domingo, 22 de octubre de 2017

La preocupante soledad de algunos gobernantes.


Una desgracia colectiva.


La peor de la tragedias que le puede pasar a un funcionario público, que tenga que ver con los asuntos políticos de una nación, un departamento, un municipio o todas aquellas fracciones que tienen que ver con el poder, es la soledad que lo acompaña, al finalizar su mandato; porque recordemos que todo principio tiene su final y que el poder no es eterno, para nadie.


El presidente Santos, es uno de los casos, de soledad, más característicos que tiene Colombia, porque le tocó la mala suerte, de tener que tomar muchas decisiones, que al pueblo no le gustaron, y que si nos las tomaba, se le podía venir el mundo encima, cuando fracasó el plebiscito, que nadie calculaba que podía perder y al pueblo, no le llamó la atención aprobarlo; como el caso del tan sonado fast track, que para mí tengo, es el peor de los micos, que el famoso Congreso Colombiano, ha concebido en su peligrosa carrera de éxitos y fracasos.
La soledad, es el fruto del desgaste de manosear el poder, a veces bien manejado y otras tantas veces, haciendo uso de él, para imponer criterios erróneos.
Si damos una mirada a las palabras que el expresidente Gaviria pronunció, hace poco, cuando tomo posesión de la jefatura  del partido liberal: “Al presidente Santos la ha faltado espíritu reformista y ha tomado la decisión, muy poco sabia de apoyar la candidatura de Vargas Lleras, partiendo cobijas con el famoso gran partido Liberal”; recordemos que hasta los días del plebiscito, Gaviria se enfureció, con el pueblo colombiano, porque no apoyamos ese memorial de agravios, que era el desdichado acuerdo de paz, en contra de nuestra constitución.


Pero si miramos la actitud del Comandante Uribe, cuando anuncia que de hacer contactos, con Vargas Lleras, será porque han consultado al pueblo colombiano, para no caer en problemas de celos, con sus copartidarios y con el pueblo colombiano, que ya no quiere a Santos.
Recordemos que Vargas Lleras, está matriculado, como posible aliado de la oposición al gobierno de Santos, a pesar de que fue su mejor pupilo y que el gobernante le puso una cantidad muy alta de pesos, como comandante de obras públicas nacionales, para que pudiera posicionar su candidatura, que para esa época, era un gran acontecimiento.


A nivel del fenómeno político del país, con miras a las próximas elecciones, todo apunta, a no querer cuentas que tengan que ver con Santos, por el temor de un posible fracaso electoral.
Prueba de la que afirmo, son los famosos retiros de aquellos que otrora fueron grandes amigos de Santos y ahora no quieren saber nada de Él.
Los que conforman este bando, son: Juan Carlos Pinzón que salta de ministro de defensa, a ser un buen contradictor de las enseñanzas de su maestro; Rubén Darío Lizaralde, que salta de ministro de agricultura, a las filas de la oposición; Juan Carlos Henao, que era ministro de vivienda y ahora no quiere saber nada del gobierno que ayudó a manejar; Jairo Clopatofsky, que salta de la diplomacia, como representante nuestro en la república de Canadá, a una campaña abierta de desprestigio, a la administración Santos.





Este es un abanico muy amplio de opositores, que trabajaron directamente con Santos. ¿Ustedes se han preguntado a qué obedece este mal comportamiento?


Estoy convencido de que las astucias politiqueras que Santos manipuló, para llegar a la presidencia, que fueron tan bien planeadas, hasta para convencer a Uribe, que no es fruta que come mono, para nada le sirvieron, y ahora es víctima de su propio invento; tenemos que recordar, que todos los gobernantes populistas, que hablan y hablan, para no cumplir, siempre terminarán en este peligroso periplo.

Otra cosa que debemos tener en cuenta, es el hecho, no menos peligroso, de que los grandes analistas políticos, siempre han cantaleteado, que un gobierno de cuatro años, es muy desgastador y que si se le agrega una reelección, habría que decir, como el Topo Gigio: “Mamma mía”, que cosa tan peligrosa.
El mejor trofeo de Santos en los ocho años que gobernó a los colombianos, fue el premio Nobel de la paz y vaya paradoja: Es el peor enemigo de su gobierno y el que mayor número de problemas le ha granjeado.


Recuerden lo que anuncia el Uribismo: El acuerdo de paz, no produce esperanza, sino miedo.
Otro fenómeno peligroso que presenta el acuerdo de paz, es que todos aquellos que lo apoyaron en su momento, vulgarmente, se mamaron y ya no quien saber de él.
Hay otro aspecto muy preocupante: Que al presidente Santos no lo convencen mucho las redes sociales, para comunicar las iniciativas gubernamentales, como lo hacen Trump, Micrón y  otros muchos más.
Para mí, hay un fenómeno muy peligroso a nivel de la política: Que los candidatos a las próximas elecciones, todos quieren respaldar sus nombres buscando firmas; esto significa, que no creen en los partidos y solo aquellos que hablan de un cambio profundo en las costumbres políticas, son los que llevan la delantera en las encuestas de opinión.


En el palacio de Nariño, la soledad, es cada día más angustiosa y si comparamos el equipo que apoyo a Santos en el año de 2010, con el que le tiene el perro, en estos momentos de angustia, Santos está más solo que nunca.
Ojalá esta reflexión le sirva a algunos gobernantes, que se la pasan hablando baba y rumiando maldades para hacer, y son un estorbo público, para la gestión administrativa.

Sopetrán, Octubre 22 del 2017.
Darío Sevillano Álvarez.