La sexta jornada de nuestra navidad.
El
relato de hoy, es importantísimo, porque les quiero contar quienes escribieron
la novena que hacemos y cuáles fueron los motivos que los llevó a escribirla.
La
novena que rezamos con tanto placer, en las navidades, fue escrita por un
fraile franciscano, llamado: Fray Fernando de Jesús Larrea, que había nacido en
la ciudad de Quito, en el año de 1700; esta novena fue escrita por petición de
la fundadora del colegio la enseñanza de Bogotá y la publicaron en el año de
1743.
Algunos
años después, una religiosa de la enseñanza, la Madre María Ignacia, cuyo
nombre de pila era Bertilda Samper Acosta, la modificó y le agregó los gozos o
aspiraciones.
El día sexto trae como consideración, el
siguiente relato:
“Jesús había sido concebido en
Nazaret, domicilio de San José y de María, y allí era de creerse que había de
nacer, según todas las probabilidades. Más Dios lo tenía dispuesto de otra
manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá,
ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios se sirvió de un
medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber: la orden
dada por el emperador Augusto de que todos los súbditos del imperio romano se
empadronasen en el lugar de donde eran originarios”.
"María y José como descendientes que
eran de David, no estaban dispensados de ir a Belén, y ni la situación de la
Virgen Santísima ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les
aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, la
estación más rigurosa e incómoda del año.
No ignoraba Jesús en qué lugar
debería nacer e inspiraba a sus padres que se entreguen a la Providencia, y que
de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de sus designios.
Almas interiores observad este manejo del divino Niño, porque es el más importante
de la vida espiritual: Aprended que quien se haya entregado a Dios ya no ha de
pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer en cada instante sino lo que Dios
quiera para él; siguiéndole ciegamente aún en las cosas exteriores, tales como
el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de
observar esta dependencia y esta fidelidad inviolable en toda la vida de
Jesucristo, y este es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarle los
santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su
propia voluntad”.
Pero los evangelios y los libros de
la biblia, no cuentan las incidencias de este largo viaje de 115 kilómetros,
que para esa época, era un largo caminar, casi siempre por un desierto lleno de
problemas, que si no se conocían, era casi seguro: Perderse y morir de sed.
Recordemos que Nazaret, que era una
de las grandes ciudades de Galilea, en
la actualidad tiene: 75.000 habitantes y Belén, un pequeño caserío, era una
ciudad de Palestina en la Judea, en la actualidad tiene 27.000 habitantes.
Esto quiere decir que estaban muy
distantes.
El punto de partida de este recorrido
es justo donde comienza la historia bíblica:
En Nazaret, ciudad donde vivían María
y José el carpintero, y donde tuvo lugar la anunciación, que marcó el camino de
la Navidad para los cristianos.
Este es un mapa de esa época,
observen muy bien la línea roja, que es el camino que tuvo que recorrer San
José con la Virgen.
En este otro mapa, se ven las
posesiones de Pilatos, como gobernador Romano; de Herodes y de Filipo.
Ahora veamos cómo pudieron haber sido
esas dos ciudades, en los tiempos de Jesucristo.
Parecidas a estas construcciones eran
las que existían en Nazaret, en los tiempos del nacimiento del Niño Dios.
La ciudad de Belén, como ya lo dije
era un pequeño caserío al pie de una panadería, que fue la que le dio el nombre.
Este viaje hoy lo hacen miles de
viajeros en dos horas, en un bus con aire acondicionado, internet, música
y un buen mecato, por si acaso.
Durante el recorrido, impacta el
paisaje árido del gran desierto que hace parte de más del 50 por ciento del
territorio de Israel. ¿Alcanzan a imaginar cómo sería estar perdido en
semejante ambiente seco, arenoso y sin agua?
Pues bien, en el tiempo de
Jesús, la gente viajaba a pie, en animales o en carretas, y la travesía era de
cuatro a seis días, por duros caminos, con temperaturas altas en el día y bajas
en la noche, acechados por animales salvajes, sin luz y con el temor de
encontrase con los tan nombrados beduinos (pastores nómadas) que no eran muy de
fiar, por su difícil condición.
La película Jesús de Nazaret (1977),
de Franco Zeffirelli, centra este pasaje en la figura del carpintero, quizás
porque en las escenas anteriores (Anunciación, visitación, Nacimiento del
Bautista), la figura central ha sido la Virgen.
Aquí, es José quien lleva las riendas
de la escena, y esta actitud nos permite descubrir, de forma muy nítida, la alta
moral de este personaje en quien Dios, había confiado una misión decisiva: Hacer
las veces de padre de Jesús, dirigir el hogar de Nazaret, cuidar del Niño y de
María.
En la industria del cine, los grandes
pensadores, hacen todo tipo de componendas, para narrarnos como acontecieron
los hechos, que no quedaron escritos en la Biblia.
Esta es una de esas narrativas, que
por cierto me pareció muy interesante:
“Finalmente, en La Natividad (2006)
la escena de los preparativos se resuelve en una conversación familiar: Están
presentes San Joaquín, Santa Ana, la Virgen y San José.
La decisión es compartida.
El carpintero inicia el diálogo: No
puede censarse en Nazaret, debe ir a Belén, e insinúa que tal vez María deba
acompañarla.
Santa Ana tercia en ese punto: a Ella
le permitirán quedarse.
Pero Joaquín replica con dureza: “No
le permitirán nada”.
También aquí es la Virgen quien
resuelve la situación: Pase lo que pase, acompañará a su esposo.
Una vez tomada la decisión, la
conversación se centra en los preparativos: Joaquín ofrece el asno para el
viaje –lo único que la familia tiene para subsistir– y José, conmovido, promete
que cuidará de su hija y del Niño con todas sus fuerzas”.
Espero que esta historia, casi improvisada, les haya gustado, tanto como
disfruté cuando la estaba concibiendo.
Hoy no estuve en el pesebre de la Basílica, porque me interesaba, hacer
énfasis en este precioso relato, que sin lugar a dudas a muchos les va a
interesar.
Sopetrán, Diciembre 21 del
2019.
Darío Sevillano Álvarez.
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