La larga historia de la
Basílica de Nuestra Señora de la Asunción.
Nuestro templo parroquial tiene una
vieja historia, de 341 años, contados a partir de 1678, cuando empezaron a
funcionar los planos que el arquitecto, gobernador y capitán del ejército
español, Don Juan Buesso de Valdés, hubiera diseñado, por petición de la
feligresía, que tenía muchos milagros concedidos por Nuestra Señora de
Sopetrán, de la cual hay un importante lienzo, en la parroquia de San Roque, que
les fue facilitado, para que pudieran alabar a Nuestra Señora y que hoy reposa
en el rincón de San Alejo, en la casa parroquial de ese corregimiento.
Vale la pena decir que por la
gentileza del Doctor: Raúl Tamayo Gaviria, conseguimos con muchos esfuerzos,
que el Gobernador: Luis Pérez Gutiérrez, enviara a un perito en restauraciones
de oleos famosos, para que viera lo que se debía hacer, pero se encontraron con
el obstáculo, de que el ilustre Párroco de esa feligresía, no supo decir en
donde lo tenía, no sabemos si por vergüenza del mal trato que le han dado o
porque no lo quiso mostrar y nos quedamos con la gana y sin la plata para esa
restauración.
La imagen que verán a continuación,
es una reconstrucción, que logré hacer con mis herramientas de tecnología de punta,
de ese precioso óleo, que tiene cuatrocientos tres años y que fue pintado en
Santa Fe de Antioquia, por orden de nuestro fundador Francisco Herrera
Campuzano y luego fue traído procesionalmente desde Santa fe de Antioquia,
hasta el templo de Córdoba, el día 14 de Agosto de 1616, como lo narra el
historiador Santafereño: Don Miguel Martínez y por esa razón muchos creyeron,
hasta hace cuarenta años, que era una pintura de la Virgen de la Asunción, pero
logramos saber que esta, es una Virgen española, que se venera en la Villa de
Hita en España; por información de un Sacerdote español de nombre Domingo
García y García, que vino a visitarla y me desenredó los intríngulis de esta
famosa advocación.
Óleo pintado por Darío Sevillano
Álvarez, de muestra del cuadro original de Nuestra Señora de Sopetrán, donado
por nuestro fundador Francisco Herrera Campuzano.
Si seguimos con nuestro relato,
tenemos que entender que si el templo fue empezado a construir en el año de
1678, para esa época, no se mentaba en ningún rincón de la tierra, la palabra
neoclásico, porque los más sabiditos en historia universal, debemos recordar,
que ese término empezó a funcionar después de las excavaciones, que algunos
antropólogos hicieron, en donde se creía, habían estado situadas las villas de
recreo de los Romanos: Pompeya y Herculano, ese acontecimiento se produjo entre
los años de 1738 y 1748 y en él, encontraron edificios preciosos, en donde se
combinaban con mucha maestría lo tres antiguos órdenes arquitectónicos de la
tierra: Dórico, Jónico y Corintio y a ese nuevo orden, empezaron a nominarlo,
como: Neoclásico o Neoclasicismo.
En esta forma está el óleo de Nuestra
Señora de Sopetrán, que permanece tirado en un rincón de San Alejo, en la casa
parroquial de Córdoba.
Pero si recuerdan bien, ese orden
arquitectónico no funcionó y solo se empezó a manejar, después de la revolución
francesa, año de 1789, cuando los grandes ganadores de esta revolución,
quisieron imponerlo, para acabar con los dos órdenes arquitectónicos que manejaban
las monarquías europeas: El Barroco y el Rococó, que por cierto eran
supremamente recargados de ornamentación y a mi modo de ver las cosas, la
belleza de los edificios, era escandalosa y montañera.
Arte rococó, observen bien la
cantidad de bisbises.
Pero el neoclasicismo solo llegó a Colombia muchos después del año 1800, cuando nuestro templo tenía, 122 años de estar en construcción.
