La remodelación de
nuestra Basílica.
Desde el momento en que conocí, al
Padre Rogelio Rodríguez, en una reunión en la cual participábamos en el
despacho de la Alcaldía municipal, muy al principio de su administración, como
Rector de la Basílica; descubrí que era un Sacerdote: Inteligente, prudente,
sencillo, buen diplomático, que no se atreve a presentarle pelea a ninguno de
sus feligreses, porque para Él, el diálogo, es la forma más elegante, de
arreglar cualquier problema, entre los humanos; que en nada se parece a su
antecesor, un personaje: Altanero, pretencioso, llevado de su parecer, que no
admitía consejos, por aquella razón de que se creía: Un Sacerdote único en su
género, tal vez extraído de la costilla del Padre Eterno.
En medio de esas pretensiones, el
Padre Francisco, en su inocencia y su ignorancia refinadas, cometió todo tipo
de atropellos con el orden arquitectónico de nuestra Basílica, que pertenece
nada más, ni nada menos, que al Romano Toscano o Romano sencillo, uno de los
órdenes arquitectónicos más tranquilos del planeta.
Así era nuestra Basílica, antes de
que los curas reformadores, acabaran con ella
Después de su llegada, el Padre
Rogelio, empezó a documentarse, lo mejor que podía, sobre los daños
arquitectónicos del templo y apeló a todas aquellas corporaciones, del país,
que tienen que ver con esas labores y fue así como nos visitaron, los miembros
de la sociedad histórica y arquitectónica del país; todos los rectores de los
seminarios del país; muchos miembros de la academia de historia de Santa Fe de
Antioquia; y una gran cantidad de sabios en esta materia y el primer
inconveniente conque se encontró, fue el factor dinero, que sin lugar a dudas,
es el dios de los mortales.
Así la empayasaron los reformadores incultos,
quedó parecida a un edificio de disneylandia.
Pero como todos los hombres capaces
del planeta, empezó a diseñar, las fórmulas mágicas para conseguirlo, sin
detrimento de los gastos normales que cualquier parroquia de la tierra debe
hacer con sus finanzas y tratando de no generar en los feligreses, la idea de
que un párroco construye y otro destruye, porque para apoyar esta afirmación,
les puedo decir, que en ningún momento el Padre Rogelio, se ha atrevido a
denigrar de sus antecesores; para Él,
esa figura no existe; porque lo que está haciendo en la Basílica, es para bien
de nosotros y porque debe estar lo mejor presentada, como una gran joya
arquitectónica, ante la cantidad del público que la visita diariamente.
Con esta circunlocución de ideas, les
puedo contar que con los dineros del altar de San Isidro; con unas rifas que ha
efectuado; y con otras chichiguas de dinero, se sometió a hacer un gasto, por
una buena cantidad de millones y prueba de lo que afirmo, es que estas
fotografías hablan solas, de la obra que está realizando, con la ayuda de
personas que conocen y tienen experiencia en estos temas.
Los arcos de este lado, ya están
listos; pero en las columnas, van a desaparecer las famosas rayitas rojas, conque
las había empayazado, el reformador.
Observen como quedó el empotramiento
de la lámpara.
Pero por las dimensiones de La
Basílica, los gastos cada día se van poniendo grandes y la Parroquia requiere
de la ayuda de sus feligreses, para poder llegar a una feliz culminación de
esta remodelación.
Este lado de la pared, ya tiene su
color pastel claro, como deben ser los templos, que son lugares de oración.
Es bueno advertir, que la Iglesia
Católica, no permite lo que permite el sistema de gobierno: Las sobre
facturaciones y los robos continuados.
Así está quedando el ribete que apoya
el cielo razo contra el muro.
Recuerdo que cuando el Padre
Francisco de Cestillal, estaba haciendo todo tipo de daños, muchos feligreses
incautos, porque no tenían la cultura, para saber que estas reformas eran de
mala calidad, invirtieron fondos en esa
obra; y por esa razón, espero que muchos, puedan ayudar con la remodelación que
está haciendo nuestro ilustre Rector de la Basílica: Con dinero y con especies,
como tarros de pintura y otros materiales, pues es bueno recordar: Que los
ornamentos dorados que tenían las columnas y los arcos, presentaban muchas
falencias y dejaban ver partes totalmente degradadas y que por esa razón, están
aplicando nuevamente el oro.
En este precioso arco de salida por
la puerta izquierda del templo, ya desaparecieron las famosas rayitas roja.
Hay un relato que ningún Sopetranero
conoce, porque no me he atrevido a publicarlo: Las biografías de los Párrocos
que ha tenido Sopetrán, entre los años 1946 y el 2019.
Si no lo he publicado, es porque en
vez de ser un orgullo para la Iglesia Católica, sería un dolor de cabeza y por
aquello de la caridad cristiana, no deben ser publicadas.
Con este relato he llegado a la
conclusión de que el mejor Párroco que hemos tenido en esos últimos ochenta
años es: El Padre Rogelio, que: Ha mostrado amor por la Parroquia; respeto por
sus pertenencias; buen trato para sus feligreses; y un humilde comportamiento,
que no deja ver la verdadera dimensión del Sacerdote: Culto, inteligente,
sencillo y de buenas costumbres que lo acompañan.
Así era nuestro altar mayor, en la
vieja guardia; si observan bien lo que ahora tenemos, es un cambio muy brusco,
en el orden arquitectónico del altar.
Espero que por amor a nuestra Señora
de Sopetrán, nuestra real patrona, todos dejen ver su generosidad, con esta
hermosa causa, que mostrará nuestra Basílica, en todo su esplendor.
Recordemos que diariamente nos
visitan todo tipo de turistas y por esa razón nuestra Basílica debe estar
impecable.
La expresión más común de los
turistas que asisto con mucha frecuencia, es que por cual razón, siendo más
imponente nuestra Basílica, que la de Santa Fe de Antioquia, la arquidiócesis
no está en nuestro pueblo.
Esa respuesta solo la puede dar: Roma.
Sopetrán, Febrero 9 del 2019.
Darío Sevillano Álvarez.
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