recemos con
cariño, por ésta gran tristeza
Y digamos
un Réquiem, como oración final.
En fin,
caros amigos, de luto seguiremos,
Porque
todos a una, nos quieren acabar.
Pidamos a
los cielos y no nos entreguemos
Sin haber
peleado, la Victoria final.
31 de
Diciembre de 1984
Parecía
imposible, que un matrimonio, después de estar unido por 18 largos años, se
pudiera disolver, porque si; sin embargo pasó, como todas las cosas de la vida.
Al principio, era inadmisible, aceptar ésta idea, porque los dos, estábamos muy
ligados por los vínculos del amor. Para
desahogar éstos sentimientos, en la tarde del dos de Enero de 1985, escribí a
meditabundo.
MEDITABUNDO.
A solas,
con mi propia pesadumbre,
Voy
rumiando el camino del dolor;
Sin otras
esperanzas, que la lumbre,
Que en el
pasado me brindó tu amor.
En el alma,
nos quedan impresiones,
Que no
somos capaces de borrar;
Cual
pesados y profundos empellones,
Que
producen amargo penar.
He buscado,
cual alondra viajera,
Por todas
partes, el recuerdo vago;
De aquella
cara hermosa y lisonjera,
Que amé por
siempre y que medió mal pago.
Guardaré en
lo profundo de mi alma,
Tu fina
estampa, virginal, graciosa,
Porque con
ella llegará la calma
A aquel
amante, que perdió a su esposa.
Enero 2 de
1985
En la
semana del 12 de Septiembre de 1986, un soldado compañero de mi hijo, trajo
unas saludes y unas fotos, las cuales lo mostraban haciendo mantenimiento de su
arma de dotación; los sentimientos eran de alegría, pero se mezclaban, con el
tedio, el miedo y la tristeza, acompañados de mucho valor, para reconocer las
virtudes del hijo, que ha tenido que pagar, con sus esfuerzos, las
consecuencias de nuestra separación. La unión de estos sentimientos, explota la
noche del 17 de Septiembre, cuando lenta pero seguramente, escribo aquella
poesía, que dediqué a sus 19 años de vida y que titulé: Mi soldado.
Mi soldado.
Miradle,
radiante de alegría,
Abrazando
en sus manos un mítico fusil.
Miradle sus
desplantes, observad su malicia,
Parece un
viejo guardia, con ganas de vivir.
En su
actitud ansiosa, está mostrando todo,
Aquello que
su alma, no puede desmentir.
La angustia
de su viejo, la falta de su casa
Y aquellas
amarguras, que le causó, su hogar.
¡Adelante
Juancito! Luces como un coloso,
Aplausos
por tus bríos, de parte de Papá,
Continúa el
sendero, tapizado de abrojos,
Que en
último día, sabremos coronar.
Llegaremos
muy juntos, al final del camino;
No
desalientes, nunca, en tu diario quehacer;
Que
estaremos muy cerca: El soldado glorioso,
La
viejecita Abuela y el añejo querer.
Al fin
habrá revancha, espera sin afanes;
La vida,
nos sonríe, a muy lento vaivén.
Pero en sus
decadencias, irá mostrando el brillo,
De aquello
que quisimos, hacer por nuestro bien.
Septiembre,
17 de 1986.
El día 16
de octubre de 1986, pase por la Capilla del Sagrado Corazón, observé la casita
en donde habíamos vivido 27 años, estaba triste, desolada, casi caída, traje a
la memoria muchos acontecimientos de mi infancia, adolescencia y vida adulta;
eran momentos hermosos, acompañados de mucha pobreza, pero con una riqueza
espiritual, sin medidas. Los sufrimientos sin límite de la vida libertina de mi
padre; la paradoja de haber visto crecer en ella a mis hijos: y la ironía del
destino, porque en ella empezó a descomponerse mi hogar. Recordé la parábola
del retorno de Porfirio Barbajacob y escribí la Casita, como le decíamos a ese
entorno familiar.
La casita.
He aquí la
casita
Que fue de
nuestra infancia,
Un
domicilio alegre
Con mucho
que evocar;
En sus
muros encierra,
Travesuras
pasadas,
Repletas de
alegría
Que nos
hacen llorar.
En aquel
rinconcito,
Mi pobre
Madre, esclava,
Solía reclinarse,
En horas de
solaz;
A tomar aire fresco,
Con
nosotros de lado
Y a contar
sus historias,
De grato
recordar.
Si miramos
su sala,
Que
precioso recuerdo,
Con una
Madre joven
Y mucho
batallar;
Trabaja día
y noche,
Nunca
siente cansancio,
Solo la
preocupa
El poder
progresar.
En su
cocina, hay alguien,
Que encanta
por su amor:
Es la mamá
Paulina,
Que a todos
va a ayudar;
Su labor es
muy dura,
Pues debe
responder,
Por
aquellas faenas,
Propias de
todo hogar.
Su patio,
está guardando
Los juegos
inocentes,
Que con mis
tres hermanos,
Solíamos
jugar;
Los
juguetes costosos
Que
compraba mi Madre,
Con dineros
ganados
De su
diario penar.
