viernes, 15 de noviembre de 2019

La historia de nuestra Basílica.


La larga historia de la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción.

Nuestro templo parroquial tiene una vieja historia, de 341 años, contados a partir de 1678, cuando empezaron a funcionar los planos que el arquitecto, gobernador y capitán del ejército español, Don Juan Buesso de Valdés, hubiera diseñado, por petición de la feligresía, que tenía muchos milagros concedidos por Nuestra Señora de Sopetrán, de la cual hay un importante lienzo, en la parroquia de San Roque, que les fue facilitado, para que pudieran alabar a Nuestra Señora y que hoy reposa en el rincón de San Alejo, en la casa parroquial de ese corregimiento.
Vale la pena decir que por la gentileza del Doctor: Raúl Tamayo Gaviria, conseguimos con muchos esfuerzos, que el Gobernador: Luis Pérez Gutiérrez, enviara a un perito en restauraciones de oleos famosos, para que viera lo que se debía hacer, pero se encontraron con el obstáculo, de que el ilustre Párroco de esa feligresía, no supo decir en donde lo tenía, no sabemos si por vergüenza del mal trato que le han dado o porque no lo quiso mostrar y nos quedamos con la gana y sin la plata para esa restauración.
La imagen que verán a continuación, es una reconstrucción, que logré hacer con mis herramientas de tecnología de punta, de ese precioso óleo, que tiene cuatrocientos tres años y que fue pintado en Santa Fe de Antioquia, por orden de nuestro fundador Francisco Herrera Campuzano y luego fue traído procesionalmente desde Santa fe de Antioquia, hasta el templo de Córdoba, el día 14 de Agosto de 1616, como lo narra el historiador Santafereño: Don Miguel Martínez y por esa razón muchos creyeron, hasta hace cuarenta años, que era una pintura de la Virgen de la Asunción, pero logramos saber que esta, es una Virgen española, que se venera en la Villa de Hita en España; por información de un Sacerdote español de nombre Domingo García y García, que vino a visitarla y me desenredó los intríngulis de esta famosa advocación.


Óleo pintado por Darío Sevillano Álvarez, de muestra del cuadro original de Nuestra Señora de Sopetrán, donado por nuestro fundador Francisco Herrera Campuzano.

Si seguimos con nuestro relato, tenemos que entender que si el templo fue empezado a construir en el año de 1678, para esa época, no se mentaba en ningún rincón de la tierra, la palabra neoclásico, porque los más sabiditos en historia universal, debemos recordar, que ese término empezó a funcionar después de las excavaciones, que algunos antropólogos hicieron, en donde se creía, habían estado situadas las villas de recreo de los Romanos: Pompeya y Herculano, ese acontecimiento se produjo entre los años de 1738 y 1748 y en él, encontraron edificios preciosos, en donde se combinaban con mucha maestría lo tres antiguos órdenes arquitectónicos de la tierra: Dórico, Jónico y Corintio y a ese nuevo orden, empezaron a nominarlo, como: Neoclásico o Neoclasicismo.


En esta forma está el óleo de Nuestra Señora de Sopetrán, que permanece tirado en un rincón de San Alejo, en la casa parroquial de Córdoba.

Pero si recuerdan bien, ese orden arquitectónico no funcionó y solo se empezó a manejar, después de la revolución francesa, año de 1789, cuando los grandes ganadores de esta revolución, quisieron imponerlo, para acabar con los dos órdenes arquitectónicos que manejaban las monarquías europeas: El Barroco y el Rococó, que por cierto eran supremamente recargados de ornamentación y a mi modo de ver las cosas, la belleza de los edificios, era escandalosa y montañera.


Arte rococó, observen bien la cantidad de bisbises.

