Consideraciones
especiales.
Muchos amigos
que tengo en la parroquia de nuestra Señora de la Asunción de Sopetrán, han
venido diciéndome:
Que berraquera
de Párroco el que tenemos.
Yo les respondo
que opino lo mismo, porque he visto la buena voluntad que tiene para administrar
la parroquia y lo efectivo que es, cuando de mejorar los bienes parroquiales se
trata.
Soy uno de los
servidores de la parroquia, porque manejo el reloj de la Basílica y porque
ayudo en algunas actividades del ente parroquial y por esa razón, casi todos
los días voy a la casa cural, para meter la mano en aquellas cosas que son de
mi incumbencia.
Puedo contar con
mucho agrado que el Padre:
Eddy Alberto
Valencia Vázquez, ha iniciado algunas obras parroquiales que
demandan muchas erogaciones económicas, como es la reforma de los techos de la
Basílica que, en el momento actual valen, unos cincuenta millones de pesos y para
financiar estos gastos, se ha abierto la cuenta de ahorros de Bancolombia
número 240- 680838-49, en la cual los feligreses de buena voluntad, pueden
consignar sus donaciones.
Ahora que
tenemos la fortuna de tener un párroco que, quiere la parroquia y sus bienes,
tenemos que entender que debemos patrocinar todas sus ideas, colaborándole económicamente,
para que pueda sacar adelante, todos los proyectos que apuntan a mejorar la
entidad eclesiástica que le entregaron.
Pero debemos
recordar que desde cuando llegó a la parroquia el Padre Rogelio Rodríguez
Graciano que, a mi modo de ver las cosas, fue hasta su administración, el mejor
que habíamos tenido desde la época de 1945, hasta nuestros días, porque en los
primeros cuatro años de su gobierno, supo administrar los dineros parroquiales
y empezamos a ver, la época de oro de nuestro ente parroquial.
Corrimos con la
fortuna de que nuestro arzobispo:
Monseñor Hugo Alberto Torres Marín, nos mandó al padre Eddy que, está
mostrando la buena capacidad que tiene para gobernar el ente parroquial y
muestra mucho interés, para sacar adelante los bienes parroquiales.
Quiero traer a la memoria la
administración del padre: Rafael Vélez que, en el altar de San Isidro que, se
realizaba para esa época el día de Corpus Cristi, contó con la generosidad de
los fieles y solo en ganado, le donaron 40 reses; y con ese dinero compró la
casa del Doctor Abundio Posada, la tumbó y construyó, la casa parroquial, que
hoy tenemos, construida en el orden arquitectónico italiano.
Pero a medida que pasaron los
años, los párrocos olvidaron las obras parroquiales y se dedicaron a otro tipo
de cosas, que la feligresía reprochó y en la actualidad, en los altares de San
Isidro, las ofrendas son demasiado pobres a tal punto que solo dan gallinas y
frutas.
Valdría la pena, mejorar las
donaciones de la feligresía, dada la razón de que nuestro párroco, es un buen
administrador y solo tiene en su mente, sacar adelante la parte eclesiástica
que le encomendaron.
Todos somos testigos presenciales
de que, a la basílica, le caen muchas goteras, que perjudican, las
celebraciones del culto.
Recuerden que estas goteras
también, pueden producir daños en las imágenes y en los elementos que conforman
la decoración de nuestro templo, como: Altares, confesonarios, bancas, etc.
Es de lógica saber que, un
administrador sin pesos, no puede emprender ninguna obra de envergadura, porque
los materiales de construcción y los obreros en el momento actual, están muy
caros y nadie trabaja por amor al arte, toda vez que cada persona, tiene unas
obligaciones económicas con sus seres queridos.
Señores ganaderos, cuando ustedes
regalan uno de sus animales, para las obras parroquiales, lo que consiguen es
la bendición de sus rebaños; la mejoría de crías sanas y vigorosas; y la
bendición de sus bienes.
Me gustaría que toda la
feligresía, se vinculara a las obras parroquiales, porque al final de cuentas,
esas obras, son nuestras y el sacerdote cuando lo trasladan para otro lugar, no
se las puede llevar entre sus pertenencias.
Sopetrán, agosto 11 del 2024.
Darío Sevillano Álvarez.