Por esta razón, la construcción que se hizo hasta el año de 1800, pertenece el orden arquitectónico: Toscano, que es un orden sencillo de los dos que existían en Roma y que se utilizaban en América; recuerden que el otro es el Romano compuesto, que solo lo podían tener los grandes hombres del imperio y los Césares.
Cuando estaban terminando los planos del arquitecto y general del ejército español: Don Juan Buesso de Valdés, que lo había concebido para ser un templo parecido a los de Atenas, es decir: Plano, sin torres y con un remate triangular, tal como aparece la fachada, hasta el triángulo que hay debajo del sofito del reloj.
Observen muy bien cómo eran esos
templos y esto fue lo que Don Juan Buesso de Valdés, quiso imitar.
Pero para esa época, aparecieron dos
grandes ricos de Sopetrán: Don Manuel María Dávila y Don Pedro Sevillano, que
prometieron aportar, los dineros para construir las dos torres, que en este
momento lo acompañan.
Este dato es muy certero e histórico,
porque se encuentra en la cruz latina que corona el sofito del reloj, con
caracteres indelebles y además revela la fecha en que fue inaugurado el templo:
22 de Noviembre de 1882.
En esta parte de la construcción, es
en donde empiezan a aparecer, los disfraces de otros órdenes arquitectónicos.
Las dos torres y el sofito en donde
está el reloj, no son toscanos, sino neoclásicos, es decir con influencias del nuevo
orden que acababa de aparecer en la tierra y en el interior del templo, que ya
estaban construidas: Las columnas, los arcos, y los techos, todos ellos del
orden arquitectónico toscano.
Observen la simplicidad de estas
columnas toscanas.
Pero aún no estaban construidos los altares de las tres naves y en esos están incorporados muchos elementos de orden arquitectónico neo
clásico.
Pero voy a poner un ejemplo, para que todos me entiendan:
Cuando voy vestido de pantalón blanco, camisa roja y unos accesorios de color gris; no puedo decir que estoy vestido de rojo y lo normal es que diga: Estoy vestido de blanco, con una camisa roja y unos accesorios de color gris.
Esta misma norma rige en los órdenes arquitectónicos y como nuestro templo, tiene influencias de varios de ellos: Toscano, romano compuesto, gótico, neoclásico, mudéjar y moderno, lo normal es que anunciemos ese descomunal disfraz.
Miren las diferencias de los tres viejos órdenes.
Cada uno tiene sus parámetros propios
y los tres son igualmente hermosos.
Observen las diferencias entre los
dos órdenes romanos: El romano compuesto, que solo lo podían tener las
construcciones que pertenecían a los Césares, los senadores y los grandes
tribunos del ejército romano y el toscano que era muy sencillo y se utilizaba
para las personas del pueblo; la plebe, como se les llamaba, pero plebe, no es
un término peyorativo, sino que en el idioma latino a la ciudadanía se le
llama: plebe.
Pero si miramos las columnas y los
arcos del orden arquitectónico Mudéjar o morisco, que se empleó en muchas
construcciones españolas, como la de la Alhambra en Sevilla, las cosas se ponen
algo más interesantes, porque los diseños están llenos de ornamentos y son
totalmente distintos a los órdenes que les he mostrado.
Por esta razón, es muy importante que
la persona que va a hacer una reforma arquitectónica, tenga la suficiente
información de todas las normas que rigen en esta delicada disciplina, para
evitar que la posteridad, se burle de los malos conocimientos del reformador,
como está pasando; y lógico, para no dañar el diseño arquitectónico que va a
reformar.
Recuerden pues, que los grandes
reformadores del templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, fueron
Sacerdotes que tenían muy buena voluntad para hacerlo; pero que carecían de los
conocimientos necesarios para ponerlas en práctica.
Yo diría, que eran Sacerdotes: Santos, pero no sabios.
Pasemos a otro enredo que nunca he
entendido:
No sabe uno qué les pasa a ciertos
historiadores, que confunden: La tierra con la pomada, porque citan en sus
escritos cosas arrevesadas que nunca han pasado y tergiversan tanto los
acontecimientos históricos, que pueden poner: A Bolívar, descubriendo la américa
y a Colón libertándonos del yugo de los españoles.
