¿Estará Colombia caminando por un sendero
peligroso, que busca el modelo político del Castro-Chavismo venezolano?
Desde el momento
en que empezaron las conversaciones de paz, con el grupo de las Farc, entidad
que no goza del aprecio del pueblo colombiano, porque acabó con nuestro
terruño, a lo largo de cincuenta y cinco años, en los cuales: Descompuso
nuestras finanzas; aniquiló al pueblo desprotegido; acabó con la
infraestructura de la nación; destruyó muchos aspectos ecológicos de nuestro
ecosistema; secuestró sin medida, ni clemencia a todos aquellos que le podían
ser útiles, para mejorar sus finanzas o su estructura política; se apoderó de
las tierras de los campesinos más humildes; atesoró todo tipo de riquezas;
montó minas quiebra patas, en todos los lugares que podrían ser objetivos
militares, para el estado; secuestró a nuestros niños, para que fortalecieran
sus filas; y cometió todo tipo de
fechorías, que nos hicieron el pueblo más desafortunado del planeta; empecé a
pensar que Colombia se me estaba pareciendo a Venezuela, por las
características que muestra nuestra sociedad, nuestro estado político y la
calidad de los gobernantes que venimos manejando a lo largo de las dos últimas
décadas; las metidas de patas del Congreso de la república, que se está
convirtiendo en el hazme reír de la nación; y los desmanes de los magistrados
de las altas cortes, que debieran ser modelos de comportamiento y están
resultando humanos en los cuales , no se
puede tener el menor asomo de confianza, porque se dejan sobornar por el
dinero; recordemos la Frase del Papa Francisco: “Por el bolsillo se introduce
el demonio”, y si damos una mirada a los alcaldes, creo que no se encuentra uno
entre los mil y pico que tenemos, que no sea un ave de mal agüero.
Es lamentable la
crisis que viven los dos grandes partidos del estado: Los Liberales y los
Conservadores, entidades de las que se puede entrar y salir cada que nos viene
en gana y en las cuales no se respetan leyes, ni se unifican criterios, porque
cada jefe, está buscando sus conveniencias y olvida por completo, la disciplina
de los partidos y las sabias normas de comportamiento que se deben seguir, para
que la colectividad, se muestre fortalecida, ante sus oponentes.
No es muy
plausible, que cuando un jefe político de cualquiera de estos dos partidos
tradicionales, se le viene en gana, funda un movimiento político, que no
respeta a la colectividad madre y todo, porque ese divino jefe, quiere
demostrar su petulancia ambiciosa ante los demás, miembros de su organización.
Tampoco es digna
de alabanza la actitud de los legisladores, que desoyen el concepto del pueblo
en un plebiscito, ni la no menos humillante, actitud del Honorable Congreso de
la República, cuando aprobó el famoso: Fast track.
Para mí, el
Congreso, dejó de ser honorable; se debiera clausurar y se podría traer a la
memoria la frase del famoso inglés que dijo cuándo acabó con el parlamento de
su tierra: “Se alquila este local con
los muebles”.
Por todas estas
razones, creo que soplan vientos muy peligrosos, porque: La actitud de los
gobernantes; el mal comportamiento de las cortes; los desmanes del Congreso; la
descomposición de los partidos políticos; la desmoralización del estado a nivel
de las alcaldías y todos aquellos fenómenos que están pasando en Colombia, nos
dicen a las claras, que la oposición y las Farc, que tratan de convertirse en
un partido de izquierda, están pensando en hacer de nosotros otra Venezuela y
nos tocaría decir, como el caudillo liberal, Horacio Serpa: Mamolas.
A continuación
voy a traer una serie de consideraciones que he escuchado y leído en los medios
de comunicación masiva, en los últimos días, para que en las próximas
elecciones, el pueblo se dé el lujo, de no caer en la desesperación a la hora
de elegir los candidatos, a la Presidencia, las gobernaciones, las alcaldías,
el senado, la cámara de representantes, las asambleas y los concejos
municipales.
Recuerden que el
último tropiezo del pueblo sopetranero, lo causó, la desesperación que
teníamos, por librarnos de uno malo y encontramos otro peor.
Aunque a la mayoría de los candidatos a la presidencia,
que es la parte más difícil de nuestro periplo, no se les ve la intención de
manejar el castro-chavismo, en Colombia, porque nadie quiere repetir un modelo político y económico
que ha sido no solo un fracaso, sino una catástrofe humanitaria.
Ningún candidato a la Presidencia quiere vivir lo
que está viviendo Nicolás maduro y ningún pueblo quiere padecer lo que
está padeciendo el venezolano.
Pero recordemos la frase del demonio que manejaba
la guerrilla, que en estos días manifestó: Que le gustaría manejar en Colombia,
un sistema político como el de Venezuela y que ellos admiraban la eficacia y
los buenos comportamientos de ese modelo político.
Pero sí es cierto que los colombianos en este
momento quieren algo diferente, como los venezolanos en 1998 cuando Chávez
barrió en las elecciones presidenciales.
No saben qué, pero sí saben, que no les gusta lo
que ven.
Las encuestas demuestran que los candidatos que
encarnan la renovación muchas veces puntean:
Gustavo
Petro casi siempre está arriba y Claudia López, Clara López y Sergio Fajardo
por lo general están en el primer pelotón.
Ninguno es castrochavista, pero todos dan la
impresión de representar un rompimiento con lo que hay en la actualidad.
Es una voz de protesta, sobre todo, contra los
partidos.
Hay cinco síntomas que se me parecen a lo que
ocurrió en Venezuela, cuando Chaves, se tomó el poder:
1) El desprestigio de los partidos, porque algo
dice, el hecho de que los candidatos, quieran participar en la ronda, pero
recogiendo firmas, esto para mí significa: Que ninguno de ellos cree en la
seriedad de los partidos colombianos.
