sábado, 5 de junio de 2021

¿Cómo se resulven los problemas en una democracia?

 

¿Cómo se deben resolver los problemas, si estamos en una verdadera democracia?

No existe, a mi modo de ver las cosas, una operación matemática que sea perfecta, para resolver los problemas que manejamos los colombianos.

La respuesta lógica a esta afirmación es que, nuestros problemas, son originados por varios factores: El social, el económico, el cultural y también influyen los problemas de salud, la falta de empleo formal, el descuido sistemático de su majestad el estado, respecto a sus ciudadanos y muchas otras cosas más.


Por estas razones, la manera más efectiva y conciliadora es que, en los diálogos que se están haciendo, participe adecuadamente el común de los ciudadanos, que son los que están llevando del bulto, como decimos los antioqueños.

Pero en esos diálogos, no se deben infiltrar los líderes del desorden, porque las soluciones que ellos proponen con su actitud son: La destrucción del patrimonio público; el caos gubernamental; el imperio de la anarquía; y la muerte a todos los que gustan de guardar la constitución y las leyes; Y esa no es la solución que demandamos las personas de bien.

La primera premisa de los diálogos, deberá estar cimentada en, un acuerdo entre los distintos bandos políticos, porque este acuerdo, nos permite avanzar a nivel de las corporaciones del estado.

Pero como los colombianos conocemos con pelos y señales, la conducta populista y demagógica de nuestros gobernantes, a nivel de todos los estamentos, como lo han demostrado los últimos cuatro gobernantes, sería un error garrafal, dejar que fueran ellos, los que van a encontrar las soluciones y por esa razón creo: Que los problemas en nuestra democracia, deberán ser resueltos, con más acciones democráticas, como es la incorporación de los ciudadanos de bien en las comisiones, que se dedicaran a buscar las soluciones a esos problemas que llevan décadas, gestando una bomba de tiempo, que acaba de estallar.

Las soluciones que se van a encontrar a corto, largo y mediano plazo, deberán ser buscadas en forma que produzcan una mejoría notable de los ciudadanos, que vienen sufriendo, la ausencia del estado a nivel de todas las disciplinas que acabo de anunciar.


Recuerden esta premisa:

Las personas quieren ser escuchadas y desean aportar ideas, para mejorar las condiciones de vida de los colombianos y es de suma importancia hacerlo, para conseguir los objetivos que estamos buscando y terminar de una vez por todas, las amarguras de los paros, que a nada conducen y que, de seguirse dando, van a acabar con todo lo que hemos construido en la nación, con muchos esfuerzos en nuestra larga historia de vida democrática.

La manera como estoy viendo los famosos diálogos, me está mostrando una soberbia inaceptable de parte del gobierno; y un desacierto continuo y prolongado de los ciudadanos que participan en ellos, porque están exigiendo cosas que son inconcebibles y que valen más que dos o tres reformas tributarias juntas.

Las decisiones que se tomen en común acuerdo, deberán aliviar las amarguras de muchos colombianos que, siempre han vivido en absoluta pobreza y todo por un descuido sistemático del estado que, solo piensa en los grandes señores del país.

 

Creo sin lugar a dudas que escuchar a los ciudadanos de bien, deberá ser la meta de los futuros gobernantes, para tener éxito en sus labores administrativas.

Es bueno traer a la memoria, las grandes amarguras que hemos vivido en los últimos años, para que las soluciones que se van a tomar, tengan que ver con esas angustias:

Los tiempos que estamos viviendo debido a la famosa pandemia China que, nos ha arrebatado a muchos amigos y familiares y tiene quebradas a las pequeñas empresas; a las compañías de aviación; a un porcentaje muy alto de comerciantes; a las grandes cadenas de almacenes; y a los bolsillos de los ciudadanos comunes y corrientes que, vivimos de un pequeño salario, porque los grandes sueldos, en Colombia, solo son para los congresistas y los altos mandos.


Las noticias que,

 muestran las grades angustias del pueblo, dicen:

Que las personas fueron arrastradas, desde el inicio de la pandemia, a la pobreza.

Igualmente, hubo un retroceso de 12 años en pobreza y de 20 en pobreza extrema.