Mis niños
jugueteaban,
En su
corredorcito,
Corrían y
corrían,
Con ansias
de gritar.
En ésta
estrecha casa,
Sus lenguas
despegaron;
Sus
primeras palabras,
Pudieron
balbucear.
Sentados en
el atrio,
En las
noches tranquilas;
En perfecta
armonía,
Podíamos
conversar.
Sin embargo
el destino,
Con sus
extravagancias,
Tenía
preparado,
Querernos
traicionar.
Amigos, es
muy lindo
Tener éstos
recuerdos
Que alegran
el espíritu
Y nos hacen
amar.
Cerremos ya
sus puertas,
Dejémosla
tranquila
Y esperemos
unidos,
Su destino
final.
Octubre 16
de 1986
El día 4 de
Octubre de 1986, estuve acompañado por mi hija, todo el día, pero en las horas
de la tarde, se marchó, según dijo: Porque no se amañaba en Sopetrán. La
tristeza, se apoderó de mí; recordaba a mi hijo en el ejército; sabía los
peligros que mi hija corría en la ciudad; me acongojaba, el recuerdo de lo que
había sido mi hogar; recordaba, los sufrimientos de mi Madre. Todos estos
fantasmas pasaban por la mente, en exagerados tropeles. De pronto….Un recio
aguacero, acompañado de tormenta eléctrica, nos deja al oscuro. Quedé sumido en
la más profunda desesperación; tomé una vela, la coloqué sobre el escritorio y
empecé a escribir, aquello que llamaría:
Nocturno.
NOCTURNO.
La noche,
caminando lentamente,
Va
mostrando con su manto, la profunda oscuridad.
El alma, en
medio de las tinieblas,
Con toques
de gran pureza, rememora su ansiedad.
Al cerebro,
desbordadas de ternura,
Regresan
aquellas sombras, imposibles de olvidar.
Y el
solitario, descalzo, desprotegido y sin fuerzas,
Con los
nervios destrozados, todo lo debe aceptar.
El fantasma
de su amante, lo tortura por doquiera,
Con su
graciosa figura y su mágico brillar.
El recuerdo
de su niña, a quien no puede olvidar,
Pues
perderla tan pequeña, solo le hace llorar.
El anhelo
de su hijo, aquel a quien tanto quiere,
Por su
magna fortaleza para saber opinar.
La sutil
sombra de anciana, una Madre dolorosa,
Que ha
sufrido desde niña y que nunca va a acabar.
Y el
flagelo, sucio y triste, escalofriante y tan duro,
Lleno de
hermosas escenas, de aquello que fue su hogar.
¡Oh!
Cielos, que tempestades, tan vistosas y tan crudas;
¿Hasta
cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Las tendré que soportar?
Apiádate
¡Oh Dios de mí! No desampares tú siervo.
¿Acaso, le
has olvidado? ¿Tal vez, no sabe rezar?
De momento,
la nostalgia, que había en mí ser metida,
Empezó a
desvanecerse, suavemente y sin dolor;
La
esperanza, ha regresado y el espíritu calmado,
Lleno de
ambición suprema, recuperó su calor.
Octubre 4
de 1986.
En la
semana del 26 de Octubre, al primero de noviembre de 1986, durante una de las
visitas de mi hijo en el ejército, estuvimos analizando la fortaleza de mi
Madre; la facilidad con que maneja sus problemas; la tranquilidad con que los
resuelve y todas las manifestaciones de la alegría de vivir, con que ella se
comporta, y llegamos a la conclusión de que es una persona a quien debemos
imitar; por esa razón, concebí: Ella es mi Madre.
Ella es mi
madre.
A pesar de
los años, de almanaques pasados,
Luce cual
la palmera, esbelta en su altivez.
Su cabeza
rizada, sus cabellos plateados,
Su cara
fresca y limpia de cualquier timidez.
Ninguno la
doblega, en su larga jornada;
Ni los
ratos amargos, ni el cruel destino impío.
Su espíritu
cual roca formada en llamarada,
Jamás
permitiría, dañar su señorío.
Su actitud
desdeñosa, al mirar la faena;
Sirve de
fortaleza a cuantos la rodean;
No parece
asustarse, con sus múltiples penas
Y se burla
de todas, con los que se codea.
Es una
mujer fuerte, llena de muchas gracias,
Donadas por
la vida, en su largo sufrir;
Cual
ciudadela antigua, construida en firmeza;
Que el
tiempo y el camino, no podrán destruir.
¿Adivinais
hermanos? Ella es mi madre anciana
Saturada de
méritos, que podéis imitar;
Nada la
preocupa, ni el día de mañana;
Solo tiene
en su mente, la meta coronar.
NOVIEMBRE
PRIMERO DE 1986.
Éste canto,
fue concebido el día 23 de agosto de 1995, como agradecimiento a Nuestra Señora
de Sopetrán, después de haber recibido un gran favor de Ella. La música, es una
adaptación de un viejo himno que se canta en honor de Nuestra Señora de
Guadalupe, pero como las estrofas, son de 17 versos, fue necesario, modificar
sustancialmente la parte musical.
