viernes, 30 de abril de 2021

Descubriendo al pastorcito mentiroso.

 

¿Quién tiene la última palabra con la famosa reforma tributaria?

Cuando hemos sido buenos analistas de los problemas que aquejan a los colombianos, lo primero que debemos reconocer, es que hace falta una reforma tributaria, pero no como la del famoso, ministro Carrasquilla, que para mí tengo, es una de esas personalidades orgullosas, que solo piensa en los asuntos técnicos, que le pueden producir dinero a los gobernantes colombianos, pero se olvida por completo de los ciudadanos comunes y corrientes que vivimos en el país.


Los buenos economistas de la nación, en su gran mayoría, coinciden en la necesidad de una reforma, pero muy pocos respaldan, el texto originado en el gobierno, por las manos mágicas de Carrasquilla, para buscarse una cantidad de pesos que el gobernó populista de Duque, necesita para seguir ejerciendo la tercera dictadura del centro democrático, porque para mí, Duque es un presidente populista, con ínfulas de dictador moderado.

Todos los politólogos de la nación, coinciden que esta jugada de Duque, podría ser un suicidio político, que le costará muchas angustias a la colectividad de mutuo elogio, conocida con el nombre genérico de: Centro Democrático, cuyo máximo jerarca es el famoso expresidente Uribe.

Es posible que están actuando con algún grado de responsabilidad, pero las estrategias que están utilizando, no son las más adecuadas y me atrevo a pensar que se van a quedar, sin la: Sonada reforma; van a perder un alto grado de gobernabilidad; y le están abriendo las puertas a un peligroso y feroz suceso, que conocemos en el mundo moderno, con el nombre de: Populismo.

Si así me atrevo a escribirlo, es porque veo a las claras, la ausencia de estrategias, para conseguirlo.

El primer defecto que le encuentro, es que no hicieron un consenso, con los distintos estamentos del estado, antes de presentarla, porque el momento que estamos viviendo, por el famoso Covid, no es lo más agradable que nos ha sucedido en los últimos veinte años.

Tengo entendido que esta propuesta, no se socializó, con los distintos líderes de la colectividad política que integran las cámaras.

Cuando estas propuestas tan desajustadas se van a presentar, es importante no sacar a luz pública, su contenido, sin haber escuchado las posibles correcciones que se hubieran podido hacer, por parte de los líderes políticos del país.

Hicieron las cosas al revés, porque el consenso lo están buscando, cuando la reforma está en el congreso para someterá a su aprobación.

Esto indica la falta de conocimientos para conducir el país por parte de los gobernantes que tenemos.

Ahora, hasta los miembros del centro democrático, con su director el expresidente Uribe, están tratando de hacerle una reforma a la tan sabida reforma.

Lo que se me antoja creer, es que en la sabiduría de los politiqueros baratos, está planteada de tal manera, que en todos los casos va a salir triunfante la colectividad que nos gobierna hace una buena cantidad de años.

Que dijeron: Yo como gobernante presento una reforma imposible de ser aprobada; y Usted, como vocero del centro democrático, va a salvar a los ciudadanos de tan terrible flagelo, con una contrarreforma, para que vean que el centro democrático, si quiere a sus gobernados.

Lo que está pasando es esto:

Duque va por 23 billones de recaudo y Uribe por 12, para lograr algún monto intermedio y así crear la opinión de que el Gobierno empujó una reforma necesaria, pero excesivamente ambiciosa, y el Centro Democrático aterrizó la propuesta para quedarse así con el mérito ante el pueblo.

Eso fue cuidadosamente calculado, recodemos la frase evangélica:

” Los hijos des tinieblas, son más sagaces que los hijos de la luz”.

Pero me parece un proceder arriesgado, porque el mejor puerto, a donde Duque puede llegar, es el centro democrático, que fue el que lo llevó a la presidencia y que, a mi modo de ver las cosas, es el músculo político del gobernante: Ingenua actitud.

Porque le está dando todo el éxito de la contrarreforma, al comandante: Uribe.

Esta famosa reforma, con los huevos a 1800 la canasta; los 24 aviones de combate; el IVA a los servicios funerarios; hicieron que Carrasquilla, no pudiera presentarse ante la colectividad legislativa a defender el articulado de su propuesta y le tocó al presidente hacerlo, con tan mala suerte, que el mismo como jefe máximo, no sabía lo de del IVA a los servicios funerarios y esta realidad nos muestra a las claras, que el equipo del gobierno que revisó con lupa, el articulado, al parecer se saltó, no sabemos si malintencionadamente, muchos de los famosos gorilas, que presentaba esta ley.

Me está pareciendo, que la reforma va a nacer, con un paro cardíaco a bordo y que a la hora del parto se va a morir.

Todos estos acontecimientos, nos están llevando, lenta pero seguramente, a que Carrasquilla, se va a tener que ir a cantar a otro gallinero.

El panorama que vislumbra la tan sonada reforma, es demasiado incierto, porque día a día las colectividades políticas que integran el cuerpo colegiado, anuncian que no respaldaran al gobierno; es tan delicado el problema, que el Centro democrático, no la ha criticado, como lo hacen las otras entidades políticas, para tampoco la respalda en toda su extensión.

Los principales representantes del cuerpo colegiado, como: Vargas Lleras, Gavirias y otros, se han manifestado públicamente en contra de tan sonado desacierto y trabajan en una manera unificada para tumbarla.

Si han observado cuidadosamente a los candidatos políticos para las próximas elecciones, ninguno ha aparecido a defenderla o a atacarla, como quien dice: No nos queremos quemar en tan delicado asunto, porque sabemos que la necesitamos, pero la que están tramitando, no corresponde a los parámetros que vive el país.