Pero el neoclasicismo solo llegó a Colombia muchos después del año 1800, cuando nuestro templo tenía, 122 años de estar en construcción.
Por esta razón, la construcción que se hizo hasta el año de 1800, pertenece el orden arquitectónico: Toscano, que es un orden sencillo de los dos que existían en Roma y que se utilizaban en América; recuerden que el otro es el Romano compuesto, que solo lo podían tener los grandes hombres del imperio y los Césares.
Cuando estaban terminando los planos del arquitecto y general del ejército español: Don Juan Buesso de Valdés, que lo había concebido para ser un templo parecido a los de Atenas, es decir: Plano, sin torres y con un remate triangular, tal como aparece la fachada, hasta el triángulo que hay debajo del sofito del reloj.




Observen muy bien cómo eran esos templos y esto fue lo que Don Juan Buesso de Valdés, quiso imitar.
Pero para esa época, aparecieron dos grandes ricos de Sopetrán: Don Manuel María Dávila y Don Pedro Sevillano, que prometieron aportar, los dineros para construir las dos torres, que en este momento lo acompañan.
Este dato es muy certero e histórico, porque se encuentra en la cruz latina que corona el sofito del reloj, con caracteres indelebles y además revela la fecha en que fue inaugurado el templo: 22 de Noviembre de 1882.
En esta parte de la construcción, es en donde empiezan a aparecer, los disfraces de otros órdenes arquitectónicos.
Las dos torres y el sofito en donde está el reloj, no son toscanos, sino neoclásicos, es decir con influencias del nuevo orden que acababa de aparecer en la tierra y en el interior del templo, que ya estaban construidas: Las columnas, los arcos, y los techos, todos ellos del orden arquitectónico toscano.


Observen la simplicidad de estas columnas toscanas.
Pero aún no estaban construidos los altares  de las tres naves y en esos están incorporados muchos elementos de orden arquitectónico neo
clásico.

Pero voy a poner un ejemplo, para que todos me entiendan:
Cuando voy vestido de pantalón blanco, camisa roja y unos accesorios de color gris; no puedo decir que estoy vestido de rojo y lo normal es que diga: Estoy vestido de blanco, con una camisa roja y unos accesorios de color gris.
Esta misma norma rige en los órdenes arquitectónicos y como nuestro templo, tiene influencias de varios de ellos: Toscano, romano compuesto, gótico, neoclásico, mudéjar y moderno, lo normal es que anunciemos ese descomunal disfraz.
Miren las diferencias de los tres viejos órdenes.


Cada uno tiene sus parámetros propios y los tres son igualmente hermosos.

Observen las diferencias entre los dos órdenes romanos: El romano compuesto, que solo lo podían tener las construcciones que pertenecían a los Césares, los senadores y los grandes tribunos del ejército romano y el toscano que era muy sencillo y se utilizaba para las personas del pueblo; la plebe, como se les llamaba, pero plebe, no es un término peyorativo, sino que en el idioma latino a la ciudadanía se le llama: plebe.


Pero si miramos las columnas y los arcos del orden arquitectónico Mudéjar o morisco, que se empleó en muchas construcciones españolas, como la de la Alhambra en Sevilla, las cosas se ponen algo más interesantes, porque los diseños están llenos de ornamentos y son totalmente distintos a los órdenes que les he mostrado.



