El pueblo colombiano está cansado de votar por ciudadanos que no los
representan y que se dedican a acabar con los bienes del estado.
El pueblo
colombiano, está cansado con sus políticos; con las instituciones legislativas,
como el congreso, las asambleas y los concejos municipales; con las famosas
cortes que se están llenando de magistrados indecentes; con la alcaldes
populares elegidos por voto; y con los empleados de las grandes instituciones
como: Las fiscalías, las procuradurías y las contralorías, que han dejado de
ser los entes de control del estado, y se han convertido en los alcahuetes más
importantes, de los miembros corruptos que manejan las entidades estatales.
Colombia es un
país con unos cincuenta millones de habitantes aproximadamente, de acuerdo con
las cifras que da el departamento administrativo nacional de estadística DANE,
de los cuales 32.9 millones de habitantes, están capacitados para ejercer su
derecho al voto y hasta el momento de las elecciones del 2014, se acercaron a
las urnas solo 14.2, millones, que según anunciaban algunos analistas
políticos, era una cifra muy importante de votantes.
Es muy peligroso
para un país, que solo un 30% de la población, sea la que decide quienes van a
ser sus gobernantes.
Con esta
actitud, el país está anunciando que somos un ente territorial, que no tiene la
intención de patrocinar a su clase política.
Se han
preguntado alguna vez:
¿Qué estará
pasando con el pueblo colombiano, que no le gusta involucrarse en el derecho de
elegir a sus gobernantes y miembros de las corporaciones públicas?
Creo que tengo
la respuesta a esta interesante pregunta:
Colombia es un
país abstencionista, que no respalda con sus votos a los gobernantes y este es
un elemento esencial de la vida democrática, que los colombianos, no queremos
creer en él, porque no lo encontramos necesario para sentirnos ciudadanos
importantes, porque los ciudadanos que aparecen en las listas, no llenan
nuestras expectativas.
Los cuadros
estadísticos que comparan a Colombia con otras naciones del continente americano,
muestran a las claras que somos tal vez unos de los países menos entusiastas
con esta disciplina.
Pero si
aplicamos las norma filosófica: Causa versus efecto, tenemos que entender que
los colombianos estamos decepcionados de la clase política y de todo lo que
tenga que ver con sus personajes.
Analicemos con
mucho cuidado los acontecimientos políticos de los últimos treinta años, en que
los colombianos nos saturamos de todo tipo de calamidades producidas por los
malos gobernantes, que nos tienen sumidos en la más terrible de las desgracias.
Si miramos la economía que día a día, acaba
con nuestro poder de compras; que en cada legislatura presidencial, se montan dos
o tres reformas financieras, que en vez de desmontar impuestos, los aumentan; en
un país, que se da el lujo, de mantener las clases sociales menos protegidas,
en un estado de inanición, porque los aumentos del salario mínimo, se hacen sin
pensar en la familia, que es el elemento básico de cualquier sociedad que se
respete; mientras que a las vacas sagradas de las grandes corporaciones públicas,
se les permite el aumento de sus dietas, en cantidades desorbitantes, que se
chupan el presupuesto de la nación, fuera de todos los dineros que se echan a
sus bolsillos, de cuenta de los desfalcos al tesoro público, con los que
diariamente nos bombardean.
Con un sistema
de salud que en vez de progresar,
momentánea mente pierde capacidad para atender
a los más pobres; con todas las E.P.S. quebradas y con todos los
hospitales y clínicas en apuros porque las divinas E.P.S. no les pagan y cada
día las deudas son más altas y con menos oportunidad de cubrirlas; porque cada
que el estado refinancia el sistema, no faltan los ladrones de cuello blanco,
que se roban el dinero de todos, con un cinismo, que produce todo tipo de
sentimientos de angustia y desolación.
Si miramos las
entidades que manejan los dineros que los ciudadanos hemos cotizado, para tener
derecho a un vejez placentera, cada que los refinancian, tres o cuatro vacas
sagradas que los manejan, los desfalcan; y este mal, no permite que los
ancianos, puedan disfrutar de una edad dorada, adecuada a sus necesidades y la
peor circunstancia es que a estos criminales, los benefician, pagando sus
condenas en medio de las mejores comodidades.
