Con ocasión del los cuatrocientos tres años de la fundación de nuestro pueblo, como no soy una persona muy distinguida, ni me acompaña ningún título de autoridad, le puedo regalar a mi ciudad, este interesante escrito.
UNA LARGA HISTORIA DE CONTAR, CON EL SOPETRAN DE MIS AMORES.
Hubo una vez, un lugar de la tierra a orillas del Río Cauca, en las
vegas que hoy conocemos con el nombre de la Florida y los salados de Córdoba,
una gran familia de americanos que se estableció en ese lugar para vivir
cómodamente, por espacio de unos mil años, antes de la llegada de Cristóbal
Colón a éstos lares.
Las causas más probables de su ubicación en este espacio, fueron: La
belleza del paisaje; la facilidad para compactar la sal, por medio de la
evaporación del agua; la fruticultura silvestre, que se veía fácil de
administrar; la cacería en abundancia, dada la gran cantidad de bosques
naturales, que pertenecían a la categoría de bosque seco tropical; el emporio
de la pesca, por la cantidad de grandes quebradas y ríos; y la tranquilidad
propia del lugar por la falta de competencia, con otras familias, que
garantizaba la ausencia total de los enfrentamientos y las guerras.
Todo parecía sonreír a estos humanos y empezaron a progresar
aceleradamente: Su economía era muy próspera y en ella manejaban el sistema de
trueque, con las tasas de interés incorporadas; cifraban su alimentación en la
parte vegetariana, pero incorporaban las carnes de monte y pescado a sus dietas, que los hacían: hombres
con mucha fortaleza y una gran capacidad para montar las ciencias y la
tecnología de la época; su agricultura, montada en el cultivo del maíz con sus
siete especies: Blanco, negro, amarillo, de leche, de arroz, pira y pintado, la
yuca, el plátano, el tomate, las frutas, las calabazas y las plantas de aliño;
sus ganados, los venados eran manejados con mucha cautela, para que la especie,
no se extinguiera y solo el cacique, concedía los permisos especiales a cada
familia, respecto al sacrificio de estos animales; sus armas las más
sofisticadas del momento, eran concepciones perfectas para mantener el
cacicazgo entre las tribus vecinas: Hondas, jabalinas, macanas, hachas de
piedra y de madera; los venenos se fabricaban a base de plantas y animales y su
punto de ebullición se constataba, cuando la persona anciana que los cocía,
moría por efectos de los gases tóxicos; medidas a la altura de las
circunstancias, como el palmo, el pié, la mano, la pulgada, la cuarta, el jeme,
la vara, la yarda, el brazo, la braza, y una medida de capacidad
importantísima: El aba, algo así como una pucha o medio litro; sus
herramientas, a base de piedra, eran modelos de trabajo, como el garabato que
servía de arado, las tarabitas para hilar, las ruecas, las lascas o bisturíes
del momento, las ollas de piedra y de cerámica y una cantidad de elementos que
hacían las delicias de toda la tribu.
En esta etapa de la prehistoria, la educación estructurada, solo se
daba a los hijos varones de las familias importantes, porque según ellos, las
mujeres solo eran hábiles para las labores domésticas y la crianza de sus
hijos. Recuerden que había cinco rangos o grupos en esas sociedades: Caciques,
Zaques, Jeques, Brujos y vasallos.
Cultivo de maíz.
Si hablamos del cacique, que de ninguna manera se llamaba Petrán,
porque no existen registros históricos que así lo ameriten, era Zuburuco o
Zubsabaruza, como otros lo registran en los libros de historia, era un hombre
increíble, por su fortaleza y por su amor a sus vasallos, capaz de cuidar con
celo, toda su jurisdicción que comprendía: Peque, Sabanalarga, Olaya, Sopetrán,
San Jerónimo y Ebéjico. De este cacique dice la historia, que era tan
aguerrido, que ningún español se atrevía a pisar sus dominios, circunstancia
que motivó al rey de España, a adiestrar cinco perros bravos, que luego mandó
con esta orden: Búsquenle pleito y déjenlo que pelee con los perros, los cuales
se lo comieron a mordiscos.