Alabado seas Señor por
todas tus criaturas bobas.
En algunos escritos que están
montados en internet, he alcanzado a leer:
Que Don Juan Buesso de Valdés, fue el
que donó los dineros para la construcción de las torres; hecho que no es
verídico, porque, este ilustre español, vivió en los años de la colonia y las
torres fueron construidas en plena república, una diferencia de casi dos siglos.
Esto les pasa, por estar metiendo las
narices en donde no les corresponde, porque para ser historiador, es necesario
vivir leyendo y no precisamente revistas de farándula y de aventuras; sino
obras estructuradas que se relacionan con la materia.
Para resumir todo lo que he dicho, pudiéramos
escribir en un párrafo, que resultaría muy importante, muy verídico y muy
ajustado a la arquitectura, la realidad del diseño arquitectónico del templo;
para quedar bien librados en esta importante ciencia, un poco complicada para manejar.
Nuestro templo parroquial, ahora
Basílica de Nuestra Señora de la Asunción, está combinado con una cantidad de
elementos de órdenes arquitectónicos distintos:
Toscano en un 60%; Neoclasicismo en
un 30%; gótico, mudéjar, romano compuesto, dórico y modernismo, en un 10%.
El sesenta por ciento corresponde al
primer altar del frontispicio, que conserva todos los elementos del toscano; la
columnata y la arquería del interior del templo.
El treinta por ciento corresponde a
los diseños de las torres; el sofito del reloj; y los tres altares de las
naves.
El diez por ciento corresponde a los
rosetones del arte gótico, que tiene el frontispicio en las claraboyas y las
flores de lis que tienen los altares laterales, en los capiteles de las
columnas planas; los almocárabes que hay en los frisos del altar mayor y los
diseños de los confesionarios, que son de estilo mudéjar; las volutas o
enroscamientos que hay en el sofito del reloj y en las columnas del altar mayor, que pertenecen al orden arquitectónico jónico;
al altar del Santísimo que hay incrustado en la parte baja, en el altar de la
nave central, que además es de madera tallada, las acróteras que hay en las
partes laterales del altar mayor y en el sofito del reloj y los remates de las
torres y las hojas de acanto que tienen las columnas en sus capiteles, que pertenecen,
al orden arquitectónico romano compuesto; los triglifos, o rayas en bajo
relieve, que tienen los frisos de las seis grandes columnas del frontispicio,
que son joyas del arte dórico; y la
hermosura de los zócalos, que acompañan los netos o cubos de la columnata y
las paredes laterales del templo, que son de un modernismo atrevido.
Estas combinaciones se parecen a esto:
Cuando uno va ataviado de saco con
cola de pato, corbata, mancornas y en los pies se pone unos alpargates.
Con esto en la mano, podemos decir
que los reformadores, no lograron el propósito de embellecimiento, sino que
hicieron una combinación un poco irrespetuosa, en la belleza de nuestra
basílica y una destrucción de nuestro patrimonio arquitectónico.
Época de oro de nuestra
Parroquia.
Cuando el Señor Arzobispo, Don
Orlando Antonio Corrales García, tuvo a bien, mandarnos como Rector de la
Basílica, al Padre Rogelio Rodríguez Graciano, un Sacerdote joven, lleno de
ilusiones, sabio y con una condición indispensable para las personas que gozan
del don de la sabiduría: Humilde, nos metió en la época de oro de nuestra vida
parroquial.
Empecemos este relato, contándole a
los que no saben, cuál fue la fecha, en que nos elevaron el templo parroquial a
la categoría de Basílica.
El día 4 de Abril del 2014.
Esta fecha fue memorable, por sus
características, porque no todos los templos de la tierra, son Basílicas; más
no por el personaje que conducía los destinos parroquiales que era un desastre.
