sábado, 14 de junio de 2025

Semblanza de Miguel Ángel Osorio benítez

 

Este personaje fue conocido en todo el planeta, con el pseudónimo de Porfirio Barbajacob.

Hay una cita importante que el mismo escribió, para la fecha de su nacimiento:

“Vine al torrente de la vida, en Santa Rosa de Osos, una media noche encendida en astros de signos borrosos”.

Nuestro hombre nació en el corregimiento de Hoyo Rico de la ciudad de Santa Rosa de Osos, al norte del departamento de Antioquia, el día 29 de julio de 1883, en el matrimonio de:

Antonio María Osorio y Pastora Benítez.

Fue bautizado por el Pbro. Francisco Antonio Montoya, en la capilla del Señor de la Humildad.

Sus padrinos fueron:

Nepomuceno Cuartas y María de Jesús Cadavid.


Desde su infancia, se le presentaron muchos obstáculos, porque sus padres se fueron a vivir a Bogotá con sus hermanos:

Rafael, María, Lola o, dolores y Mercedes.

Y a Porfirio lo llevaron a vivir con sus abuelos Paternos a la ciudad de Angostura:

Emigdio Osorio y Benedicta Parra.

Su niñez estuvo llena de ilusiones, estudios y sueños infantiles, pero cuando terminó los estudios de enseñanza primaria, viajó a Bogotá, en busca de sus padres.

Su inestabilidad, después de unos estudios que, hizo en la normal central, lo llevó a regresar, a la ciudad de Angostura y posteriormente viajó a la ciudad de Medellín, para terminar sus estudios secundarios en la escuela normal de los institutores.

En esta ciudad, empieza a trabajar como maestro, en algunas escuelas de la capital antioqueña.

Era una llama al viento y el viento la apagó

Esta es la leyenda que tiene la escultura en Santa Rosa.

Viaja nuevamente a Angostura para pasar sus vacaciones y visitar a sus familiares y amigos.

Cuando en Colombia se presentó la guerra de los mil días, Porfirio tuvo que ingresar al ejército, como miembro de las huestes conservadoras.

Concluida la guerra, se incorpora a sus labores de maestro en la tierra panelera.

Uno de sus grandes cargos fue el de director de la escuela urbana de varones de Santa Rosa.

A los dos meses de lucha se marchó para Bogotá, donde fundó:

El cancionero antioqueño, periódico que tuvo muchos éxitos en donde muchos escritores jóvenes participaban.

En este momento de su vida se cambió el pseudónimo de Porfirio Barbajacob por el de:
Maín Ximénez.

Esta práctica de estarse cambiando el nombre, muestra la inestabilidad de las personas

La palabra ψευδώνυμος, traduce falso nombre y está compuesta por dos términos:

 Ψευδής que traduce falso y se pronuncia: pseudēs y la palabra: νυμα, que se pronuncia: ónyma, que traduce nombre.

Regresa a Angostura y funda una escuela con el nombre de: jardín infantil.

Su vida fue un continuo y desgarrado peregrinaje por diversos países de América, entre los cuales el más destacado es: Argentina.

Estuvo radicado en GuatemalaHondurasCosta RicaEl SalvadorCubaPerú y México, colaborando con toda suerte en publicaciones literarias y políticas. Contradictorio, siempre propenso al escándalo, enriqueció la leyenda sobre su extravagante persona con una producción poética peculiar.

Su espíritu errabundo, lleno de pasión y de nostalgia, formó parte esencial de su obra, signada además por la angustia y la sensualidad y la omnipresencia de la muerte.

En la república del Salvador, se le quiso hacer un homenaje, coronándolo como uno de los mejores poetas, pero él declinó el honor en favor del poeta Guillermo Valencia.

Continúa su peregrinaje por las tierras bañadas por mar, sin encontrar paz, para su espíritu y en una constante lucha dualista:

Escribe, se concentra, viaja, regresa, lucha y en este vaivén, publica:

El cincuentón y otras de sus obras y se dedica a hacer recitales de poesía, porque fuera de ser poeta, era un grandioso recitador.

En este país publica una obra muy especial:

El hombre que parecía un caballo.

En Nicaragua, vuelve a cambiar su nombre por el de:

Ricardo Arenales.

Barba Jacob fue abiertamente homosexual.

La primera referencia a su homosexualidad se encuentra en el libro:

«El hombre que parecía un caballo y otros cuentos».

Obra maestra del escritor guatemalteco: 

Rafael Arévalo Martínez, escrita en 1914.

Miguel Ángel Osorio Benítez, con el seudónimo de Porfirio Barba-Jacob y con el de Ricardo Arenales firmó todos sus poemas.

Este último lo adoptó en Barranquilla en 1906, al inicio de un largo peregrinaje que, le llevó por múltiples ciudades de países de las tres Américas, y lo usó hasta 1922 cuando, en Guatemala, se lo cambió por el que conservó hasta su muerte.

Nuestro hombre sigue viajando por muchos países de América y se dirige al Perú, en Lima, de aquí regresa a Colombia y entra por el puerto de Buena ventura, pasa a Manizales, en donde ofrece recitales de su mejor producción poética, luego va al Quindío, Tolima y Boyacá.

En este momento de su producción, escribe para el Tiempo y el espectador.

Regresa a Medellín en donde, ofrece excelentes recitales y luego pasa por las tierras del norte, a su vieja Angostura.

Regresa a México, para no retornar jamás.

En México, es nombrado como profesor de una importante institución.

En este momento de su vida empieza su decadencia, debido a su mala salud y a la falta de dinero.

El día 3 de enero de 1942, muere lleno de amarguras, por el abandono de sus amigos.

Sus despojos mortales estuvieron sepultados en el cementerio universal de la ciudad de Medellín y más tarde fueron trasladadas a la ciudad de Santa Rosa de Osos.