HIMNO A
NUESTRA SEÑORA DE SOPETRÁN.
I
La Virgen
de Sopetrán,
Reina y
madre de ésta tierra;
Nuestra
Señora morena
Y orgullo
de nuestra raza.
Se vino
desde la Iberia
A posar en
su santuario.
Para
conceder favores,
A todos los
peregrinos.
¡Oh! Señora
y Madre nuestra,
Te pedimos
con fervor,
Con paciencia y con amor,
Que ayudes
a nuestro pueblo,
Que nos des
la paz del alma
Y también
la paz del cuerpo,
Que ayudes
a nuestra patria,
Con tus
dones tan preciosos,
A resolver
sus problemas.
CORO
Gracias te
damos
Madre de
Dios,
Por los
milagros
Y los
favores,
De ayer y
hoy.
(Se repite dos veces).
II
Vuestra
imagen tan preciosa,
Virgen,
Negra generosa,
Es un signo
victorioso,
Para los
Sopetraneros.
Es una fina
pintura
Que
representa la fe
Y acaba con
el poder
De un
Califa muy temido.
En ella
representaron,
Una
aparición famosa
Que hiciste
desde los cielos,
En el valle
Solanillos;
Derribaste
a Alí Maimón
Y le
quitaste la luz,
Con el
brillo de tu faz,
Para
construir tu Iglesia
Del pueblo
de Sopetrán
III
Escucha
nuestras plegarias,
Patrona de nuestra
tierra
Señora,
sobre las piedras
Y tesoro de
la Iglesia.
Protege
bajo tu manto
A los hijos
de tu Iglesia
Que veneran
tus memorias
Y celebran
tus grandezas.
Socorre a
tus feligreses;
Ampara a
nuestras familias
Y bendice a
nuestros hijos,
Que te
aclaman con fervor;
Reúne a
toda tu gente,
En la
celestial morada
Y regálale
la gloria
De la
sublime mansión,
A tu pueblo
Sopetrán,
SOPETRÁN 23
DE AGOSTO DE 1995.
El día 19 de Julio del 2018, con el
final de mi vida muy cerca de la puerta de mi habitación, estuve memorando
todos los acontecimientos que tuve que liderar, como humano y después de medir
en la balanza del tiempo, las cosas buenas, versus las penalidades; las
angustias y necesidades; los sucesos buenos y malos; las contrariedades que a
diario, nos acechan; concebí esta despedida.
Despedida.
I
Cuando en las madrugadas, me
incorporo en el lecho,
Presiento las angustias, del diario
batallar.
Mis pies, están cansados, por todo lo
que han hecho,
Y solo necesitan, alivio al caminar.
II
Las penas y amarguras, dejadas por la
vida,
Han minado mi cuerpo, con todo su
furor;
Los achaques de viejo, dejados por la
impía,
Complican las angustias y aumentan el
dolor.
III
Los años que han pasado, van dejando
secuelas,
Que el tiempo y el camino, no pueden
olvidar;
La cruz que hemos cargado, con tanto
sacrificio,
Doblega nuestro cuerpo, con gran
celeridad.
IV
Vinimos a la vida, con grandes
ilusiones,
Creyendo que era fácil, sus peldaños
subir;
Y al terminar la lucha, nada hemos
conseguido:
Nuestras manos vacías, cansadas de sufrir.
V
Llegamos sin pedirlo, por cosas del
destino,
Y al terminar la vida, salimos, sin
querer;
A pesar de ser libres, como anuncian
las leyes,
Otro regula el ritmo, de nuestro
proceder.
VI
La vida es un periplo, lleno de
falsedades,
Que los sabios definen, como algo sin
igual;
No veo las razones, para que esto, opinen
Porque es un largo viaje, sin nada de
especial.
VII
Los amigos no existen; el amor no es
sincero;
Los eventos sociales, son una
falsedad.
La mentira circula, por todos los
rincones,
Te fingen por doquiera, con gran
facilidad.
VIII
Nos han entusiasmado, con muchas expresiones,
Sacadas de los libros, de nuestra sociedad,
Pero las fantasías que siempre nos
definen,
Son todas ilusiones, de poca
realidad.
IX
Al fin cuando llegamos, a la muerte
segura,
Cansados de amarguras, y llenos de
ansiedad,
La tumba nos espera, como herencia
futura,
Y nos muestra el camino, de nuestra
humanidad.
X
Después de nuestra muerte, entramos
en reposo,
Descanso prolongado, que nunca va a
acabar,
Porque la sepultura destruye la
materia,
Y elimina los males, de nuestro
caminar.
Darío Sevillano Álvarez.
Hola Darío, me encantó tu recital poético, es maravilloso. Encierra hermosos y nostálgicos sentimientos. Esa es la esencia del poeta: darle vida, belleza y brillo al amor, al dolor, a la alegría, a la tristeza a todo sentimiento.
ResponderBorrarDarío, soy Gilma González, fui tu alumna practicante en la escuela de niños en 1972. Yo también hago poesía. Es una de mis actividades predilectas.