De las 1.122 alcaldías de la república, más de un sesenta
por ciento, están quebradas, o en muchos apuros financieros, porque los
reyezuelos, llamados alcaldes populares elegidos por voto, se las han chupado; y
como cosa curiosa, los investigados o condenados por estos delitos, representan
un bajo porcentaje de esos criminales, porque las cuentas resultan claras y hay
de aquellos que se atrevan a criticarlos.
Las grandes
cortes del país, están desprestigiadas, porque sus magistrados, corruptos y
deshonestos, acabaron con ellas, dada la razón, de que los demonios de la
politiquería barata y peligrosa, y su majestad el dinero, se apoderaron de sus
personalidades, como anunció el Papa Francisco, en su reciente visita; cuando
les dijo a los religiosos: El demonio se entra por el bolsillo; y yo agregaría:
Que la politiquería barata y el clientelismo politiquero, acaban con cualquier
ente gubernamental, en menos de lo que creemos.
El acuerdo de
paz con los demonios de las FARC, nos está costando a los colombianos, la
bicoca de unos cincuenta o sesenta billones de pesos, por anunciar una cifra
numérica; porque si nos metemos en los intríngulis de ese peligroso paseo, los
gastos se pueden complicar; amen de las peligrosas consecuencias que esta
desmovilización, nos va a causar, por muchos años.
La bendición del
santo más santo de Cuba Libre: San Raúl.
Al darle una
mirada al caso de Odebrecht, nos tenemos que signar y santiguar, para que Dios,
nos libre de todo mal y peligro, porque en esta olla hay demasiados elementos,
para hacer un buen sancocho de fastidiosos, empezando por el primer mandatario,
que según la opinión del Fiscal general de la Nación, esta enmermelado, y si
tuviera un poco de dignidad, debiera haber renunciado, para que procedieran a
investigarlo.
Analicen con
mucho cuidado este cartel, en donde los que están en círculos rojos, están pagando
condenas; los que tienen un círculo oscuro, están siendo investigados; y solo
sobreviven los que están en círculo verde, pero de un momento a otro, puede
saltar la liebre y todos resultaran contagiados de este peligroso virus.
Si damos un
vistazo a las curules del mal llamado: Honorable Congreso de la república, en
cualquier lugar del planeta, se estarán horrorizando, porque no hay una razón
técnica que justifique, la presencia de 102 Senadores y 166 representantes,
para un total de 268 vacas sagradas que lo único que saben es desangrar el
presupuesto nacional; claro está, que en estas cifras no están incluidos los
servidores que cada miembro tiene por derecho propio.
Me parece que
para realizar lo que hacen con dos senadores y dos representantes, por cada
departamento, serían suficientes y el presupuesto mejoraría notablemente; este
equilibrio de cargas económicas estaría en manos de unos 66 personas, que
corresponden a los 32 departamentos y el distrito especial de Bogotá y se
podrían agregar, cuatro miembros más para que representaran a las comunidades
ancestrales, los afroamericanos y las demás etnias, que tienen este rango.
Esta reforma
nunca se ha podido hacer, porque como son ellos los que la tienen que aprobar,
ninguno quiere perder fortaleza; y cada que han pensado en ella, la mandan al
rincón del olvido; pero si los electores primarios que somos los que en primera
instancia, sostenemos el andamio democrático del país, nos reveláramos y en las
elecciones para esa corporación, no saliéramos a votar, el asunto cambiaría de
rumbo y los honorables verdugos de la Patria, se tendrían que someter a las
reglas del juego.
Por todos
los planteamientos que he formulado, el fenómeno del abstencionismo resulta un
problema significativo para los gobiernos en una democracia que se autoproclama
como participativa, pero que en la realidad no tiene el menor asomo de serlo.
¿No creen
ustedes que podría ser más efectivo votar en blanco, que no votar?
Porque con
esta actitud, les estaríamos diciendo a los honorables sinvergüenzas, que no
los queremos; que no los respaldamos; que no los necesitamos; que son un
estorbo público, para el manejo de nuestra democracia; que no queremos saber de
ellos y que se larguen, para donde no los volvamos a ver.
Seguidamente
les voy a explicar en una forma muy didáctica, lo que significan:
El voto en
blanco; el voto nulo; el voto común y corriente; que es la barrera electoral; y
cuáles son las diferencias entre el voto nulo y el voto en blanco.