2) La caída del precio del petróleo, que
posiblemente, nunca se recuperará, porque es un combustible, que está acabando
con el planeta.
3) las medidas de austeridad que requirió un
ajuste: La subida del IVA; los malos aumentos de los sueldos; el gasto excesivo
de los gobernantes, que no se conduelen de los recursos del estado.
4) La corrupción del estado a nivel de todas sus
dependencias.
5) Y la famosa reelección, que es la peor de las
tragedias que le pueden pasar a un ente estatal, porque recuerden que comida
recalentada, no sabe bien.
Comparemos estos dos hechos
históricos:
“La antesala del ascenso de Chávez fue el Caracazo:
los disturbios estallaron en Venezuela a raíz de la caída de los precios del
petróleo, lo que había obligado al gobierno a adoptar medidas de austeridad que
causaron mucho malestar.
En Colombia la baja en el precio del petróleo
obligó al gobierno a recortar el gasto público y a introducir una reforma
tributaria para aumentar el IVA, lo que ha generado mucho malestar y se refleja
en los bajos índices de popularidad del gobierno”.
Sigamos en el campo de las
comparaciones:
“En Venezuela los escándalos de corrupción que
tocaron al propio presidente de la república Carlos Andrés Pérez, destituido
por la Corte Suprema, generaron un repudio en la opinión pública hacia la
dirigencia política tradicional.
En Colombia se está produciendo un fenómeno similar
con los escándalos que afectan a tres expresidentes de la propia Corte Suprema
de Justicia, al vicefiscal anticorrupción y a diversos caciques regionales, por
no hablar de los casos de Odebrecht, que según dice el Fiscal General,
compromete una de las campañas de Santos, o los carteles de la contratación”.
Amén de muchos desacatos que el gobernante le ha
causado a su majestad el Pueblo, como desoír la voz del plebiscito, como el
famoso Fast Track y otros muchos desplantes.
Que tal esta conjetura:
“Otro paralelo tiene que ver con los partidos
políticos tradicionales. Chávez pasó por encima de Acción Democrática (similar
al Partido Liberal) y de Copei (equivalente al Partido Conservador).
Estos prácticamente habían desaparecido después de
dos reelecciones consecutivas, la de Pérez y la de Rafael Caldera.
El Partido Liberal y el Partido Conservador,
protagonistas de 200 años de historia, hoy están marginalizados”.
Estos son los dos grandes ídolos del pueblo
Colombiano, se los presento con sus hojas de vida.
El que quiera más que le: Cañan pique, como decía
el bobo de la televisión.
Y para hacer el molinete de salida, como en los
toros, miremos este hermoso final:
“Y hay un símil aún más curioso: el jefe natural de
Copei, Rafael Caldera, dio un portazo y se salió de su partido para fundar
otro.
Es lo mismo que acaba de hacer el expresidente
Andrés Pastrana al abandonar el Partido Conservador y querer revivir su antiguo
movimiento, la Nueva Fuerza Democrática”.
Lo único que nos quedaría faltando, es que se
aparezca Chávez, reencarnado en uno de los candidatos colombianos y: Listo el
pollo, estaremos disfrutando de un hermoso sistema político que se llamará:
Venezuela a la colombiana.
Pero me gustará hacer una aclaración:
Lo anterior significa que la similitud del
descontento institucional de la Colombia de hoy con la Venezuela de los noventa
no necesariamente tiene que conducir al mismo desenlace, porque en Colombia, no
hemos tenido muchos afectos con el socialismo o el comunismo, o el
castro-chavismo y nuestra democracia, aunque llena de imperfecciones, es una de
las más rancias del continente americano
Este me parece un buen concepto:
“Como el castrochavismo no está en el horizonte, en
Colombia se vislumbra una tentación autoritaria.
En un país sin credibilidad en los partidos, en la
Justicia, ni en el Congreso, y en estancamiento económico, aquellos que representan
estas tendencias, no tienen la capacidad de ganar unas elecciones.
En esas circunstancias se anhela una fórmula que
combine la autoridad con la lucha contra la corrupción.
Esta no necesariamente es de derecha, ni
dictatorial.
El espectro va desde “el que diga Uribe” hasta
Claudia López.
Los moderados, los de centro y los que no hablan
duro por ahora van en desventaja”.
Mi humilde concepto, es que se debe
perseguir la corrupción y aquellos que siguen desfalcando y desacreditando al
estado deberán ser condenados a altas penas, las cuales no podrán tener el
beneficio de casa por cárcel y deberán ser privados de todos los derechos de
estar en puestos públicos por todas sus vidas y no los debieran tener en
habitaciones especiales y me atrevo a creer que cuando paguen sus condenas, se
debieran privar de la nacionalidad colombiana y deberían ser condenados al
exilio, por traición a la patria.
Cuando un gobernante pueda imponer
estas normas, acabaremos con los corruptos; triunfará la justicia comunitaria y
se podrá decir que Colombia, se ha librado de la peor enfermedad crónica que la
acompañaba.
De los alcaldes que nuestro pueblo ha
tenido, algunos de ellos debieran estar pagando altas condenas, por las sobre facturaciones
que hicieron; y por los enredos que lograron hacer con los dineros del estado,
que les permitieron obtener, las grandes fortunas que consiguieron, las cuales
no se pudieron recuperar, porque los libros quedaron intactos de culpa o pena,
dada la razón, de que las leyes se hicieron para quebrantarlas y que cuando las
disculpas se hicieron, el gato no come queso.
Sopetrán, Septiembre 17 del 2017.
Darío Sevillano Álvarez.
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