Cuando el Padre Rogelio llegó a
Sopetrán, tuve la oportunidad de conocerlo en una reunión en el palacio
consistorial y de ese momento en adelante empecé a descubrir sus cualidades
como: Hombre Cristo; su modestia para aceptar observaciones e insinuaciones; la
facilidad que tiene para llegar a sus feligreses; la humildad cómo se comporta
en su vida diaria; la tranquilidad de su actitud, para resolver los problemas; y
fue así como me puse a sus gratas órdenes, para todo aquello que significara
progreso y buenas obras en pro del ente parroquial.
Tuve la oportunidad de discutir con
Él muchos aspectos sobre la arquitectura del templo y en medio de sus grandes
conocimientos y su alta dosis de humildad, reconoció que en parte, yo tenía
unas razones y que iba a investigar mejor esos aspectos, para tratar de
corregirlos, si era necesario.
La primera cosa que se debe buscar,
cuando se va a hacer una restauración de esta magnitud, es conocer muy bien los
parámetros de la arquitectura, que necesita la obra.
Y seguidamente, se debe contar con un
presupuesto de rentas y gastos, un periplo muy difícil de lograr, si sus Majestades
los Feligreses, no se meten las manos a sus bolsillos.
Dos años después, nuestro ilustre
Rector, empieza a montar la restauración de la Basílica, con los mejores
resultados, como la vamos a ver, a través de una serie de fotografías que he
podido tomar.
Quiera el cielo, que cuando el Padre
Rogelio se tenga que marchar, porque el Señor Arzobispo lo necesita, en otra
obra arquidiocesana, no vayan a resultar: Falsos reformadores que quieran
volver a disfrazar la Basílica, como si fuera un edificio de Disneylandia, solo por el hecho de que:
Aquí el que manda, soy yo.
Nuestro altar mayor, es muy parecido
a la antesala del cielo y en el momento actual, las imágenes de madera tallada,
no quiteñas, como dicen algunos falsos historiadores, representan muy bien los
criterios religiosos que manejamos, porque están:
La imagen de Nuestra Señora de la
Asunción que es nuestra patrona; la imagen del Corazón de Jesús, una advocación
con una larga trayectoria en la iglesia Católica; La imagen de Jesús Crucificado,
que es tal vez, la que más queremos los católicos de este conglomerado; y la de
San José, que es el titular de nuestro templo y que ocupa una posición muy
importante en el santoral eclesiástico de la Iglesia Católica.
Las cuatro imágenes son de tamaño
monumental y de madera tallada.
Nunca entendimos, porque retiraron
del altar mayor, a San José y lo
llevaron al rincón más alejado, de su especial nicho, en el altar mayor.
Este es el altar de la nave derecha del
templo, en donde veneramos a Nuestra Señora la Inmaculada Concepción, una de las
advocaciones más antiguas de la Virgen y con las medidas de un santo monumental
de origen escandinavo; y en el altar superior, tenemos a Santa Mónica, una
santa muy respetable en el viejo santoral; también se aprecian las imágenes de
Santa Teresita del Niño Jesús, María auxiliadora, el Señor de la divina
misericordia y El Padre Marianito.
Observen la fina presentación de la
columna, con todos sus parámetros de orden arquitectónico toscano y sin las
famosas rayitas rojas, que parecían un disfraz para el Halloween.
Este es el altar lateral de la
izquierda, que se lo dedicaron al Santísimo
Sacramento, observen la cantidad de flores con que lo mantienen, para
rendir honores al: Santo de los Santos.
Su presentación es impecable y me
costa que nunca está sin una buena decoración.
También se aprecia la imagen de San
Antonio, un santo varón muy visitado por todos los viejos católicos.
Esta fotografía fue tomada con toda
la malicia del caso, para poder observar la majestuosidad de la columnata y la
arquería; en esta fotografía está la esencia de la restauración que el Padre
Rogelio y su equipo parroquial, están haciendo.
No olviden este concepto:
Casi todas nuestras imágenes son
talladas en madera en forma maciza y tienden a ser de tamaño monumental y de
estilo escandinavo, es decir Santos que parecen extraterrestres, como nuestro
Resucitado.