Vale la pena decir:

Que a las malas situaciones que veníamos experimentando muchos pueblos de América, hay que agregar un componente muy peligroso:

 

El malestar civil socio-económico que, se ha venido incubando a lo largo de dos o tres décadas y que, explota como una bomba de tiempo, con proporciones de mucha envergadura y de tal intensidad que, se vuelve inmanejable, porque fue infiltrado por:

Las FARC, el narcotráfico; e ELN, nuestro gran amigo Nicolás Maduro, que se está desquitando de todos los dolores de cabeza que le han causado sus vecinos, ante las corporaciones internacionales; las grandes potencias como: Rusia, Irán, China, y Cuba que, de alguna manera están interesados en acabar con las pocas democracias del planeta.


El resumen de lo que nos está pasando podría ser:

La Pandemia del covid 19 y sus terribles consecuencias; dos millones de personas que. habían salido de la pobreza absoluta, han regresado a ella, en condiciones peores; cerca de tres millones de personas que eran pobres, ahora están en la indigencia; la población joven que, no estudia, ni trabaja, supera los dos millones de habitantes; una inmensa mayoría de colombianos, no tienen casa para vivir y se encuentran metidos en verederos tugurios de pobreza; muchos millones de familias, no cuentan con la renta suficiente, para comprar la canasta familiar básica; etc. etc. etc.

¿Cuáles serían las soluciones a estos problemas?

Creo en mi humilde concepto que, hace falta una reforma tributaria en la que, involucren a los que más tienen, para pagar impuestos y con esos dineros financiar a los más pobres.

Es indispensable, recuperar la economía del país, duramente castigada, por el covid 19, y las malas acciones de los violentos en el mes de marchas, bloqueos y otros periplos que, no permiten las leyes, que han acabado con muchas empresas, que se vieron obligadas a cerrar, por Falta de los insumos, que necesitan para su producción; también es de mucha importancia que, el gobierno, los industriales, los comerciantes y todas las grandes entidades del país, empiecen a generar nuevas fuentes de empleo, para que todos los que están llevando del bulto, tengan derecho a un salario mínimo; y los más importante que el gobierno aplique la norma: Democracia el arte de gobernar sabiamente a los pueblos y no la otra forma: Democracia, el arte de robarle sabiamente a los pueblos.


Es de suma importancia que, el gobierno con los ingresos de esa reforma, en vez de dedícalos a gastos inútiles, como compra de aviones militares; aumentos a los sueldos de los magnates; y tantas otras acciones que debilitan los dineros del estado; cree, apoyos estatales que ayuden a esos colombianos que están en la pobreza absoluta, porque los grandes males sociales que manejamos, se deben a la circunstancia de la pobreza que, obliga a muchos  a vivir de los robos y las  extorsiones y todos aquellos trucos que, se inventan, para financiar sus gastos.

Creo que los recursos jurídicos que nuestros gobernantes han diseñado para desmontar, las componendas del mal, me parecen importantes y me gustaría que lograran demostrarle a los violentos que, a pesar de que la protesta pacífica, está consagrada en las leyes; el libertinaje, los bloqueos, la quemada de los edificios públicos, la tumbada de las estatuas de nuestros hombres ilustres, la matada de los agentes del orden; el saqueo de los comercios; la quenada de buses de transporte público; y todo aquello que, han diseñado, para mostrar su enojo, son delitos y merecen ser castigaos con todo el peso de la ley .

El exministro Pinzón, que suena como próximo embajador en Washington, dice esto de cómo se puede construir un buen país:

“Algunos dicen que Colombia es muy compleja para soluciones sencillas.

Se equivocan.

Construyamos un país en el que nuestros hijos y nietos tengan oportunidades más allá de lo que jamás se ha conocido.

Pensemos en grande.

Querer el país es también querer a nuestros compatriotas”.

Me identifico plenamente con un escritor que esta semana dijo:

“Nadie podrá negar la importancia del diálogo social con quienes protestan pacíficamente. Sin embargo, es bueno también detenerse un instante en el alcance de esos diálogos a los cuales muchos quieren darle el alcance de negociaciones vinculantes. Así resulte obvio, recuérdese que las leyes emanan del congreso y que las autoridades gubernamentales no pueden acordar con particulares la agenda pública. Por ese motivo, los acuerdos para resolver pliegos de peticiones y lograr el levantamiento de paros, no crean obligaciones exigibles como las que derivan de un contrato. Su valor es, apenas, político; y a veces, cuando por haber sido suscritos bajo chantaje contienen compromisos incumplibles, son el punto de partida de nuevos pliegos y paros”.

Como punto final les quiero decir:

Si todos no estamos en condiciones de patrocinar al gobierno, las fuerzas del mal terminarán apoderándose de todo lo que hemos construido en doscientos años de historia.

Sopetrán, junio 4 del 2021.

Darío Sevillano Álvarez.