También es importante decir: Que somos Americanos, no Indios, por
aquello de que Cristóbal Colón, tuvo un pequeño error, cuando llegó a las
Antillas menores y creyó que estaba en la India y por eso nos bautizó con el
nombre de Indios, que de ninguna manera se puede aplicar a nuestra raza.
El pueblito en donde vivían, que estaba constituido por unas dos mil
personas, se llamaba: LAS GUAMAS, según dice Don Manuel Uribe Ángel en su
libro: Historia del departamento de Antioquia.
Salado de Córdoba, cavado por los aborígenes.
Con la llegada de los españoles a nuestras tierras de Córdoba, terminó
la prehistoria y nos metemos en el cuento de la historia universal. El Primero
en llegar parece que fue el Señor Francisco Herrera Campuzano, que venía con
las funciones de Gobernador de Antioquia y Oidor de la Real Audiencia, el
máximo organismo de control, de las actividades de la colonia española.
Cuál sería su sorpresa, cuando piso las tierras de Córdoba y se
encontró con una población pujante, organizada, pacífica y receptiva. Era la
coartada precisa, para montar allí un pueblito español y apoderarse del emporio
de riquezas, que estos nativos poseían y de inmediato, procedió a fundar
aquello que conocemos en los libros de historia, como: Viceparroquia de nuestra
Señora del Saladito de Córdoba, acto que se realizó el 22 de Febrero de 1616, a
las ocho de la mañana, en medio de una misa muy solemne y luego viajó a las
tierras del sur y fundó la ciudad de San Jerónimo, en las horas de la tarde.
No sobra decir que con la fundación, se montaba una viceparroquia; un
cura doctrinero, como se les decía en la
época: El Padre Rodrigo de Santander; unas familias españolas, que se
posesionaran como dueños absolutos de todo lo que había, incluyendo a los
aborígenes, como propiedad de los grandes señores.
A pesar de todas estas adversidades, el pueblito funcionaba en buenas
condiciones, pero los aborígenes esclavos, no daban la medida en el trabajo, por aquello de que
los españoles, tenían la falsa creencia de que sus esclavos eran mulas de carga
y no necesitaban el descanso. Esta circunstancia, originó el suceso más escandaloso
de la historia medieval: La traída de los Negros del África, para ser vendidos
como esclavos a sus majestades, los españoles.
Hay un relato del historiador Santafereño, Don Miguel Martínez, en el
que se cuenta que el lienzo de nuestra Señora de Sopetrán, una virgen de origen
Español, había sido contratado en la ciudad de Antioquia y que fue traído a
Córdoba, el 14 de Agosto de 1616, por el camino del paso real, la finca la
brujo y el camino que del Rodeo conduce a Córdoba, por donde corre el arroyo de
la quebrada la Batea.
Hubo un censo de población de esa época, que narra con pelos y
señales, la cantidad de habitantes del caserío, en los siguientes términos: 260
blancos; 440 mestizos; 510 aborígenes; 750 mulatos y negros; 190 esclavos; para
un total de 2.150 habitantes.
Hubo algunos
aborígenes destacados en el Gobierno de nuestro pueblo, entre ellos están: Luís
Ortega, que fue protector de los Indios; Francisco Amazará, que fue Gobernador
en 1635; Diego Cisquiarcoo, que gobernó en 1756; Basilio que gobernó en 1797;
el Indio Yotagrí y Rafael Oquendo, también gobernaron unos días.
