Este personaje fue conocido en todo el planeta, con el
pseudónimo de Porfirio Barbajacob.
Hay una cita importante que el mismo escribió, para la
fecha de su nacimiento:
“Vine al torrente de la vida, en Santa Rosa de Osos, una
media noche encendida en astros de signos borrosos”.
Nuestro hombre nació en el corregimiento de Hoyo Rico de
la ciudad de Santa Rosa de Osos, al norte del departamento de Antioquia, el día
29 de julio de 1883, en el matrimonio de:
Antonio María Osorio y Pastora Benítez.
Fue bautizado por el Pbro. Francisco Antonio Montoya, en
la capilla del Señor de la Humildad.
Sus padrinos fueron:
Nepomuceno Cuartas y María de Jesús Cadavid.
Desde su infancia, se le presentaron muchos obstáculos,
porque sus padres se fueron a vivir a Bogotá con sus hermanos:
Rafael, María, Lola o, dolores y Mercedes.
Y a Porfirio lo llevaron a vivir con sus abuelos Paternos
a la ciudad de Angostura:
Emigdio Osorio y Benedicta Parra.
Su niñez estuvo llena de ilusiones, estudios y sueños
infantiles, pero cuando terminó los estudios de enseñanza primaria, viajó a
Bogotá, en busca de sus padres.
Su inestabilidad, después de unos estudios que, hizo en
la normal central, lo llevó a regresar, a la ciudad de Angostura y
posteriormente viajó a la ciudad de Medellín, para terminar sus estudios
secundarios en la escuela normal de los institutores.
En esta ciudad, empieza a trabajar como maestro, en
algunas escuelas de la capital antioqueña.
Era una llama al viento y el viento la apagó
Esta es la leyenda que tiene la escultura en Santa Rosa.
Viaja nuevamente a Angostura para pasar sus vacaciones y
visitar a sus familiares y amigos.
Cuando en Colombia se presentó la guerra de los mil días,
Porfirio tuvo que ingresar al ejército, como miembro de las huestes
conservadoras.
Concluida la guerra, se incorpora a sus labores de
maestro en la tierra panelera.
Uno de sus grandes cargos fue el de director de la
escuela urbana de varones de Santa Rosa.
A los dos meses de lucha se marchó para Bogotá, donde
fundó:
El cancionero antioqueño, periódico que tuvo muchos
éxitos en donde muchos escritores jóvenes participaban.
En este momento de su vida se cambió el pseudónimo de
Porfirio Barbajacob por el de:
Maín Ximénez.
Esta práctica de estarse cambiando el nombre, muestra la
inestabilidad de las personas
La palabra ψευδώνυμος, traduce falso
nombre y está compuesta por dos términos:
Ψευδής que traduce falso y
se pronuncia: pseudēs y
la palabra: ὄνυμα, que se pronuncia: ónyma, que traduce nombre.
Regresa a Angostura y funda una escuela con el nombre de:
jardín infantil.
Su vida fue un
continuo y desgarrado peregrinaje por diversos países de América, entre los cuales el más destacado es:
Argentina.
Estuvo radicado
en Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Cuba, Perú y México, colaborando con toda suerte en publicaciones
literarias y políticas. Contradictorio, siempre propenso al escándalo,
enriqueció la leyenda sobre su extravagante persona con una producción poética
peculiar.
Su espíritu
errabundo, lleno de pasión y de nostalgia, formó parte esencial de su obra,
signada además por la angustia y la sensualidad y la omnipresencia de la
muerte.
En la república
del Salvador, se le quiso hacer un homenaje, coronándolo como uno de los
mejores poetas, pero él declinó el honor en favor del poeta Guillermo Valencia.
Continúa su
peregrinaje por las tierras bañadas por mar, sin encontrar paz, para su
espíritu y en una constante lucha dualista:
Escribe, se
concentra, viaja, regresa, lucha y en este vaivén, publica:
El cincuentón y
otras de sus obras y se dedica a hacer recitales de poesía, porque fuera de ser
poeta, era un grandioso recitador.
En este país
publica una obra muy especial:
El hombre que
parecía un caballo.
En Nicaragua,
vuelve a cambiar su nombre por el de:
Ricardo Arenales.
Barba Jacob fue abiertamente homosexual.
La primera
referencia a su homosexualidad se encuentra en el libro:
«El hombre que
parecía un caballo y
otros cuentos».
Obra maestra del
escritor guatemalteco:
Rafael Arévalo Martínez, escrita en 1914.
Miguel Ángel
Osorio Benítez, con el seudónimo de Porfirio Barba-Jacob y con el de Ricardo
Arenales firmó todos sus poemas.
Este último lo
adoptó en Barranquilla en 1906, al inicio de un largo peregrinaje que, le llevó
por múltiples ciudades de países de las tres Américas, y lo usó hasta 1922
cuando, en Guatemala, se lo cambió por el que conservó hasta su muerte.
Nuestro hombre
sigue viajando por muchos países de América y se dirige al Perú, en Lima, de
aquí regresa a Colombia y entra por el puerto de Buena ventura, pasa a
Manizales, en donde ofrece recitales de su mejor producción poética, luego va
al Quindío, Tolima y Boyacá.
En este momento
de su producción, escribe para el Tiempo y el espectador.
Regresa a Medellín
en donde, ofrece excelentes recitales y luego pasa por las tierras del norte, a
su vieja Angostura.
Regresa a
México, para no retornar jamás.
En México, es
nombrado como profesor de una importante institución.
En este momento
de su vida empieza su decadencia, debido a su mala salud y a la falta de
dinero.
El día 3 de
enero de 1942, muere lleno de amarguras, por el abandono de sus amigos.
