Lo bueno, lo malo y lo
feo de la semana santa de los niños en Sopetrán.
Lo bueno…
Sinceras felicitaciones
al señor rector de la basílica de nuestra Señora de la Asunción de Sopetrán, el
presbítero Rogelio Rodríguez Graciano, porque supo celebrar una semana santa
muy especial para los niños de la parroquia, dada la razón de que ellos son el
futuro de la iglesia católica.
Tuve la oportunidad de
asistir a cuatro de esas celebraciones y me llevé grandes satisfacciones,
porque nuestra madre iglesia está poniendo a los niños en el lugar que les
corresponde.
Siempre he sostenido que
este es el mejor párroco que hemos tenido en las últimas ocho décadas.
La malo…
Fuera de mucha
importancia que, para la próxima celebración de esta distinguida fiesta de los
niños, se vincularan con la parroquia todas las entidades sociales del
municipio, tal como lo hicieron los miembros de la policía nacional y los
agentes del tránsito.
Esperamos que, para el
próximo año, si Dios nos tiene con vida, podamos hacer una celebración de
grandes proporciones, como se lo merecen los niños, que son el futuro de
nuestra civilización.
Lo feo…
La procesión penitencial
del viernes santico en Sopetrán, se realizó desde la bomba Terpel hacia el
templo parroquial.
Asistí a esta celebración,
con el fin de ayudar en el canto de las estaciones.
Cuando cantamos la
primera estación, una señora de muy buena voluntad con la parroquia, que ayuda
a cantar en las funciones del culto, quiso cantar conmigo, pero como ella
estaba destemplada, le retiré el micrófono, para que no se oyera la pelotera
que armábamos cantando en tonos diferentes.
Creí que, con la
experiencia que tengo de haber sido organista en la parroquia por espacio de 18
años consecutivos, podía seguirlas cantando, pero en la cuarta estación, la
señora apartó el micrófono de mi boca y se fue con su música a otro lugar.
No le guardo ningún tipo
de rencor a esa señora, porque ella en su buena voluntad, cree que es una buena
soprano; pero tiene cuatro inconvenientes para lograrlo: Primero, es muy
destemplada; segundo, cuando no sabe alguna parte de las estaciones de Vidal,
ella le pone el canto a su gusto; tercero, se pasa en un mismo trozo musical de
un tono a otro, para acomodar su vos, con lo que mas le conviene y por esta
razón es imposible acompañarla con cualquier instrumento musical; cuarto le
agrega o le quita partes a las canciones a su gusto.
Este es un problema de
muchas parroquias, que como no tienen dinero para pagar un buen organista,
deben soportar a las personas de buena voluntad que, sin saber cantar, se
ofrecen para estos menesteres.
De todas maneras, es muy
importante que resulten personas que nos quieran ayudar, sin que cobren por sus
servicios.
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