Por esa misma época, se presentaron dos
circunstancias infortunadas, que cambiaron el rumbo de la historia, para el
pequeño caserío que había fundado Herrera Campuzano: Los hijos de los grandes
Señores, se estaban enamorando de los aborígenes y de los Negros que habían
traído del África y los Españoles, celosos de que su gran raza, no fuera a
dañarse por la fusión con otras razas, según ellos, menos importantes; y el
hecho, también muy peligroso de que los mosquitos, estaban picando a los
colonos y les producían las fiebres malas, es decir: Paludismo, dengue,
tifoidea, y fiebre amarilla; hicieron que el poblado fuera trasladado al lugar
que hoy ocupa, más o menos en la década de los años setenta del siglo XVIII y
es así como aparece la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Sopetrán,
que en el siglo XIX se convirtió en el municipio de Sopetrán, después de la
mitad del siglo.
Estas circunstancias, obligaron a los españoles a trasladar el pueblo,
para el lugar que hoy ocupa y en esta fecha, 31 de Diciembre de 1657 el
Gobernador, Don José Barón de Chávez, le concedió el título de Municipio, por
un acuerdo entre los patronatos real y diocesano.
En el año de 1678, el Gobernador Arquitecto, Don Juan Buesso de
Valdés, diseñó los planos, para la construcción del templo que hoy es la mejor
joya arquitectónica que poseemos y en él se trabajó, por espacio de muchos
años, dada la razón de que sus tapias, son de tierra pisada y que tienen una
altura, de diez metros y un ancho de un metro.
En sus principios, la construcción lucía, como los grandes templos de
la vieja Grecia y el frontispicio, terminaba en el remate triangular que hoy
está debajo del reloj, pero en los primeros años, del siglo XIX, dos familias
importantes de la localidad, los Sevillano y los Dávila, regalaron los dineros
para la construcción del sófito en donde está el reloj y las torres y la
construcción fue inaugurada el 22 de noviembre de 1882.
Una circunstancia desafortunada, protagonizada por el Virrey Solís
Folk de Cardona, acabó con los aborígenes Sopetraneros: El 24 de Enero del año
1757 ordenó que llevaran los aborígenes Sopetraneros para el resguardo de
Buriticá, porque allá producían oro y nosotros solo aportábamos sal y frutas,
pero como los de ese resguardo eran antropófagos, se comieron a los nuestros
asados; cuando el Virrey se dio cuenta de su error ordenó traerlos nuevamente y
solo regresaron los 34 más ancianos, porque su carne no servía para el consumo
humano, dada la característica de que la carne humana vieja, no cocina bien.
Pero analicemos los acontecimientos que se desenvolvieron en el
espacio de los años que tiene el nuevo caserío.
El gobernador de Turno, de origen español, Buelta Lorenzana, recibió
una queja de un gran terrateniente español, que había comprado a la Real
hacienda, los derechos para el cultivo del tabaco, el Señor Domingo Antonio
Viana, que pedía respeto por su compra, pues los nativos seguían cultivando
tabaco clandestinamente y él sentía muy desmejoradas sus finanzas.
El gobernador ordenó arrancar todos los cultivos ilícitos y quemar
todas las semillas, para que Viana pudiera enriquecerse. Esto prendió la mecha
de quinientas familias que vivían de esos menesteres y el 20 de Septiembre de 1781,
los parajes de la Nuarque, el tablazo, el Rodeo, la Miranda, Río arriba,
quebrada seca, Sacaojal y el pueblo de Sopetrán, reunieran ochocientos hombres,
armados de picas, palas, machetes, cuchillos y todo tipo de armas
convencionales, capitaneados, por el liberto Juan de Lastra, se reunieran en la
placita del Rodeo y caminaron hacia la población de Sopetrán a reclamar. Cuando
las autoridades vieron ese furioso ejército, se plegaron y capitularon, pero
cuando los ánimos estaban aplacados y ya no había forma de protestar, fueron
apresados uno a uno y luego los fusilaron, para que sirviera de ejemplo a las
nuevas generaciones. A esto se le conoce en la historia, como los comuneros de
Sopetrán, que casi ningún historiador menciona.
