Antes de irme a descansar, quiero hacer una Ñapa a mis escritos.
El síndrome de la desconfianza electoral, una enfermedad que se puede
volver pandemia, para los politiqueros baratos de estos tiempos.
Los partidos
políticos colombianos, se han transformado en peligrosísimos carteles de la
politiquería barata; del desagüe al presupuesto nacional; de las
sobrefacturaciones a cuanta obra diseñan; de legislar por fuera de la constitución,
porque para ellos, esa es la: Prostitución; y quien sabe cuántos otros trucos
que los vivos fabrican, para que los libros queden impecables y no puedan ser
investigados; amenazan con destruir nuestros principios democráticos de largo
abolengo en América latina.
Pero los
politiqueros que militan en ellos, viven diseñando fórmulas mágicas, para
mantener en guardia sus principios de vandalismo democrático.
Cuando solo falta un año
para hacer las elecciones de congresistas, cuerpos colegiados y de presidente, como saben
que les va a dar brega conseguir electorado, con todas las artimañas
politiqueras que han utilizado en los últimos tiempos, uno de los líderes del
desorden nacional, El ministro Cristo, propone algo revolucionario, que pueda
distraer la atención de los colombianos por:
El Fast Track y de los sobornos de
la compañía Odebrecht:
La famosa reforma
al régimen electoral, para que los jóvenes de 16 años, según ellos, puedan
tomar parte en las decisiones políticas del estado.
Pero me parece que la juventud
colombiana, que es más sagaz que nosotros, que somos un grupo de ciudadanos masoquistas,
que gozamos eligiendo a quienes acaban con el orden jurídico, le hizo pistola y
casi todos contestaron que no tenían la intención de elegir a esos corruptos;
según la opinión de algunos profesores universitarios, esta iniciativa, le va a
aportar muy pocos votos a las elecciones que se aproximan.
Los jóvenes colombianos, ya no son los
muchachos que se pueden comprar con espejitos y baratijas, como lo hiciera
Cristóbal Colón con los americanos, en viejos tiempos de malos recuerdos.
Creo que va a funcionar muy bien el
viejo proverbio: Es más fácil manejar a un pueblo bruto, que a una generación
bien culturizada, como la juventud colombiana.
Recordemos
que nuestra constitución de 1991, ya no es la carta magna que rige los destinos
de la Patria, sino una colcha de retazos, ajustada con todo tipo de articulitos,
como los sucesos ocurridos cuando la Yidispolitiquería y el Teodolindazo; el
fast track; y muchos otros más; pero fuera de esto, nuestra carta magna ha
sufrido las reformas de los años:
2003, 2009, 2011 y 2014 y muchos de los causantes de estas reformas
siguen dando brega en los puestos públicos, porque perpetrarse en el poder, es
una disciplina sana para el bolsillo.
Miren en qué lugar está, el Doctor
Lizcano y con su cara culta, trata de acabar con la libertad del periodismo,
porque Pirry y un equipo de periodistas, están investigando algunas malas
acciones del distinguido Doctor.
A veces me abstengo de leer las
noticias que a diario sorprenden a los colombianos y cuando veo algunas caras
muy conocidas como la que voy a mostrar en la siguiente fotografía, me
estremezco, porque este, lo único que sabe es llevarle la corriente al
gobernante de turno, para poder seguir vegetándole al estado, pero sus buenas
obras, no las conozco.
Recordemos que a Benedetti, el fiscal
general: Néstor Humberto Martínez, pidió que fuera investigado por actos de
corrupción con las prestaciones de los maestros en el departamento de Córdoba.
Mi opinión es que los grandes señores
que están en el ruedo politiquero, se van a tener que ir con su música para
otra parte, porque el electorado colombiano, está cansado de verlos acabar con
el estado de derecho y con las finanzas del país.
Otro de los grandes, El premio Nobel
de la paz, se dejó tentar por las ofertas de demonio Brasilero: Odebrecht
(Santo Dios Fuerte inmortal).
Y si a esto le agregamos todas las
arbitrariedades que ha cometido, solo por el hecho de ser Presidente, se me
quitan las ganas de hablar.
Podría seguir citando nombres, de
politiqueros baratos, que se han distinguido por sus desmanes, pero me parece
una labor aburrida, porque es predicar en el desierto, toda vez que los
colombianos, ciegos, sordos y mudos, no reaccionamos.
Mi gran pregunta sería:
¿Qué pasaría con las vacas sagradas,
si el electorado no sale a votar?
Esperemos que Dios nos regale esta
hermosa sorpresa.
Sopetrán, 18 de Febrero del 2017.
Darío Sevillano Álvarez.