Fundación del centro
histórico en Sopetrán.
El día uno de Junio, se fundó en
Sopetrán, el centro de historia, entidad que de verdad nos estaba haciendo
mucha falta.
El acto protocolario se realizó en
las instalaciones de la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, el día uno de
Junio a las dos de la tarde, con una muy buena asistencia, como lo muestran
estas dos fotografías.
Al acto asistieron los miembros de la
academia de historia del departamento de Antioquia; los miembros del centro de
historia de Santa fe de Antioquia; y muchas personalidades sopetraneras, como
se puede ver en estas otras fotografías.
El ilustre rector de la Basílica de
Nuestra Señora de Sopetrán, Padre Rogelio Rodríguez G. también nos acompañó,
como se puede ver en esta toma.
La banda infantil de nuestro
municipio, estuvo dándonos un pequeño concierto y en el acto protocolario,
interpretó los himnos correspondientes.
Fui elegido para hacer las palabras
de inauguración con una ponencia, sobre la campaña libertadora de 1819.
Mis palabras fueron las siguientes:
“Ars enim didici,
in cuius adipiscendae cladem”
Frase tomada del ideario político de: Simón, José
Antonio de la Santísima Trinidad, Bolívar y Palacio, que era un gran pensador; un ilustre Filósofo; y un distinguido
estratega, que traduce:
“El arte de vencer, se aprende en las
derrotas”.
En esta preciosa tarde tropical del mes de Junio, cuando está
en plena marcha, nuestro primer período de invierno y las brisas tempraneras
del Cauca, mecen las altas estípites de nuestras palmeras y las hacen bailar al
son de nuestras: Cumbias, porros y
gaitas del hermoso folclor colombiano y se
menean los emblemáticos árboles de mamey de oriente a occidente y de
norte a sur, mostrando la majestuosidad de los bosques secos tropicales de
nuestra querida tierra; el sol empieza a declinar entre ropaje níveo sobre los
picos de las más remotas montañas, anunciando que va a llegar la noche, con su
tenebroso manto negro, que solo nos invita a meditar en la grandeza del milagro
de la vida.
En estas circunstancias y sin dejar de ser soñadores, defecto
o virtud ancestral que viene de la estirpe y que muerde la sangre más escondida
de nuestros corazones; pero sin confundir, como el loco personaje de Cervantes:
Manadas de carneros con escuadrones humanos; molinos con gigantes; o mesones
camineros con deslumbrantes palacios; tenemos que reconocer abierta y
realistamente, los grandes esfuerzos que los próceres de nuestra independencia,
tuvieron que hacer, para librarnos de la esclavitud de la tiranía española;
porque hay hechos y circunstancias, tan claros como el sol, que no necesitan de
examen de conciencia, para afirmar de ellos, que son: Excelsos, útiles y
provechosos.
Una de las grandes verdades históricas que no hemos definido
con mucha precisión, son los desgastados
conceptos de que España, es una Madre: Prudente, justa y candorosa, que nos
sacó de las tinieblas del error y nos llevó a la vida de los ciudadanos
ilustres de la tierra; y que nos regaló un idioma y una religión; que son puras
ideas fantásticas y poco ajustadas a la realidad; cuando sabemos que la verdad,
es que saqueo, nuestras riquezas, por las manos de Colón y la banda de malevos,
que lo acompañaban; acabó con nuestros idiomas, porque no se parecían al
castellano, como se llamaba en esa época, el idioma español; destruyó nuestras
religiones, porque la famosa: Santa Inquisición, que de Santa nada tenía, no
aceptaba más principios religiosos, que los de la religión católica; y aniquiló
a los miembros de nuestras comunidades americanas, con todo tipo de torturas y
enfermedades, que nuestros nativos no conocían; a los cuales bautizó con el nombre de indios, cuando se le ocurrió pensar,
que había llegado a las indias orientales y estaba apenas en el continente americano; y por eso
nosotros hemos sido, somos y seremos siempre: La fortalecida etnia americana.
La campaña libertadora que Bolívar y sus soldados hicieron
justamente, hace doscientos años, que se cumplen, el próximo 7 de Agosto y que se prestará para
celebrar, su ducentésimo aniversario, fue una verdadera epopeya sublime, como
lo describe magistralmente: Rafael Núñez, en algunas de las estrofas de nuestro
precioso himno.
