domingo, 17 de septiembre de 2017

Castro Chavismo en Colombia,si o no.


¿Estará Colombia caminando por un sendero peligroso, que busca el modelo político del Castro-Chavismo venezolano?


Desde el momento en que empezaron las conversaciones de paz, con el grupo de las Farc, entidad que no goza del aprecio del pueblo colombiano, porque acabó con nuestro terruño, a lo largo de cincuenta y cinco años, en los cuales: Descompuso nuestras finanzas; aniquiló al pueblo desprotegido; acabó con la infraestructura de la nación; destruyó muchos aspectos ecológicos de nuestro ecosistema; secuestró sin medida, ni clemencia a todos aquellos que le podían ser útiles, para mejorar sus finanzas o su estructura política; se apoderó de las tierras de los campesinos más humildes; atesoró todo tipo de riquezas; montó minas quiebra patas, en todos los lugares que podrían ser objetivos militares, para el estado; secuestró a nuestros niños, para que fortalecieran sus filas;  y cometió todo tipo de fechorías, que nos hicieron el pueblo más desafortunado del planeta; empecé a pensar que Colombia se me estaba pareciendo a Venezuela, por las características que muestra nuestra sociedad, nuestro estado político y la calidad de los gobernantes que venimos manejando a lo largo de las dos últimas décadas; las metidas de patas del Congreso de la república, que se está convirtiendo en el hazme reír de la nación; y los desmanes de los magistrados de las altas cortes, que debieran ser modelos de comportamiento y están resultando  humanos en los cuales , no se puede tener el menor asomo de confianza, porque se dejan sobornar por el dinero; recordemos la Frase del Papa Francisco: “Por el bolsillo se introduce el demonio”, y si damos una mirada a los alcaldes, creo que no se encuentra uno entre los mil y pico que tenemos, que no sea un ave de mal agüero. 


Es lamentable la crisis que viven los dos grandes partidos del estado: Los Liberales y los Conservadores, entidades de las que se puede entrar y salir cada que nos viene en gana y en las cuales no se respetan leyes, ni se unifican criterios, porque cada jefe, está buscando sus conveniencias y olvida por completo, la disciplina de los partidos y las sabias normas de comportamiento que se deben seguir, para que la colectividad, se muestre fortalecida, ante sus oponentes.
No es muy plausible, que cuando un jefe político de cualquiera de estos dos partidos tradicionales, se le viene en gana, funda un movimiento político, que no respeta a la colectividad madre y todo, porque ese divino jefe, quiere demostrar su petulancia ambiciosa ante los demás, miembros de su organización.
Tampoco es digna de alabanza la actitud de los legisladores, que desoyen el concepto del pueblo en un plebiscito, ni la no menos humillante, actitud del Honorable Congreso de la República, cuando aprobó el famoso: Fast track.
Para mí, el Congreso, dejó de ser honorable; se debiera clausurar y se podría traer a la memoria la frase del famoso inglés que dijo cuándo acabó con el parlamento de su tierra: “Se alquila este local con los muebles”.


Por todas estas razones, creo que soplan vientos muy peligrosos, porque: La actitud de los gobernantes; el mal comportamiento de las cortes; los desmanes del Congreso; la descomposición de los partidos políticos; la desmoralización del estado a nivel de las alcaldías y todos aquellos fenómenos que están pasando en Colombia, nos dicen a las claras, que la oposición y las Farc, que tratan de convertirse en un partido de izquierda, están pensando en hacer de nosotros otra Venezuela y nos tocaría decir, como el caudillo liberal, Horacio Serpa: Mamolas.


A continuación voy a traer una serie de consideraciones que he escuchado y leído en los medios de comunicación masiva, en los últimos días, para que en las próximas elecciones, el pueblo se dé el lujo, de no caer en la desesperación a la hora de elegir los candidatos, a la Presidencia, las gobernaciones, las alcaldías, el senado, la cámara de representantes, las asambleas y los concejos municipales.


Recuerden que el último tropiezo del pueblo sopetranero, lo causó, la desesperación que teníamos, por librarnos de uno malo y encontramos otro peor.
Aunque a la mayoría de los candidatos a la presidencia, que es la parte más difícil de nuestro periplo, no se les ve la intención de manejar el castro-chavismo, en Colombia, porque nadie quiere repetir un modelo político y económico que ha sido no solo un fracaso, sino una catástrofe humanitaria.
Ningún candidato a la Presidencia quiere vivir lo que está viviendo Nicolás maduro y ningún pueblo quiere padecer lo que está padeciendo el venezolano.
Pero recordemos la frase del demonio que manejaba la guerrilla, que en estos días manifestó: Que le gustaría manejar en Colombia, un sistema político como el de Venezuela y que ellos admiraban la eficacia y los buenos comportamientos de ese modelo político.


Pero sí es cierto que los colombianos en este momento quieren algo diferente, como los venezolanos en 1998 cuando Chávez barrió en las elecciones presidenciales.
No saben qué, pero sí saben, que no les gusta lo que ven.
Las encuestas demuestran que los candidatos que encarnan la renovación muchas veces puntean:
 Gustavo Petro casi siempre está arriba y Claudia López, Clara López y Sergio Fajardo por lo general están en el primer pelotón.
Ninguno es castrochavista, pero todos dan la impresión de representar un rompimiento con lo que hay en la actualidad.
Es una voz de protesta, sobre todo, contra los partidos.