La economía de este período histórico, se pudiera centrar, en: La
agricultura con un sesenta por ciento de los habitantes; la ganadería con un
veinte por ciento; y las pequeñas industrias, como: la fabricación de esteras,
sombreros y alfarería, con un diez por ciento.
En la época de la independencia, de la república, nosotros jugamos un
papel importante, pues uno de los héroes de ella, nació en nuestras tierras:
Atanasio Girardot.
El hecho histórico, es casi indemostrable, porque su Madre tenía
problemas para el nacimiento del niño, en Santa Fe y por esa razón, su médico
de cabecera ordenó el traslado a la ciudad de Medellín, pero dicen las malas
lenguas, que pasando el Río Cauca, en el paso real, la Señora se descompuso y
tuvo al niño, el cual fue asistido con su Madre en la finca Corral Falso, que
todavía existe. Recordemos que solo fue bautizado a los trece días de su
nacimiento y esto era imposible en la colonia, porque a los niños recién
nacidos, había que sacarles al demonio, en el mismo momento en que nacían, por
medio del bautismo.
Santa Fe de Antioquia dice que es su hijo, porque sus padres vivían en
esa ciudad y allí lo engendraron; Nosotros sostenemos que nació en nuestro
territorio; y San Jerónimo argumenta que fueron atendidos en una vieja finca,
jurisdicción de su municipio. Claro está que lo peleamos, porque fue un héroe, pues
si fuera barranquilla, nadie se lo estaba peleando.
También es bueno hablar de que en el gobierno federal del Doctor
Mariano Ospina Rodríguez, Sopetrán fue capital de un departamento o cantón,
como también se les decía, y tuvo bajo su mando los municipios de: Sabanalarga,
Liborina, Olaya, San Jerónimo, Ebéjico y Belmira y es bueno aclarar que de esa
fecha, año de 1851, hacia adelante empezamos a figurar como un verdadero polo
de desarrollo municipal.
En el año de 1875, la ciudad fue conectada a la línea telegráfica
nacional.
En el año de 1913, estrenamos la primera planta de fluido eléctrico.
La educación como tal, funciona desde el año de 1850, cuando Don
Nepomuceno Villa, en su casa, la actual casa parroquial, preparaba a los
jóvenes, para que fueran a cursar sus estudios a la ciudad de Medellín. Y en
pleno siglo XX, nos caracterizamos por tener una buena cantidad de
establecimientos educativos, a tal punto que se puede afirmar, que la cobertura
es casi del cien por ciento. Esto lo hemos logrado, gracias a la mediación de
muchos hijos ilustres que tiene la ciudad y que han ocupado cargos públicos muy
representativos.
También es bueno aclarar que los colegios de enseñanza secundaria,
como la Normal Santa Teresita, el colegio José María Villa y las concentraciones
rurales, como Horizontes, el Rodeo, Montegrande y Santa Bárbara, son obras
nacidas en el siglo XX y se perfilan como buenos centros de educación a nivel
del Departamento
Este siglo, fue de mucha prosperidad, porque el poblado creció a nivel
de su plano urbano, con cinco parcelaciones, a saber: Campiñas de la Cabaña,
Castillos de occidente, el Porvenir, el Barrio Obrero y Llano nuevo; de su
comercio, porque somos testigos del crecimiento acelerado de los comercios que
pululan en todas las vías; su cultura, porque la fundación de la casa de la cultura,
ha abierto las posibilidades de tener semilleros de muchas disciplinas; sus finanzas porque
vemos con agrado que nuestro presupuesto de rentas y gastos, mejora cada año; y aunque seguimos siendo grandes productores
de frutas, hemos decaído en esta disciplina, porque vendimos nuestras mejores
tierras a los extranjeros y ellos montaron en esos terrenos sus fincas de
recreo.
Otro aspecto muy importante de narrar, es el hecho de que tuvimos una
gran prosperidad a nivel de las fábricas de textiles, y en ellas estaban
colocados unos 300 Sopetraneros; pero dicha sea la verdad, la crisis monetaria
mundial y la devaluación del dólar, han acabado con nuestras ilusiones, porque
las madres cabeza de familia, que vivían de esos menesteres, se quedaron sin
sustento.