Por esta razón, es muy importante que la persona que va a hacer una reforma arquitectónica, tenga la suficiente información de todas las normas que rigen en esta delicada disciplina, para evitar que la posteridad, se burle de los malos conocimientos del reformador, como está pasando; y lógico, para no dañar el diseño arquitectónico que va a reformar.
Recuerden pues, que los grandes reformadores del templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, fueron Sacerdotes que tenían muy buena voluntad para hacerlo; pero que carecían de los conocimientos necesarios para ponerlas en práctica.
Yo diría, que eran Sacerdotes: Santos, pero no sabios.
Pasemos a otro enredo que nunca he entendido:
No sabe uno qué les pasa a ciertos historiadores, que confunden: La tierra con la pomada, porque citan en sus escritos cosas arrevesadas que nunca han pasado y tergiversan tanto los acontecimientos históricos, que pueden poner: A Bolívar, descubriendo la américa y a Colón libertándonos del yugo de los españoles.
Alabado seas Señor por todas tus criaturas bobas.
En algunos escritos que están montados en internet, he alcanzado a leer:
Que Don Juan Buesso de Valdés, fue el que donó los dineros para la construcción de las torres; hecho que no es verídico, porque, este ilustre español, vivió en los años de la colonia y las torres fueron construidas en plena república, una diferencia de casi dos siglos.
Esto les pasa, por estar metiendo las narices en donde no les corresponde, porque para ser historiador, es necesario vivir leyendo y no precisamente revistas de farándula y de aventuras; sino obras estructuradas que se relacionan con la materia.
Para resumir todo lo que he dicho, pudiéramos escribir en un párrafo, que resultaría muy importante, muy verídico y muy ajustado a la arquitectura, la realidad del diseño arquitectónico del templo; para quedar bien librados en esta importante ciencia, un poco complicada para manejar.
Nuestro templo parroquial, ahora Basílica de Nuestra Señora de la Asunción, está combinado con una cantidad de elementos de órdenes arquitectónicos distintos:
Toscano en un 60%; Neoclasicismo en un 30%; gótico, mudéjar, romano compuesto, dórico y modernismo, en un 10%.
El sesenta por ciento corresponde al primer altar del frontispicio, que conserva todos los elementos del toscano; la columnata y la arquería del interior del templo.
El treinta por ciento corresponde a los diseños de las torres; el sofito del reloj; y los tres altares de las naves.
El diez por ciento corresponde a los rosetones del arte gótico, que tiene el frontispicio en las claraboyas y las flores de lis que tienen los altares laterales, en los capiteles de las columnas planas; los almocárabes que hay en los frisos del altar mayor y los diseños de los confesionarios, que son de estilo mudéjar; las volutas o enroscamientos que hay en el sofito del reloj y en las columnas del altar mayor, que pertenecen al orden arquitectónico jónico; al altar del Santísimo que hay incrustado en la parte baja, en el altar de la nave central, que además es de madera tallada, las acróteras que hay en las partes laterales del altar mayor y en el sofito del reloj y los remates de las torres y las hojas de acanto que tienen las columnas en sus capiteles, que pertenecen, al orden arquitectónico romano compuesto; los triglifos, o rayas en bajo relieve, que tienen los frisos de las seis grandes columnas del frontispicio, que son joyas del arte dórico; y la hermosura de los zócalos, que acompañan los netos o cubos de la columnata y las paredes laterales del templo, que son de un modernismo atrevido.
Estas combinaciones se parecen a  esto:
Cuando uno va ataviado de saco con cola de pato, corbata, mancornas y en los pies se pone unos alpargates.
Con esto en la mano, podemos decir que los reformadores, no lograron el propósito de embellecimiento, sino que hicieron una combinación un poco irrespetuosa, en la belleza de nuestra basílica y una destrucción de nuestro patrimonio arquitectónico.
Época de oro de nuestra Parroquia.
Cuando el Señor Arzobispo, Don Orlando Antonio Corrales García, tuvo a bien, mandarnos como Rector de la Basílica, al Padre Rogelio Rodríguez Graciano, un Sacerdote joven, lleno de ilusiones, sabio y con una condición indispensable para las personas que gozan del don de la sabiduría: Humilde, nos metió en la época de oro de nuestra vida parroquial.
Empecemos este relato, contándole a los que no saben, cuál fue la fecha, en que nos elevaron el templo parroquial a la categoría de Basílica.
El día 4 de Abril del 2014.
Esta fecha fue memorable, por sus características, porque no todos los templos de la tierra, son Basílicas; más no por el personaje que conducía los destinos parroquiales que era un desastre.
Cuando el Padre Rogelio llegó a Sopetrán, tuve la oportunidad de conocerlo en una reunión en el palacio consistorial y de ese momento en adelante empecé a descubrir sus cualidades como: Hombre Cristo; su modestia para aceptar observaciones e insinuaciones; la facilidad que tiene para llegar a sus feligreses; la humildad cómo se comporta en su vida diaria; la tranquilidad de su actitud, para resolver los problemas; y fue así como me puse a sus gratas órdenes, para todo aquello que significara progreso y buenas obras en pro del ente parroquial.
Tuve la oportunidad de discutir con Él muchos aspectos sobre la arquitectura del templo y en medio de sus grandes conocimientos y su alta dosis de humildad, reconoció que en parte, yo tenía unas razones y que iba a investigar mejor esos aspectos, para tratar de corregirlos, si era necesario.
La primera cosa que se debe buscar, cuando se va a hacer una restauración de esta magnitud, es conocer muy bien los parámetros de la arquitectura, que necesita la obra.
Y seguidamente, se debe contar con un presupuesto de rentas y gastos, un periplo muy difícil de lograr, si sus Majestades los Feligreses, no se meten las manos a sus bolsillos.