Sus despojos
mortales estuvieron sepultados en el cementerio universal de la ciudad de
Medellín y más tarde fueron trasladadas a la ciudad de Santa Rosa de Osos.
Importante
relato:
Fue Fernando Vallejo quien encontró a Rafael
Delgado en León, la pobre ciudad de Nicaragua donde nació Rubén Darío.
Tenía más de setenta años y de la probada belleza que enloqueció a Porfirio Barba Jacob, quedaba ya muy poco.
Sin él Vallejo no habría podido completar su
libro, El mensajero, tal vez la
mejor biografía que se ha escrito jamás sobre un poeta colombiano.
Él conocía cada secreto del autor de La vida profunda.
Su vida
miserable en pensiones pulgosas en México, Cuba, El Salvador, Guatemala y Perú.
Él lo acompañó en su último regreso a Colombia,
cuando recibieron cobijo en la casa de una de las hermanas de Miguel Ángel
Osorio -nombre real del poeta- en Medellín.
También
estuvo ahí en su último domicilio, un apartamento sin muebles en la calle López
en México, en donde la sífilis y la tuberculosis terminaron derrotándolo el
miércoles 14 de enero de 1942.
Barba
Jacob tenía 58 años.
Eso sí, Rafael no pudo estar a su lado.
Había
salido a conseguir, según él, medicamentos.
La única persona que lo vio morir fue Concepción
Velásquez, la mujer que se casó con Rafael Delgado para disipar comentarios
malintencionados.
Imagínense lo que era ser homosexual en la década
del cuarenta.
Quería ser lo último que viera antes de partir.
Ella,
fervorosa católica, afirma que se estaba arrepintiendo.
Después de conocer a Barba Jacob en El mensajero, no se puede
dejar de pensar en que, acaso lo estaba insultando, o tan sólo se estaba
burlando del crucificado.
Una vez murió Barba Jacob, Rafael Delgado perdió
el norte.
Tenía cuarenta años y los ojos verdes ya
empezaban a nublarse.
Vivió de unas cuantas mujeres hasta que regresó a
León, Nicaragua, donde lo revivió Vallejo.
Junto a él
recorrieron las posadas de México y Morelia donde el poeta era el foco de
atención de deslumbrantes tertulias.
Todos recuerdan su voz plateada, dura como una
trompeta.
Arruinado y triste.
Las cenizas de Barba Jacob regresaron a Colombia
sólo hasta el 2015 y están en Santa Rosa de Osos.
Su poesía, lamentablemente, está cada vez más
olvidada.
El día 27 de
septiembre de 1974, Santa Rosa, recoge los despojos mortales de nuestro ilustre
poeta y el ilustre licenciado:
Don Libardo bedoya
Céspedes, en su oración fúnebre dice:
“Guarde pues Santa
Rosa, con devoción y amor, a estas, porque ellas son: El espíritu del hombre
universal que, brotó del rocadal de su entraña y llenó de gritos y canciones,
el ámbito de America”.
Anécdota
importante:
Por una invitación
especial que tuvimos, de la alcaldesa que, había en Angostura, en el momento en
que el señor presidente: Belisario Betancourt Cuartas, iba a visitar la ciudad,
para la inauguración de la casa de la cultura, que, iba a ser montada, en la
antigua casa en donde Porfirio Barbajacob, había vivido, con sus abuelos
paternos.
La invitación era
para que lleváramos unos árboles de Astromelia y los sembráramos en el patio de
esa casa.
Lleve tres
astromelias:
Una blanca, una rosada y una morada.
Recuerdo que me
senté en mi máquina de escribir, porque para esa época no existían los
computadores, y escribí un discurso, con todas las normas que, existen para
hacer una obra de esas dimensiones.
Mi discurso, fue
tan de buena calidad, que me demoró pronunciarlo unos cuarenta minutos y le señora
alcaldesa me pidió el favor de que se lo regalara.
Creía firmemente
que, lo iban a anexar a los documentos de esa famosa efemérides, pero no fue
así, porque cuando regresé a Angostura, para pedir el favor de que, me
regalaran una copia del discurso, la señora alcaldesa no lo había metido en los
documentos de ese día, sino que lo había conservado, para tenerlo como modelo
de sus discursos.
El señor
presidente, se dirigió hasta donde yo estaba y me felicitó, porque según él
pensaba, para escribirlo yo debía ser, un personaje muy estudioso, que me
mantenía leyendo.
Este es el
edificio de la casa de la cultura de Angostura, en el norte Antioqueño.
Importante
revelación:
El padre de
Osorio, era un marido muy celoso, y no permitía que su señora pudiera asomarse
a la puerta o las ventanas de su casa, porque si conversaba con un hombre,
posiblemente podía ser su mozo.
Por esta razón la
señora empezó a fingir que, estaba muy enferma y mostraba mucho desgano para
comer y pocas horas para poder dormir y le pidió a su esposo que, la llevara a
un especialista en la ciudad de Medellín.
Cuando la señora
estaba en el consultorio del médico, le dijo:
Doctor yo no tengo nada, pero este hombre me mantiene encerrada en mi casa y no
me permite salir a la calle, por favor ordénele que, me mande a una tierra de
clima cálido por espacio de unos meses, para tratar de descansar de sus celos.
Cuando el doctor
le ordenó al padre de Osorio, su receta, este respondió:
Tengo en Sopetrán
unos amigos muy especiales que, me pueden hacer este favor, ellos son:
Gustavo Gaviria Blaire y Lucrecia Vieira.
Por esta razón,
Barbajacob y su madre estuvieron seis meses en la ciudad de Sopetrán y fue aquí
en donde conocieron las famosas astromelias de que habla en sus escritos.
Sopetrán, junio 9
del 2025.
Darío Sevillano
Álvarez.