Solo algunas imágenes de nuestra
Semana Santa, como: El San Pedro, el San Juan, la Magdalena, la Verónica, los
apóstoles y la Dolorosa, son quiteñas; esto quiere decir que son una buena
armazón de madera, con rostro, manos y pies, que tenemos que vestir, para
poderlo presentar a la feligresía.
Vale decir: Que son caras perfectas,
que ningún tallador moderno, es capaz de hacer.
Observen la profundidad del diseño de
nuestro templo, que es maravilloso; uno se queda con la boca abierta, cuando ve
la majestuosidad de este lugar, aquí pudiéramos
decir: Este es un verdadero espacio de paz interior, en donde nos
podemos dirigir a Dios, a la Virgen y a sus Santos.
Cuando uno ve este espectáculo, se
queda sin palabras, muchos turistas a los cuales he orientado en sus giras
turísticas, para hablarles del templo, manifiestan, las cosas que estoy
escribiendo.
Observen muy bien en cada una de las
columnas y los arcos, la dimensión de la restauración que se está haciendo, por
ningún lado aparecen los extravagantes bisbises, que les habían colocado: Los no, tan famosos reformadores.
En esta otra fotografía, también
aplique una buena mirada de soslayo, para que aprecien cómo se combinan los
arcos, las columnas y las tres naves.
Creo que no tenemos nada para
envidiarle a los templos de la tierra.
Me parece que la feligresía sopetranera,
va a quedar eternamente agradecida, con la obra que el Padre Rogelio está haciendo,
en compañía de su equipo parroquial.
En esta fotografía se observa una de
las tribunas o balconcillos del altar mayor y se ven las ventanas iluminadas
por la luz solar; si así lo expreso, es porque uno de los reformadores, condenó
el templo a perder la luz solar, en uno de sus lados y por ende al sistema natural de aire acondicionado, con
que los constructores lo habían concebido, toda vez que en las grandes funciones,
puede albergar a cuatro o cinco mil espectadores y el aire puro es
indispensable para la respiración humana.
El sistema trabajaba así:
El aire fresco entraba por las cinco
puertas y por las ocho ventanas y cuando se recalentaba y perdía el oxígeno, era
expulsado por las cuatro medias claraboyas que hay, en cada una en las dos
tribunas y las tres claraboyas del frontispicio para permitir la entrada de más
aire fresco y oxigenado.
Hubo dos nichos que fueron totalmente
restaurados, este en donde colocaron una joya de la Semana Santa: La Virgen de
los Dolores y el de la parte contraria en donde está Nuestra Señora de la
Mercedes.
Observen la otra tribuna; las medio
claraboyas y la ventanas que fueron privadas de la entrada de la luz solar y el
oxígeno.
El reformador en su
ignorancia atrevida, las reemplazó por lámparas de neón.
Fue tan atrevido, que cuando se va a
construir cerca de una joya arquitectónica, como la que tenemos, las leyes
colombianas anuncian que es necesario hacerlo a tres metros de distancia de la
joya, para no entorpecerla, así se aprecia en la Candelaria de Medellín y la Bolsa
de valores, pero el reformador sostenía:
Aquí el que manda soy
yo.
Y había que decir:
Palabra de Dios.
Este confesionario que pertenece al
orden arquitectónico mudéjar, con algo de romano compuesto, también fue
restaurado por el Padre Rogelio.
No se les haga raro que este orden
arquitectónico funcione tanto en Colombia, porque somos hijos de España,
queramos o no.
Para utilizar este orden
arquitectónico, como es tan elaborado y tan ornamentado, se necesita mucho
dinero y en España, los árabes o Moros, lo tenían en abundancia.
Esta joya de biombo, que se utilizaba
para menguar el ruido y la contaminación con el mundo exterior, cuando el
Santísimo Sacramento estaba en el altar mayor, sufrió un terrible percance, por
las travesuras de los ventarrones, porque una tarde fue derribado por el viento
y quedó hecho pedazos.
