martes, 6 de noviembre de 2018

Un manso y noble animal.



La palomita colorada.

La tortolita, columbina colorada, cocochita, tierrelita, torcacita colorada, tortolita rojiza, rola, rolincha, turrugulla, chocolatera, abuelita o Columbina talpacoti, como la clasificó: Temminck en el año de 1810,  es una pequeña columbiforme de América, que abunda en todos los solares de las antiguas casas sopetraneras.
Su nombre se deriva de la palabra latina: Columba columbae, que traduce paloma y de la palabra talpacuti de los idiomas; Nahuati, Tupi y Guarani, del antiguo continente americano, que traduce rojiza; es decir la palomita de color rojizo, porque la palabra columbina, es un diminutivo de la raíz latina columba.


Son animales muy graciosos, tranquilos, inofensivos y bonitos, que se amañan con la compañía de los humanos y por esa razón siempre están en los lugares que su majestad: El hombre vive.

Una de las principales características de estos mansos animales, es su canto, porque producen cinco sonidos diferentes: Cantan, gorjean, arrullan, gimen, piñonean o castañetean.
Estas son sus maneras de comunicarse con sus congéneres, pero la gente que goza creando mitos y leyendas, dicen que cuando estas palomitas, cantan de cierta manera, es un anuncio certero de que alguien se va a morir.
Ese canto, es cuando dicen: Que se va, que se va, que se va…


Pero en unos solares aledaños a mi casa, hay varias de ellas y todos los días, cantan de esa manera y casi nunca se muere un miembro de mi familia.
Esta preciosa avecita, se puede describir de la siguiente manera:
El macho mide de 15 a 18 cm y pesa de 40 a 56.5 g.
Presenta iris café oscuro con anillo externo rojo.
Su pico es café a negro y sus patas y dedos rosa.
La hembra mide de 14 a 18 cm y pesa 35 a 51 g.
Presenta frente, coronilla y nuca gris.
Su rostro y garganta son rosáceos y el resto del cuerpo castaño rosa con puntos negros en las alas.
Tiene primarias negras con algo de rufo en las márgenes internas; sus coberteras infracaudales son de color rufo oscuro con las plumas centrales cafés y las externas punteadas de castaño rosáceo. 


La hembra es más opaca y pálida que el macho.
Yo diría que el macho es rojizo y la hembra es de color café, tirando a marrón.
Recientemente se reportó un caso de leucismo, palabra griega: λευκός, que se pronuncia: Leucos y que traduce: De color blanco, porque a veces algún individuo, resulta de color blanco, como ocurrió en un animal que nació de ese color. en el departamento del Valle del cauca.
El leucismo es una particularidad genética en individuos con partes de la piel o plumaje blancos por la ausencia de pigmentos debido a que la producción o deposición de melaninas es reducida o ausente.


Estos animales viven en áreas abiertas y secas, prados, jardines y áreas pobladas.
También puede ser encontrada en áreas húmedas, matorrales ribereños, áreas cultivadas, bordes de bosque y humedales.
Por lo general, construyen su nido de ramitas en las copas de los árboles donde pone dos huevos blancos.


 La incubación se toma entre 12 a 13 días, y 12 a 14 días complementarios para que los polluelos puedan salir a volar. 
Ocasionalmente puede incubar un tercer pichón, pero esto pasa raras veces.
Su vuelo es rápido, directo y con aleteos fuertes, como la mayoría de las columbiformes.


Encontramos estas avecitas desde México hasta la Argentina y el centro de Chile; en Colombia, la encontramos debajo de los 1.600 metros sobre el nivel del mar; pero en las zonas muy secas, se puede encontrar en mayores alturas.


Casi siempre cambian sus nidos después de tres o cuatro incubadas.
Se alimenta de semillas, insectos, pequeños caracoles y algunas hierbas; pero en los cebaderos las he visto comer: Arroz, maíz triturado y algunas sobras de las comidas de los humanos.
Es un ave bastante confiada, mansa y sociable.
Se alimenta en parejas o en grupos de hasta veinte individuos y en ocasiones vuelan en compañía de otras especies muy similares.
Camina con mucha elegancia, con pasos cortos y a veces más rápidos y al volar, produce un aleteo muy sonoro.


Se dejan domesticar fácilmente y he observado que son muy cariñosas con sus dueños, porque las he visto comer en sus manos y se dejan acariciar con tranquilidad.
En alguna de las casas en que antiguamente viví, tenía un cebadero de tucusitas, como les decimos los sopetraneros y venía a comer hasta veinte y treinta individuos.


Muchas veces son tan especiales, que se amañan en nuestras casas y fabrican sus nidos en los corredores o en los arboles del jardín.
No se recomienda tenerlas, en las casas en donde un de las mascotas es el gato, porque es feliz comiéndoselas.
Aprendamos a querer y a cuidar estos hermosos animales, que en épocas pasadas, estuvieron casi extinguidas porque sus hábitats, venían siendo destruidos por los humanos; afortunadamente en el momento actual, no corren ese riesgo.
Su nido consta de unas ramitas colocadas en lo alto de un árbol, entre uno y tres metros de altura; pero se cría muy bien en cautiverio y se reproduce con mucha facilidad, también convive sin el menor problema con otras especies de tórtolas, sus hijos una vez abandonan el nido son tolerados en la misma jaula que los padres, aunque los alejan de las cercanías del nuevo nido.


Es importante contarles que las actividades de hacer el nido¸ calentar los huevos; y alimentar a sus pichones, las comparten por igual las hembras y los machos.
Espero que se enamoren de estas avecitas especiales, que no parecen extrañar la compañía de los humanos.

Sopetrán, Noviembre 5 del 2018.
Darío Sevillano Álvarez.




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