Dos años después, nuestro ilustre Rector, empieza a montar la restauración de la Basílica, con los mejores resultados, como la vamos a ver, a través de una serie de fotografías que he podido tomar.
Quiera el cielo, que cuando el Padre Rogelio se tenga que marchar, porque el Señor Arzobispo lo necesita, en otra obra arquidiocesana, no vayan a resultar: Falsos reformadores que quieran volver a disfrazar la Basílica, como si fuera un edificio de Disneylandia, solo por el hecho de que: 

Aquí el que manda, soy yo.



Nuestro altar mayor, es muy parecido a la antesala del cielo y en el momento actual, las imágenes de madera tallada, no quiteñas, como dicen algunos falsos historiadores, representan muy bien los criterios religiosos que manejamos, porque están:
La imagen de Nuestra Señora de la Asunción que es nuestra patrona; la imagen del Corazón de Jesús, una advocación con una larga trayectoria en la iglesia Católica; La imagen de Jesús Crucificado, que es tal vez, la que más queremos los católicos de este conglomerado; y la de San José, que es el titular de nuestro templo y que ocupa una posición muy importante en el santoral eclesiástico de la Iglesia Católica.
Las cuatro imágenes son de tamaño monumental y de madera tallada.
Nunca entendimos, porque retiraron del altar mayor, a San José  y lo llevaron al rincón más alejado, de su especial nicho, en el altar mayor.


 Este es el altar de la nave derecha del templo, en donde veneramos a Nuestra Señora la Inmaculada Concepción, una de las advocaciones más antiguas de la Virgen y con las medidas de un santo monumental de origen escandinavo; y en el altar superior, tenemos a Santa Mónica, una santa muy respetable en el viejo santoral; también se aprecian las imágenes de Santa Teresita del Niño Jesús, María auxiliadora, el Señor de la divina misericordia y El Padre Marianito.
Observen la fina presentación de la columna, con todos sus parámetros de orden arquitectónico toscano y sin las famosas rayitas rojas, que parecían un disfraz para el Halloween.


Este es el altar lateral de la izquierda, que se lo dedicaron al Santísimo Sacramento, observen la cantidad de flores con que lo mantienen, para rendir honores al: Santo de los Santos.
Su presentación es impecable y me costa que nunca está sin una buena decoración.
También se aprecia la imagen de San Antonio, un santo varón muy visitado por todos los viejos católicos.