Y que, decir de los bandos de la oposición, como: Petro, Robledo, Dilian Francisca, que están aprovechando la coyuntura para armar las estrategias políticas, que los puedan llevar al triunfo en las futuras elecciones.

Si Duque, no sabe manejar esta angustia política de grandes proporciones y no le encuentra la comba al palo, todos a una, vamos a perder, porque a pesar de que el estado necesita algunos dineros, no es esta la reforma que necesitamos, porque no se enfoca en las clases más favorecidas y en las entidades, que pueden aportarle a la nación; sino que la apoyan en los más débiles, como quien dice, acabemos con la pobreza absoluta: Matémoslos a punto de impuestos y necesidades.

Pero las fabulosas y descomunales jugadas del pastorcito mentiroso, que a escondidas ha despilfarrado el presupuesto de la nación, son muchas según lo revela un artículo publicado recientemente:

“Ante esto, resulta sumamente indignante que, según un informe publicado esta semana por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), Colombia ocupe el puesto 26 entre los países del planeta que más dinero han destinado a la compra de máquinas de guerra durante la pandemia, con una inversión que supera los 9.200 millones de dólares, ubicándose de esta manera, en el mapa regional, en el segundo lugar, después de Brasil. Así mismo, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) hizo público un informe en el que pone de manifiesto el gasto de más 20.000 millones de pesos que el gobierno de Iván Duque, en plena crisis sanitaria, hizo en publicidad oficial durante los primeros meses de la cuarentana. El dinero, proveniente del Fondo de Paz, fue distribuido a través de 15 contratos con los que se pretende posicionar la ya deteriorada imagen del presidente y mejorar su presencia en los medios de comunicación durante la pandemia. Solo en este ejercicio, Duque ha destinado –desde entonces– la suma de 28 millones de pesos diarios. Es decir, unos 840 millones al mes para hacer visible su rostro de hombre trabajador entre los colombianos.

Pero como este es un gobierno que engaña flagrantemente a los colombianos, intentó calificar de “fake new” los resultados de una investigación realizada por el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana y publicada por Noticias Uno en el que desmiente lo afirmado por Iván Duque en uno de sus programas televisivos sobre la inversión millonaria que su gobierno ha llevado a cabo durante la crisis sanitaria.


Según este informe, es falso que el gobierno haya realizado una inversión que se acerca al 11.04 por ciento del PIB.

Es decir, una cifra superior a los 117 billones de pesos, con la que se buscaba superar las necesidades de los colombianos como resultado de la crisis social disparada por la pandemia de covid-19.

En realidad, la inversión que el presidente ha hecho en el transcurso de la crisis no supera el 2.33 por ciento del PIB, que en términos económicos reales sería lo equivalente a los 25.4 billones de pesos.

La conclusión, pues, es solo una: Iván Duque le mintió a Colombia sobre la inversión económica realizada, una que el mismo informe califica de inferior con relación a las hechas por el resto de países latinoamericanos y del Caribe, que supera en promedio el 4.5 del PIB”.

Estas circunstancias han llevado a las calificaciones de mal sabor que Colombia ha recibido, de acuerdo con lo expresado en el siguiente artículo:


“Desde esta perspectiva, no resultaría difícil entender por qué Colombia se encuentra en la clasificación de naciones con el peor manejo de la pandemia. En el más reciente informe de la consultora estadounidense Bloomberg sobre las medidas asumidas por la mayoría de los Estados para combatir la enfermedad, Colombia aparece en el ranquin de los países que peor manejo le ha dado al problema, con un puntaje de 48.1. En este sentido, Bloomberg asegura que “a medida que el covid-19 se ha extendido por todo el mundo, ha desafiado las ideas preconcebidas sobre qué lugares abordarían mejor la peor crisis de salud pública en una generación. Colombia está entre los peores países del ranquin (…) con una puntuación de 48.1 que contrasta con naciones como Finlandia, Noruega y Australia, que lideran con un puntaje superior a 80”.

La primera condición que le debemos poner al presidente Duque, es que aprenda a decir la verdad; en segundo lugar hay que obligarlo a presentar una reforma tributaria hibrida, es decir que contemple lo relacionado con lo social y con lo económico y debe ser adecuada y muy concertada, con los efectos nocivos de la pandemia, que a mi modo de ver las cosas, nos acompañará, por lo menos otros dos años; también es impotente congelar las ideas de las entidades que aplauden la reforma contra pobreza y las recomendaciones de la entidades calificadoras de riesgo, que solo piensan en la parte económica y olvidan por completa la parte social.


Como punto final, debemos pensar en que no es el momento para gravar a la clase media y mucho menos a los menos favorecidos por el dinero y para mostrar las bondades de las premisas que he anunciado, como dirían los buenos filósofos, la conclusión es esta:

Hay que acabar con todo lo que huela a modificar las condiciones de gente común y corriente, a pesar de las justificaciones técnicas que dan los grades cacaos del país; bien venidas todas las ideas, que impulsen a la clase trabajadora; esta es la oportunidad, para que las clases pudientes y las grandes entidades se presten para aportarle más dineros al herario público; hay que acabar con la evasión de aquellos que apelan a los trucos jurídicos, para no pagar sus impuestos; es indispensable que el gobierno se aprete el cinturón, porque no podemos seguir desgastando lo dineros públicos , en beneficios de las figuras políticas que nos acompañan.

Con estas consideraciones en la mano, todo parece indicar:

Que será más difícil la reforma de la reforma, que la propia reforma. Buen trabalenguas: ¿Verdad?

Pero la conclusión es contundente, la necesitamos.


Sopetrán, abril 30 del 2021.

Darío Sevillano Álvarez.