Para esta época, los porcentajes de los pilares de la economía,
cambian un poco, así: Agricultura, un cincuenta por ciento; ganadería un diez
por ciento, industria textil un veinte por ciento; industria de la construcción
diez por ciento; y turismo diez por ciento.
La violencia, también fue una de las grandes protagonistas del siglo,
porque en el año de 1948, después de la muerte del caudillo del pueblo, el
Doctor Jorge Eliecer Gaitán, se desató una racha de problemas, debidos a la
mala formación política de los ciudadanos, que se aferraban a colorcitos
politiqueros y por esa razón , se dedicaron
a matarse entre hermanos y esa gran peripecia, causó la violencia que
aún vivimos, primero con las guerrillas y luego, con otros grupos al margen de
la ley, que se disputan el mando y no han podido lograr un acuerdo.
En el siglo XXI, es importante hablar de una decisión histórica, que
tomó nuestro Alcalde, el Doctor John Wilmar Villa Guerra, de adoptar la cátedra
Municipal Sopetranera, como una de las materias del currículo, porque vamos a
lograr que nuestros niños y jóvenes, se metan en el cuento de saber la
historia, la geografía, la ecología, las ciencias naturales, la tradición oral,
las costumbres y todo aquello que tiene que ver con nuestra identidad y nuestro
sentido de pertenencia.
Con esta decisión, nuestro alcalde ha roto la cadena de la
desinformación que tenían siete u ocho generaciones de ciudadanos y vamos a
llegar a la ambición que lo acompaña: Que todos sepamos contarle a los
turistas, los intríngulis de nuestra civilización.
Los parámetros de la economía, en este siglo, muestran otras cifras:
Agricultura, un cuarenta por ciento; ganadería, un ocho por ciento; industria
textil, un diez por ciento; turismo un doce por ciento; construcción, un 10 por
ciento; desocupados, veinte por ciento.
Resulta paradójico, que queriendo mejor la calidad de la educación, la
estemos arruinando; porque todos los docentes, tratando de ser mejores, con sus
prácticas pedagógicas y didácticas, están buscando todo tipo de títulos
universitarios, como: Licenciaturas, posgrados, Magíster, etc. Pero lo hacen en
el tiempo de sus alumnos y mientras eso ocurre, ellos entretienen el tiempo en
consultas sin sentido, en la internet y en otros medios. Pero lo más grave, es
la degeneración del buen propósito de ser excelentes maestros, que se ha convertido
en buscar títulos, para obtener mejores categorías y con ellas, aumentar sus
entradas financieras.
Esperamos, que solucionados los problemas que estamos viviendo,
podamos seguir nuestra meta colectiva de la historia y logremos ser el
conglomerado perfecto que albergará, según dicen muchos sabios, un número muy
ambicioso de ciudadanos, por aquello de ser una ciudad dormitorio, que solo
dista de la capital, 38 kilómetros; un centro internacional de turismo, porque
tenemos: Elementos arquitectónicos, arqueológicos, ecológicos, históricos y
culturales, que nos ponen entre los mejores destinos del país, acompañados de
una buena infraestructura hotelera y la mejor buena voluntad de nuestras
autoridades y ciudadanos, para lograr que los visitantes, disfruten de las
maravillas de nuestro terruño.
Sopetrán, fue, es y será, la gran ciudad construida en rocas firmes,
como lo anuncia su nombre, Super Petran, Ciudad montada sobre rocas muy finas y
tal vez muy preciosas como lo anuncia el nombre de nuestra Virgen: Sardónico,
Ópalo, Perla, Esmeralda, Topacio, Rubí, Amatista y Ninfeo.
Sopetrán, Octubre 2 del 2012.
DARÍO SEVILLANO ÁLVAREZ.
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