Esta fotografía fue tomada con toda la malicia del caso, para poder observar la majestuosidad de la columnata y la arquería; en esta fotografía está la esencia de la restauración que el Padre Rogelio y su equipo parroquial, están haciendo.
No olviden este concepto:
Casi todas nuestras imágenes son talladas en madera en forma maciza y tienden a ser de tamaño monumental y de estilo escandinavo, es decir Santos que parecen extraterrestres, como nuestro Resucitado.
Solo algunas imágenes de nuestra Semana Santa, como: El San Pedro, el San Juan, la Magdalena, la Verónica, los apóstoles y la Dolorosa, son quiteñas; esto quiere decir que son una buena armazón de madera, con rostro, manos y pies, que tenemos que vestir, para poderlo presentar a la feligresía.
Vale decir: Que son caras perfectas, que ningún tallador moderno, es capaz de hacer.



Observen la profundidad del diseño de nuestro templo, que es maravilloso; uno se queda con la boca abierta, cuando ve la majestuosidad de este lugar, aquí pudiéramos  decir: Este es un verdadero espacio de paz interior, en donde nos podemos dirigir a Dios, a la Virgen y a sus Santos.
Cuando uno ve este espectáculo, se queda sin palabras, muchos turistas a los cuales he orientado en sus giras turísticas, para hablarles del templo, manifiestan, las cosas que estoy escribiendo.
Observen muy bien en cada una de las columnas y los arcos, la dimensión de la restauración que se está haciendo, por ningún lado aparecen los extravagantes bisbises, que les habían colocado: Los no, tan famosos reformadores.


En esta otra fotografía, también aplique una buena mirada de soslayo, para que aprecien cómo se combinan los arcos, las columnas y las tres naves.

Creo que no tenemos nada para envidiarle a los templos de la tierra.
Me parece que la feligresía sopetranera, va a quedar eternamente agradecida, con la obra que el Padre Rogelio está haciendo, en compañía de su equipo parroquial.


En esta fotografía se observa una de las tribunas o balconcillos del altar mayor y se ven las ventanas iluminadas por la luz solar; si así lo expreso, es porque uno de los reformadores, condenó el templo a perder la luz solar, en uno de sus lados y por ende  al sistema natural de aire acondicionado, con que los constructores lo habían concebido, toda vez que en las grandes funciones, puede albergar a cuatro o cinco mil espectadores y el aire puro es indispensable para la respiración humana.
El sistema trabajaba así:
El aire fresco entraba por las cinco puertas y por las ocho ventanas y cuando se recalentaba y perdía el oxígeno, era expulsado por las cuatro medias claraboyas que hay, en cada una en las dos tribunas y las tres claraboyas del frontispicio para permitir la entrada de más aire fresco y oxigenado. 


 Hubo dos nichos que fueron totalmente restaurados, este en donde colocaron una joya de la Semana Santa: La Virgen de los Dolores y el de la parte contraria en donde está Nuestra Señora de la Mercedes.



Observen la otra tribuna; las medio claraboyas y la ventanas que fueron privadas de la entrada de la luz solar y el oxígeno.
El reformador en su ignorancia atrevida, las reemplazó por lámparas de neón.
Fue tan atrevido, que cuando se va a construir cerca de una joya arquitectónica, como la que tenemos, las leyes colombianas anuncian que es necesario hacerlo a tres metros de distancia de la joya, para no entorpecerla, así se aprecia en la Candelaria de Medellín y la Bolsa de valores, pero el reformador sostenía:
Aquí el que manda soy yo.
Y había que decir:
Palabra de Dios.


Este confesionario que pertenece al orden arquitectónico mudéjar, con algo de romano compuesto, también fue restaurado por el Padre Rogelio.
No se les haga raro que este orden arquitectónico funcione tanto en Colombia, porque somos hijos de España, queramos o no.
Para utilizar este orden arquitectónico, como es tan elaborado y tan ornamentado, se necesita mucho dinero y en España, los árabes o Moros, lo tenían en abundancia.


Esta joya de biombo, que se utilizaba para menguar el ruido y la contaminación con el mundo exterior, cuando el Santísimo Sacramento estaba en el altar mayor, sufrió un terrible percance, por las travesuras de los ventarrones, porque una tarde fue derribado por el viento y quedó hecho pedazos.
Pero como nuestro Rector es un personaje que está aferrado a todas las riquezas del templo y sabe apreciarlas, también lo restauro.


