¡Año bisiesto, año de siniestros!
Cuando tenía
escasos seis años de edad, y vivíamos en Tarroliso, un hermoso rincón del
Sopetrán romántico de las viejas épocas, mi Madre y mi Abuela materna, que eran
dos mujeres comunes y corrientes del pueblo y más bien mal capacitadas a nivel
de estudio, en los planteles educativos, esperaban con muchos recelos los años
bisiestos, porque las creencias populares de esos tiempos, anunciaban que los
años bisiestos eran muy peligrosos, por la cantidad de tragedias que los
acompañaban, según decía la tradición oral.
Veamos en primer
lugar, que es lo que ocurre cuando un año es bisiesto:
La palabra
bisiesto de idioma latino bis sextus, significa que el año en vez de tener 365
días, debe tener 366, es decir debe tener repetido el número seis dos veces.
¿Pero de donde
aparecen esas 24 horas más?
Lo que ocurre es
que el año calendario, tiene 365 días, pero el año trópico, que es el recorrido
de la tierra, alrededor del sol es de 365 + 5 horas+ 57 minutos; que se
acumulan cada cuatro años y forman el nuevo día.
Pero como quedan
faltando tres minutos en cada acumulación, es posible, que dentro de algunos años se acumule un día completo, que se le deberá agregar a uno de los
años, para no descuadrar los días de los equinoccios y los solsticios.
¿Cómo se dieron
cuenta de este error?
Algunas culturas
de la tierra, como lo Egipcios y otras civilizaciones, por la observación de
los astros, ya sabían que cada año calendario sobraba una mínima porción de
tiempo y por esa razón la agregaban a los años, para no descuadrar los tiempos
en que inician las estaciones del año.
Pero si
recordamos la circunstancia histórica, de que América fue descubierta y
conquistada por los españoles, en la mayoría de su extensión territorial, tenemos
que hacer memoria de que España, pertenecía en esa época, al imperio Romano,
que había venido agregando meses al año solar.
Es bueno que
sepan que al año para los Romanos, era la mejor forma de agregarle meses, para
recordar las hazañas de algunos de sus hombre ilustres, como Augusto y otros.
También es
importante decir, que el año fue manejado de distintas maneras:
Una de ellas
era hacerlo de 12 meses de 30 días, que sumados completaban 360 día y los cinco
días que sobraban eran los que dedicaban al nacimiento de los dioses: Osiris, Seth, Horus, Isis y Neftis.
Cuando el emperador Julio Cesar, llegó a Egipto, se dio cuenta que
existían calendarios más perfectos que el romano, y contrató los servicios de
un sabio de Alejandría, llamado Sosígenes, para que mejorara el calendario Romano
y este sabio, corrigió las imprecisiones que el viejo calendario tenía y para
lograrlo, en el año 46 a.C. hizo la primera corrección que consistió en hacer
un año muy largo, que duró 445, para calibrar las días que había votado el
calendario a lo largo del tiempo; este año se llamó el año más largo o el año
de la confunción.
Este calendario fue oficial en Roma y en todas sus posesiones y en aquellos pueblos que eran descubiertos
por personajes del imperio, como las repúblicas americanas.
En el concilio de Nicea, que fue convocado por el emperador
Constantino, y fue realizado por
miembros de varias iglesias, la católica, la ortodoxa, la copta, la
luterana y la anglicana, y que fue presidido por el Obispo Osio de Córdoba, los sabios advirtieron que Sosígenes tenía un grave error, pero no se
hizo nada, para corregirlo.
Pero en el año de 1572, tomó posesión del Papado de la Iglesia Católica
Ugo Buoncompani, que tomó el nombre de Gregorio XIII y gobernó hasta 1585.
Este Papa se encargó de muchas actividades religiosas y mostró muchos
bríos en el manejo de la Iglesia, a pesar de
su alta edad y una de las cosas más interesante que hizo, fue la reforma
al calendario Juliano, que como ya dije, había sido impuesto por Julio Cesar en
el año 46 a.C.
El nuevo calendario iba a tener el nombre de su reformador y por esa
razón lo conocemos como el: Calendario Gregoriano; por esta reforma, este Papa
pasó a la historia universal como un gran sabio.