Pero lo mejor será, que entremos en
materia:
Los acontecimientos terminan en las
colinas del puente que hay sobre el río Teatinos, o puente de Boyacá, cuando el
Libertador Simón Bolívar y su general de vanguardia, Francisco de Paula
Santander, obtuvieron la victoria definitiva sobre el bien equipado ejército
del imperio colonial.
Era interesante traer a colación este
párrafo, porque con esta victoria, nuestros libertadores, nos libraron de la
esclavitud de España.
Pero veamos cuáles
fueron los componentes más importantes de la campaña libertadora, porque los
buenos historiadores colombianos, concatenan unos doscientos hechos
importantes, que conforman este sublime acontecimiento; que no podemos traer a
la memoria, porque no estamos escribiendo un folleto de historia:
Después de muchas idas y venidas,
nuestro libertador, logró configurar un ejército de voluntarios, que se
enfrentaran al gran ejército español, que lógicamente era mejor capacitado y
mucho más bien dotado de: Armas, uniformes, caballos y estrategias de guerra.
Para empezar la campaña libertadora,
que tuvo sus inicios en el lugar llamado Guasdualito de la hermana república de
Venezuela, hoy convertida en el imperio del terror y gobernada por un demente,
que solo sabe atesorar dinero en sus arcas y que estamos viendo con mucha tristeza
y preocupación, que le quedó grande a la comunidad internacional; nuestro
libertador utilizó una frase, que se convirtió en histórica, por la certeza y
la malicia que tuvo Bolívar, para motivar a sus soldados psicológicamente:
“Preparaos al combate y contad, con la victoria que
lleváis en la punta de vuestras lanzas y bayonetas”.
Me atrevería a decir: Que con su
genialidad y con su arrojo, los héroes que ofrendaron sus vidas en aras de la
libertad, formaron para siempre el glorioso y disciplinado espíritu de nuestro
Ejército colombiano, para querer y defender nuestra soberanía, así sea con el
precio sus vidas; aunque al periódico "The
New York Times", no le parezca.
Hace dos siglos, Venezuela y la Nueva
Granada, en el pequeño caserío de Guasdualito, se unieron para lograr una
victoria histórica:
La independencia de
España.
Un sueño llamado la Gran Colombia,
cuya memoria debe prevalecer, sobre quienes prefieren seguir agitando
equivocados clarines de guerra.
El 26 de mayo de 1819, 2.186 hombres
armados de bayonetas y fusiles, partieron desde Guasdualito, acompañados por
“las juanas”, centenares de mujeres que oficiaban como: Enfermeras,
sazonadoras, auxiliadoras y acompañantes
de sus hombres.
En doble jornada, el 4 de junio
atravesaron el río Arauca y entraron al Casanare colombiano.
Una semana después, Bolívar y Santander
se encontraron en Tame y el ejército libertador, se fortalece.
En medio del inclemente invierno se
fusionaron los ejércitos y el contingente de llaneros, con las aguas casi al cuello,
acostumbrados a domar caballos salvajes, se enfrentaban ahora, a la crueldad de
la naturaleza.
Por el camino de Pore
y Paya, a finales de junio empezó el heroico ascenso al páramo de Pisba.
Después de una
travesía sobre espesos pantanos, el desafío ahora eran: Los riscos, el frío
extremo, los desfiladeros, y nada más que musgo y liquen para alimentar a los
caballos y bueyes.
Algunos llaneros
desertaron y otros murieron.
Se podría creer
equivocadamente, que el paso de la cordillera por Pisba, era un error táctico
de Bolívar, pero lo hizo adrede, para despistar a los españoles, que no eran
capaces de custodiar esas alturas
A alturas
superiores a los 4.000 metros sobre el nivel del mar, en un camino repleto de
cruces anónimas y calaveras de hombres y animales, que pagaron tributo al reto
de atravesar la cordillera; el viento helado y el hambre cobraron muchas vidas.
Como lo narra el periodista y escritor
Héctor Muñoz Bustamante en su obra: Diario de la Independencia, “el camino
quedó regado de cadáveres”.
Todas las bestias de carga se
perdieron, lo mismo que parte de la munición.