Pero como nuestro Rector es un
personaje que está aferrado a todas las riquezas del templo y sabe apreciarlas,
también lo restauro.
El lugar que la administración
anterior, había organizado para tener a Nuestra Señora de Sopetrán, que era un
verdadero desastre, está siendo restaurado y vale la pena decir, que en este
momento es un lugar agradable; pero tengo
entendido, que lo van a mejorar notablemente, con unos dineros que están
consiguiendo algunos feligreses, que se preocupan por mantener en orden la
calidad de nuestra Basílica.
También nuestro bautisterio, recibió
un alivio protector, de nuestro Rector, el Padre Rogelio, porque en la
administración anterior, lo habían convertido en un parrandiadero de bobos; si
así lo afirmo, es porque regalaron la pila bautismal, para ponerla en el patio
de la casa de la cultura; y la imagen de San Juan Bautista, fue reemplazada por
la Pietá, que había regalado, Don Gustavo Gaviria Blaire.
El orden arquitectónico al que
pertenece esta joya, en la cual está ubicada la famosa pileta de mármol, en
donde habíamos sido bautizados, todos los miembros de esta parroquia a lo largo
de la historia del templo, no se puede precisar, con mucha sabiduría, porque
las tres personas que lo diseñaron: Los Sacerdotes Germán Ceballos y Ramón
Ramírez, acompañados de Jesús Sevillano Mejía, mi padre, no tenían muchos
conocimientos de arquitectura.
Si quisiéramos describirlo tal como
es, tendríamos que decir:
Por el arco y las cuatro columnas,
pertenece al toscano; pero sobre los capiteles de las columnas, no colocaron
acróteras, que es el ornamento más usual, sino que pusieron unos ornamentos,
que son propios, del orden arquitectónico gótico y los remates de estos
ornamentos, que debieran ser puntiagudos, los cambiaron por flores de lis, que
también son de gótico; vale decir que esas flores fueron talladas por mi padre,
que era un genio en esa materia.
En conclusión pudiéramos decir:
Que los rasguñitos, que los reformadores: Atrevidos, brutos y egocentristas, le causaron a la arquitectura de
nuestro templo, están siendo corregidos, por un Rector: Sabio, emprendedor, humilde y lleno de esperanzas, que el cielo nos
quiera conservar, para bien de todos.
Esos crímenes arquitectónicos, están
costando una millonada, que según anuncia la parroquia, asciende a una cantidad muy alta de dinero y creo en mi humilde concepto que para acabar de remodelar, se
necesitaría otra buena cantidad, tal vez más alta, que probablemente
la van a asumir los feligreses de bien, porque al Padre Rogelio y a su equipo,
los tenemos que rodear, para que no se sientan solos, en su buen propósito de
mantener, la casa de Dios, con una buena presentación y la mejor estética.
Recuerden todos los católicos de
Sopetrán y aquellos que no siendo católicos, se identifican con nuestro
patrimonio, que debemos ser muy generosos con nuestras limosnas, porque en el
momento actual, el dinero de ellas, se está viendo muy bien invertido, en las
riquezas del templo.
Si las personas con más edad
recuerdan, los altares de San Isidro, eran famosos, porque la cantidad de
ganado, a veces se elevaba a treinta y cuarenta animales, pero como no se sabía
en qué invertían esos dineros, los feligreses, fueron sacando la mano hasta que
nunca más aparecieron las famosas reses; pero en el momento actual, yo que soy
un buen observador y que todo lo digo con seriedad y mucha verdad, puedo
afirmar que las cosas están mejorando y que día a día, abundarán notablemente,
porque nuestro ilustre Rector, está ejecutando unas obras de mucha envergadura.
Quiera Dios que algún día volvamos a
ver el frontispicio de nuestra Basílica, como ella era: Blanca y pura y para decirlo poéticamente:
Con blancura angelical, como
lucía antes de las malas intervenciones de los dos últimos reformadores.
Sopetrán, Noviembre 12 del 2019.
Darío Sevillano Álvarez.
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