El lugar que la administración anterior, había organizado para tener a Nuestra Señora de Sopetrán, que era un verdadero desastre, está siendo restaurado y vale la pena decir, que en este momento es un lugar agradable;  pero tengo entendido, que lo van a mejorar notablemente, con unos dineros que están consiguiendo algunos feligreses, que se preocupan por mantener en orden la calidad de nuestra Basílica.


También nuestro bautisterio, recibió un alivio protector, de nuestro Rector, el Padre Rogelio, porque en la administración anterior, lo habían convertido en un parrandiadero de bobos; si así lo afirmo, es porque regalaron la pila bautismal, para ponerla en el patio de la casa de la cultura; y la imagen de San Juan Bautista, fue reemplazada por la Pietá, que había regalado, Don Gustavo Gaviria Blaire.
El orden arquitectónico al que pertenece esta joya, en la cual está ubicada la famosa pileta de mármol, en donde habíamos sido bautizados, todos los miembros de esta parroquia a lo largo de la historia del templo, no se puede precisar, con mucha sabiduría, porque las tres personas que lo diseñaron: Los Sacerdotes Germán Ceballos y Ramón Ramírez, acompañados de Jesús Sevillano Mejía, mi padre, no tenían muchos conocimientos de arquitectura.
Si quisiéramos describirlo tal como es, tendríamos que decir:
Por el arco y las cuatro columnas, pertenece al toscano; pero sobre los capiteles de las columnas, no colocaron acróteras, que es el ornamento más usual, sino que pusieron unos ornamentos, que son propios, del orden arquitectónico gótico y los remates de estos ornamentos, que debieran ser puntiagudos, los cambiaron por flores de lis, que también son de gótico; vale decir que esas flores fueron talladas por mi padre, que era un genio en esa materia.
En conclusión pudiéramos decir:
Que los rasguñitos, que  los reformadores: Atrevidos, brutos y egocentristas, le causaron a la arquitectura de nuestro templo, están siendo corregidos, por un Rector: Sabio, emprendedor, humilde y lleno de esperanzas, que el cielo nos quiera conservar, para bien de todos.
Esos crímenes arquitectónicos, están costando una millonada, que según anuncia la parroquia, asciende a una cantidad muy alta de dinero y creo en mi humilde concepto que para acabar de remodelar, se necesitaría otra buena cantidad, tal vez más alta, que probablemente la van a asumir los feligreses de bien, porque al Padre Rogelio y a su equipo, los tenemos que rodear, para que no se sientan solos, en su buen propósito de mantener, la casa de Dios, con una buena presentación y la mejor estética.
Recuerden todos los católicos de Sopetrán y aquellos que no siendo católicos, se identifican con nuestro patrimonio, que debemos ser muy generosos con nuestras limosnas, porque en el momento actual, el dinero de ellas, se está viendo muy bien invertido, en las riquezas del templo.
Si las personas con más edad recuerdan, los altares de San Isidro, eran famosos, porque la cantidad de ganado, a veces se elevaba a treinta y cuarenta animales, pero como no se sabía en qué invertían esos dineros, los feligreses, fueron sacando la mano hasta que nunca más aparecieron las famosas reses; pero en el momento actual, yo que soy un buen observador y que todo lo digo con seriedad y mucha verdad, puedo afirmar que las cosas están mejorando y que día a día, abundarán notablemente, porque nuestro ilustre Rector, está ejecutando unas obras de mucha envergadura.


Quiera Dios que algún día volvamos a ver el frontispicio de nuestra Basílica, como ella era: Blanca y pura y para decirlo poéticamente: 
Con blancura angelical, como lucía antes de las malas intervenciones de los dos últimos reformadores.

Sopetrán, Noviembre 12 del 2019.
Darío Sevillano Álvarez.