Hay cinco síntomas que se me parecen a lo que ocurrió en Venezuela, cuando Chaves, se tomó el poder:
1) El desprestigio de los partidos, porque algo dice, el hecho de que los candidatos, quieran participar en la ronda, pero recogiendo firmas, esto para mí significa: Que ninguno de ellos cree en la seriedad de los partidos colombianos.
2) La caída del precio del petróleo, que posiblemente, nunca se recuperará, porque es un combustible, que está acabando con el planeta.
3) las medidas de austeridad que requirió un ajuste: La subida del IVA; los malos aumentos de los sueldos; el gasto excesivo de los gobernantes, que no se conduelen de los recursos del estado.
4) La corrupción del estado a nivel de todas sus dependencias.
5) Y la famosa reelección, que es la peor de las tragedias que le pueden pasar a un ente estatal, porque recuerden que comida recalentada, no sabe bien.


Comparemos estos dos hechos históricos:
“La antesala del ascenso de Chávez fue el Caracazo: los disturbios estallaron en Venezuela a raíz de la caída de los precios del petróleo, lo que había obligado al gobierno a adoptar medidas de austeridad que causaron mucho malestar.
En Colombia la baja en el precio del petróleo obligó al gobierno a recortar el gasto público y a introducir una reforma tributaria para aumentar el IVA, lo que ha generado mucho malestar y se refleja en los bajos índices de popularidad del gobierno”.


Sigamos en el campo de las comparaciones:
“En Venezuela los escándalos de corrupción que tocaron al propio presidente de la república Carlos Andrés Pérez, destituido por la Corte Suprema, generaron un repudio en la opinión pública hacia la dirigencia política tradicional.
En Colombia se está produciendo un fenómeno similar con los escándalos que afectan a tres expresidentes de la propia Corte Suprema de Justicia, al vicefiscal anticorrupción y a diversos caciques regionales, por no hablar de los casos de Odebrecht, que según dice el Fiscal General, compromete una de las campañas de Santos, o los carteles de la contratación”.
Amén de muchos desacatos que el gobernante le ha causado a su majestad el Pueblo, como desoír la voz del plebiscito, como el famoso Fast Track y otros muchos desplantes.


Que tal esta conjetura:

“Otro paralelo tiene que ver con los partidos políticos tradicionales. Chávez pasó por encima de Acción Democrática (similar al Partido Liberal) y de Copei (equivalente al Partido Conservador).
Estos prácticamente habían desaparecido después de dos reelecciones consecutivas, la de Pérez y la de Rafael Caldera.
Algo parecido a los 16 años de Uribe y Santos en Colombia.
El Partido Liberal y el Partido Conservador, protagonistas de 200 años de historia, hoy están marginalizados”.


Estos son los dos grandes ídolos del pueblo Colombiano, se los presento con sus hojas de vida.


El que quiera más que le: Cañan pique, como decía el bobo de la televisión.
Y para hacer el molinete de salida, como en los toros, miremos este hermoso final:
“Y hay un símil aún más curioso: el jefe natural de Copei, Rafael Caldera, dio un portazo y se salió de su partido para fundar otro.
Es lo mismo que acaba de hacer el expresidente Andrés Pastrana al abandonar el Partido Conservador y querer revivir su antiguo movimiento, la Nueva Fuerza Democrática”.
Lo único que nos quedaría faltando, es que se aparezca Chávez, reencarnado en uno de los candidatos colombianos y: Listo el pollo, estaremos disfrutando de un hermoso sistema político que se llamará: Venezuela a la colombiana.


Pero me gustará hacer una aclaración:
Lo anterior significa que la similitud del descontento institucional de la Colombia de hoy con la Venezuela de los noventa no necesariamente tiene que conducir al mismo desenlace, porque en Colombia, no hemos tenido muchos afectos con el socialismo o el comunismo, o el castro-chavismo y nuestra democracia, aunque llena de imperfecciones, es una de las más rancias del continente americano
Este me parece un buen concepto:
“Como el castrochavismo no está en el horizonte, en Colombia se vislumbra una tentación autoritaria.
En un país sin credibilidad en los partidos, en la Justicia, ni en el Congreso, y en estancamiento económico, aquellos que representan estas tendencias, no tienen la capacidad de ganar unas elecciones.
En esas circunstancias se anhela una fórmula que combine la autoridad con la lucha contra la corrupción.
Esta no necesariamente es de derecha, ni dictatorial.
El espectro va desde “el que diga Uribe” hasta Claudia López.
Los moderados, los de centro y los que no hablan duro por ahora van en desventaja”.


Mi humilde concepto, es que se debe perseguir la corrupción y aquellos que siguen desfalcando y desacreditando al estado deberán ser condenados a altas penas, las cuales no podrán tener el beneficio de casa por cárcel y deberán ser privados de todos los derechos de estar en puestos públicos por todas sus vidas y no los debieran tener en habitaciones especiales y me atrevo a creer que cuando paguen sus condenas, se debieran privar de la nacionalidad colombiana y deberían ser condenados al exilio, por traición a la patria.
Cuando un gobernante pueda imponer estas normas, acabaremos con los corruptos; triunfará la justicia comunitaria y se podrá decir que Colombia, se ha librado de la peor enfermedad crónica que la acompañaba.


De los alcaldes que nuestro pueblo ha tenido, algunos de ellos debieran estar pagando altas condenas, por las sobre facturaciones que hicieron; y por los enredos que lograron hacer con los dineros del estado, que les permitieron obtener, las grandes fortunas que consiguieron, las cuales no se pudieron recuperar, porque los libros quedaron intactos de culpa o pena, dada la razón, de que las leyes se hicieron para quebrantarlas y que cuando las disculpas se hicieron, el gato no come queso.
Sopetrán, Septiembre 17 del 2017.
Darío Sevillano Álvarez. 

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