Pero el 3 de julio, en el trayecto
entre Pisba y Pueblo Viejo, la compañera de un soldado, entró en dolores de
parto y se produjo el milagro del nacimiento de un niño.
Acostada en la incipiente yerba, dio a
luz a su hijo, que fue envuelto en camisas rotas.
Tres días después, el “ejército de
pordioseros”, como lo llamaba Barreiro, llegó a Socha.
Asistidos por el cura y el alcalde del
pueblo, además de alimento y descanso, el ejército libertador recibió 18 cargas
de ropa.
Bolívar estableció un hospital de paso
y una armería para reorganizar el avance.
No muy lejos, en Tasco, arribaron las
tropas del español Barreiro y, tras hacer prisioneros, ejecutaron a 38
patriotas.
Espalda contra espalda y desnudos
fueron atados por parejas.
Hasta Juana Escobar, una mujer que
protestó por la acción, fue incluida en la masacre.
A lanzazos fueron asesinados.
Sus cuerpos quedaron tirados en un
corral.
En un valle de seis kilómetros situado
al oriente de Paipa, conocido como el Pantano de Vargas, porque no hay un
desagüe natural para las aguas de lluvias y se forma un tragadal; nuestro
ejército libró una de las batallas decisivas.
“¡Ni Dios me quita la
victoria!”, alcanzó a decir Barreiro el comandante español, confiado en su
ofensiva.
Cuando Bolívar creyó perdido el
combate, bajo una lluvia torrencial, el coronel Juan José Rondón y sus lanceros
cambiaron la historia.
Se puede hablar con mucha propiedad,
cuando conocemos ese hermoso lugar, que se prestaba, para que Bolívar y sus
hombres pudieran triunfar, en semejante pantanal.
Minutos después, cuando Bolívar vio que
los llaneros de Rondón hacían estragos, ordenó que el soldado que tocaba la
corneta, tocara la señal de “a la carga”, y gritó a sus comandantes:
“¡Este es el instante
de triunfar o morir!”.
Desde todos los flancos, en torno al
cerro, El Cangrejo, el ejército libertador demolió a su enemigo.
Entonces Barreiro, con la noche encima,
ordenó la retirada.
A pesar de la victoria, el saldo de
muertos y heridos obligó a un receso para reorganizar los escuadrones.
Los patriotas regresaron a Bonza y
Barreiro se atrincheró con los suyos en Paipa.
El 5 de agosto, tras combates aislados
en la región circunvecina, por el solitario camino de Toca, Bolívar volvió a
sorprender a Barreiro y entró triunfante a Tunja.
Fue un golpe letal para los realistas,
que vieron cortadas sus líneas de comunicación, mientras el ejército libertador
ganaba más de 600 fusiles, además de provisiones y medicinas.
Las demás historias son muy conocidas.
El día 7 de Agosto los hombres de Barreiro
quedaron atrapados en una tenaza militar dispuesta por Bolívar, desde lo alto
de una colina, en el pequeño cañón del Río Teatinos y en el paso por el puente
de ese Río, se dio la batalla de Boyacá, que fue la reina de las batallas y esa
misma noche cayó prisionero el oficial español.
Esta batalla se
desenvolvió así:
El Coronel Barreiro
Comandante en Jefe de las fuerzas españolas, al amanecer toma el camino de
Samacá, por el ramal que venía a unirse con el camino de Tunja a Bogotá y se
organiza cerca del puente.
Las tropas patriotas, a
su turno toman el camino Tunja a Bogotá y los dos ejércitos se encuentran en el
Puente de Boyacá.
Las fuerzas patriotas
comandadas por Santander y Anzoátegui contaban con 2.500 hombres y los
realistas disponían de 3.000 hombres; después de cuatro horas de sangriento
combate los patriotas derrotan las fuerzas del Brigadier General Barreiro y lo
tomaron prisionero.
En esta memorable
Batalla al lado del Libertador, figuran los héroes de la lucha armada:
Generales Francisco de Paula Santander, Comandante de la División de
Vanguardia; José Antonio Anzoátegui; Carlos Soublette, Jefe del Estado Mayor;
Coronel Juan José Rondón y muchos otros militares, héroes a quienes la Patria
les rendirá siempre su tributo de admiración y gratitud.
El Libertador siguió a
Ventaquemada y allí pasó la noche.