Importante relato: 

Fue Fernando Vallejo quien encontró a Rafael Delgado en León, la pobre ciudad de Nicaragua donde nació Rubén Darío.

Tenía más de setenta años y de la probada belleza que enloqueció a Porfirio Barba Jacob, quedaba ya muy poco.

 

Sin él Vallejo no habría podido completar su libro, El mensajero, tal vez la mejor biografía que se ha escrito jamás sobre un poeta colombiano.

Él conocía cada secreto del autor de La vida profunda.

 Su vida miserable en pensiones pulgosas en México, Cuba, El Salvador, Guatemala y Perú.

Él lo acompañó en su último regreso a Colombia, cuando recibieron cobijo en la casa de una de las hermanas de Miguel Ángel Osorio -nombre real del poeta- en Medellín.

 También estuvo ahí en su último domicilio, un apartamento sin muebles en la calle López en México, en donde la sífilis y la tuberculosis terminaron derrotándolo el miércoles 14 de enero de 1942.

 Barba Jacob tenía 58 años.

Eso sí, Rafael no pudo estar a su lado.

 Había salido a conseguir, según él, medicamentos.

La única persona que lo vio morir fue Concepción Velásquez, la mujer que se casó con Rafael Delgado para disipar comentarios malintencionados.

Imagínense lo que era ser homosexual en la década del cuarenta.


 Velásquez le contó a Vallejo que, Barba Jacob murió tranquilamente, a pesar de sus problemas respiratorios, viendo un crucifijo y preguntando por Rafael.

Quería ser lo último que viera antes de partir.

 Ella, fervorosa católica, afirma que se estaba arrepintiendo.

Después de conocer a Barba Jacob en El mensajero, no se puede dejar de pensar en que, acaso lo estaba insultando, o tan sólo se estaba burlando del crucificado.

Una vez murió Barba Jacob, Rafael Delgado perdió el norte.

Tenía cuarenta años y los ojos verdes ya empezaban a nublarse.

Vivió de unas cuantas mujeres hasta que regresó a León, Nicaragua, donde lo revivió Vallejo.

 Junto a él recorrieron las posadas de México y Morelia donde el poeta era el foco de atención de deslumbrantes tertulias.

Todos recuerdan su voz plateada, dura como una trompeta.


Rafael Delgado murió en los años ochenta.

Arruinado y triste.

Las cenizas de Barba Jacob regresaron a Colombia sólo hasta el 2015 y están en Santa Rosa de Osos.

Su poesía, lamentablemente, está cada vez más olvidada.

El día 27 de septiembre de 1974, Santa Rosa, recoge los despojos mortales de nuestro ilustre poeta y el ilustre licenciado:

Don Libardo bedoya Céspedes, en su oración fúnebre dice:

“Guarde pues Santa Rosa, con devoción y amor, a estas, porque ellas son: El espíritu del hombre universal que, brotó del rocadal de su entraña y llenó de gritos y canciones, el ámbito de America”.

Anécdota importante:

Por una invitación especial que tuvimos, de la alcaldesa que, había en Angostura, en el momento en que el señor presidente: Belisario Betancourt Cuartas, iba a visitar la ciudad, para la inauguración de la casa de la cultura, que, iba a ser montada, en la antigua casa en donde Porfirio Barbajacob, había vivido, con sus abuelos paternos.

La invitación era para que lleváramos unos árboles de Astromelia y los sembráramos en el patio de esa casa.

Lleve tres astromelias:

Una blanca, una rosada y una morada.

 

Recuerdo que me senté en mi máquina de escribir, porque para esa época no existían los computadores, y escribí un discurso, con todas las normas que, existen para hacer una obra de esas dimensiones.

Mi discurso, fue tan de buena calidad, que me demoró pronunciarlo unos cuarenta minutos y le señora alcaldesa me pidió el favor de que se lo regalara.

Creía firmemente que, lo iban a anexar a los documentos de esa famosa efemérides, pero no fue así, porque cuando regresé a Angostura, para pedir el favor de que, me regalaran una copia del discurso, la señora alcaldesa no lo había metido en los documentos de ese día, sino que lo había conservado, para tenerlo como modelo de sus discursos.

El señor presidente, se dirigió hasta donde yo estaba y me felicitó, porque según él pensaba, para escribirlo yo debía ser, un personaje muy estudioso, que me mantenía leyendo.

Este es el edificio de la casa de la cultura de Angostura, en el norte Antioqueño.

Importante revelación:

El padre de Osorio, era un marido muy celoso, y no permitía que su señora pudiera asomarse a la puerta o las ventanas de su casa, porque si conversaba con un hombre, posiblemente podía ser su mozo.

Por esta razón la señora empezó a fingir que, estaba muy enferma y mostraba mucho desgano para comer y pocas horas para poder dormir y le pidió a su esposo que, la llevara a un especialista en la ciudad de Medellín.

Cuando la señora estaba en el consultorio del médico, le dijo:
Doctor yo no tengo nada, pero este hombre me mantiene encerrada en mi casa y no me permite salir a la calle, por favor ordénele que, me mande a una tierra de clima cálido por espacio de unos meses, para tratar de descansar de sus celos.

Cuando el doctor le ordenó al padre de Osorio, su receta, este respondió:

Tengo en Sopetrán unos amigos muy especiales que, me pueden hacer este favor, ellos son:
Gustavo Gaviria Blaire y Lucrecia Vieira.

Por esta razón, Barbajacob y su madre estuvieron seis meses en la ciudad de Sopetrán y fue aquí en donde conocieron las famosas astromelias de que habla en sus escritos.

Sopetrán, junio 9 del 2025.

Darío Sevillano Álvarez.






















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