Instaurado el 4 de
octubre de 1582, el nuevo calendario vino a solucionar el problema que planteaba
el hecho de que el año Juliano tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año
solar lo que había provocado que la diferencia acumulada hiciera que el
equinoccio de primavera se adelantara en diez días.
Gregorio XIII, asesorado por el
astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó, el 24 de
febrero de 1582, la bula Inter
Gravissimas en la que establecía que tras el jueves 4 de
octubre de 1582 seguiría el viernes 15 de
octubre de 1582.
Con la eliminación de estos diez días
desaparecía el desfase con el año solar, y para que no volviera a producirse,
se eliminaron en el nuevo calendario tres años bisiestos cada cuatro siglos.
Los años bisiestos del siglo XXI
serán:
A continuación vean ustedes el escudo
de armas del Papa Gregorio XIII.
Si no hubieran diseñado la fórmula de
los años bisiestos, el tiempo se iría descomponiendo y llegaría el día, que el
invierno caería en pleno verano en los países en donde hay estaciones.
Hay una formula muy especial para
saber si un año puede ser bisiesto:
Un año es bisiesto si es
divisible por 4, excepto el último de cada siglo (aquellos divisibles por 100),
que para ser bisiestos, también deben ser divisibles por 400.
Esto de ser divisible,
significa que al hacer la división, no debe quedar residuo.
Hay un enredo aún más
complicado, que cuando la tierra rota un poco más lento, cada cierto número de
años se le agrega al tiempo un segundo, para mantener la medida del tiempo bien
sincronizada; esto lo han hecho las dos últimas veces en los años de 1998 y en
el 2005.
Como curiosidad, les puedo
contar, que han existido cuatro formas de días, a saber:
el babilónico (que se cuenta
desde la aparición del Sol hasta ese mismo momento del día siguiente), el
día judaico (que se verifica desde la puesta de sol hasta el mismo
momento del día inmediato posterior), el día astronómico (que se mide
desde un mediodía, cuando el sol está en el cenit, hasta el mediodía siguiente)
y el egipcio, que es el que utilizamos la mayoría de los pueblos de
occidente actualmente y es el que se mide desde la medianoche hasta la
medianoche siguiente.
Es muy sano contradecir las
exageraciones que la gente dice sobre los años bisiestos, es bueno traer a la
mente como en cualquier año, pasan catástrofes naturales, accidentes aéreos, y
un sinnúmero de cosas, que no tienen que escoger a un año bisiesto para pasar.
Lo que ocurre, es que como estamos
predispuestos a creer esa afirmación, entonces contabilizamos las cosas malas
del año, para decir:
Estas son las cosas malas que el año bisiesto nos trajo.
Claro está que si miramos algunos
sucesos del año que va a terminar pudiéramos inclinarnos por esa creencia; pero
si analizamos cuidadosamente las causas que produjeron los desastres, podemos
llegar a la conclusión, de que hubieran podido pasar en cualquier tiempo normal.
Miremos los accidentes y tragedias
del 2016:
Los atentados de Bruselas; los
accidentes de los aviones de la Compañía egipcia; el colapso del puente en la
India; los atentados islamitas en
Estambul; La caída del avión de la compañía Fly Dubai; El atentado de Niza: La
caída del avión de Nepal; El doble atentado de Kabul; El tiroteo del estado de
florida en los Estados Unidos; El accidente del avión con el equipo
Chapecoense.
Pero si miramos el 2015, que no fue
bisiesto, encontramos una serie de tragedias que pasan en el tiempo, sin que
tengan que ver con que los años sean bisiestos o no.
Accidente de
avión de Germanwings; Terremoto en Nepal; El drama de los refugiados; Avalancha
de peregrinos en La Meca; Incendio en una discoteca de Bucarest; Atentados de
París; La lacra de la violencia machista y muchas otras más, que no las tengo a
la mano.
Estas
razones deben empezar a producir un cambio en las creencias de las personas,
sobre lo malo que son años bisiestos, que lo único de raro que tienen, es que en
el mes de Febrero, les resulta un día más: El 29 de febrero, que solo se da
cada cuatro años.
Les deseo un
año 2017, lleno de felicidad, ventura y prosperidad:
Sopetrán,
Diciembre 31 del 2016.
Darío
Sevillano Álvarez.
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