Después de 75 días de una campaña digna
de ser incluida en el sitial de las grandes gestas heroicas de todos los
tiempos, el Libertador entró triunfante a Bogotá, el martes 10 de agosto.
Ya el virrey Juan Sámano, el hombre
petulante, más cruel y asesino despiadado y su séquito, como pasa con todos los
brabucones, habían huido, hacia la costa Atlántica.
Después de una eucaristía de acción de
gracias y del envío de tropas a diversas regiones para asegurar la victoria,
empezó la tarea de organizar la república.
Me parece escuchar a
Bolívar diciendo a sus soldados:
“Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad, que soportar el peso
de la tiranía”.
Para rematar esta pequeña disertación, quisiera decir, que estamos: Ad
portas, de otra campaña libertadora, porque Colombia es un país, sui géneris,
es decir:
Que cuando no le llueve, le goterea.
Porque hemos venido estando en manos de grupos al margen de la ley, que
aunque dicen que hacen acuerdos de paz con los gobiernos de tuno, a las dos
horas del acuerdo, resulta otro grupo con los mismos nombres o con nombres
diferentes, a los que se habían amnistiado; pero otras veces, nos encontramos
con gobernantes de tipo populista, que no cumplen sus promesas de campañas y
que se dedican a saquear el presupuesto del estado, porque han cambiado la
definición de la vieja palabra: Política, que nació en la gran Grecia de Aristóteles, como vocablo derivado de las
Polis o ciudades de esa época:
Política, arte de gobernar sabiamente a los pueblos.
Y los politiqueros baratos de estos tiempos, que abundan en el
planeta, la han convertido en:
Política, arte de robarles sabiamente a los pueblos.
Si hago esta afirmación, es porque de los 1.101 municipios que tiene
nuestra nación, las dos terceras partes de ellos están quebrados por las malas
administraciones de los Alcalditos, que se creen los reyes del paseo, a los cuales nadie investiga, ni
castiga, tal vez invocando el principio de que:
“Entre bomberos, no se pueden pisar la manguera”.
Hace 31 años, el 13 de marzo de 1988, por primera vez los
alcaldes de Colombia fueron elegidos por los ciudadanos.
Como era de esperarse, esta anhelada conquista democrática,
le dio un giro de 180° a la política nacional.
Sin embargo, también fue el comienzo de un nuevo capítulo en
la cronología del conflicto armado, desde la perspectiva de la lucha por el
poder local.
La historia de este momento crucial en la memoria del país,
es también la explicación de un dolor colectivo que pudo haberse evitado.
Cuando la ley que ordenaba la elección popular de Alcaldes,
fue sancionada, mi exclamación fue esta:
¡Acaban de enterrar el municipio
colombiano!
Y recuerdo que un politiquero barato que estaba a mi derecha,
casi me pega, porque, según decía, esa elección le estaba haciendo falta a la
vida democrática del país.
Ahora se puede decir que esa famosa democracia más rancia de
América, es un cúmulo de problemas, que nadie sabe resolver y su estatus, es
pura fafaracharía.
Para terminar, creo que podemos invocar a Bolívar con tres de
sus frases más famosas:
“Los legisladores necesitan una escuela de moral”.
Y creo que los legisladores modernos, no
saben cuál es el significado de este vocablo.
“El sistema de gobierno más perfecto: Es aquel que produce
mayor suma de felicidad; mayor suma de seguridad social; y mayor suma de estabilidad
política”.
Y creo que carecemos de estos tres bienes.
“Llamarse jefe para no serlo, es el colmo de la miseria”.
Y estoy creyendo, que esta es la dura realidad que vivimos.
Muchas gracias por haberme escuchado.
Sopetrán, Abril 24 del 2019.
Darío Sevillano Álvarez.
También intervinieron otras
personalidades, como: El Presidente de la academia de historia del
departamento; el Presidente del naciente centro de historia de nuestro
municipio; y una estudiante universitaria, que está montando con un equipo de
personas de Medellín, una presentación especial sobre la historia de Nuestra
Señora de Sopetrán, escrita en los medios españoles, de la época del
renacimiento.
El acto estuvo revestido de mucha
solemnidad y duró aproximadamente dos horas.
Sopetrán, Junio 1 del 2019.
Darío Sevillano Álvarez.
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