Antes de seguir escribiendo, les voy
a mostrar un solo ejemplo, de que los políticos colombianos, son los mismos,
con las mismas, en los últimos treinta años y que por esa razón, debemos
sacarlos del ámbito político a las buenas o a las malas, para que se acabe la
famosa mermelada.
La única fórmula efectiva para
sacarlos del parche, es votar en blanco, para que se den cuenta que no los
necesitamos; que están estorbando; que están acabando con el país y que necesitamos
sangre joven y de distintas dinastías, para que nuestro país vuelva a ser la
Colombia que antiguamente conocimos.
Este es un escrito que me encontré,
en un artículo que titulaban: Voy a votar en blanco.
“Hay
una clara disposición en los partidos colombianos a abrirle la puerta a los
hijos de sus caciques y a ponerlos en lugares de prominencia. El caso más
aberrante es el del Partido Liberal. En las anteriores elecciones para
Congreso, la cabeza de lista para el senado era el hijo del político Luis
Carlos Galán y la cabeza de lista para la Cámara el hijo de César Gaviria.
Luego, en las elecciones para el Concejo de Bogotá, el cabeza de lista fue el
hijo de Horacio Serpa.
En estas
elecciones, en las que Horacio Serpa va como cabeza de lista al Senado, Juan
Manuel Galán repite como candidato y probablemente repita como senador. Su
hermano Carlos Fernando es la cabeza de lista para el Senado de Cambio Radical.
Yo no sé de ninguna diferencia de opinión sustancial entre estos dos
candidatos. En realidad, no me parece ninguno de ellos represente nada
sustancial.
En la lista del
Partido Liberal figura Juan Luis Castro Córdoba, quien parece que recogerá el
caudal electoral de su madre, Piedad Córdoba. El hijo de otro político
inhabilitado también busca llegar al Congreso como candidato del Partido
Liberal: Juan Carlos Losada, quien podría beneficiarse del apoyo de otros
miembros de su familia también políticos.
Quien
crea que las cosas son distintas en la Alianza Verde se equivoca de cabo a
rabo. La lista para la Cámara incluye a Eduardo Garzón, hijo del deslucido
político ‘Lucho’ Garzón, en cuya administración, según declaraciones del
exconcejal Wilson Duarte, “comenzó el carrusel de la contratación.”
Pero no todos los candidatos a la Cámara de los Verdes son de la misma estirpe.
Inti Asprilla, hijo del Secretario de Gobierno del Alcalde Gustavo Petro,
decidió ser candidato luego de la sanción impuesta a su padre.
Así las cosas, el
término “clase política” empieza a tomar entre nosotros un sentido distinto.
Estamos pues ante el fenómeno de una clase que detenta los medios de producción
del voto y que, gracias al control sobre esos medios, perpetúa su condición de
tal. Lo peor para la izquierda o centro-izquierda o cualquier otra etiqueta se
quieran denominar quienes hablan de justicia social, igualdad de oportunidades,
etc., es que sus partidos políticos hagan exactamente lo contrario de lo que
preconizan. En un partido de izquierda o centro-izquierda decente, los
liderazgos no deberían ser hereditarios; las candidaturas no deberían ser
endosables a los familiares ni a nadie. Pero no, tal no es el caso.
Que yo sepa, en
el Polo Democrático Alternativo no hay delfines. Iván Cepeda es hijo de un
político, pero no se ganó su lugar en la lista del Polo con su apellido sino
con su trabajo con víctimas de violaciones a los derechos humanos. Su perfil es
muy distinto del de todos los anteriores. Y, sin embargo, está en el que
considero el peor partido de izquierda que pueda haber hoy en Colombia. Lo
mismo le sucede a otro gran candidato en la lista al Senado que no tiene nada
de delfín: Rodolfo Arango.
A Rodolfo le
pregunté acerca de la forma en la cual su partido asignó los renglones en la
lista, en particular, acerca de la forma en la cual decidió acerca del
cumplimiento de la ley de cuotas y el lugar de las mujeres en la lista del
Polo. Me dijo que le preguntara al Secretario de su partido. A mí esa respuesta
no me satisface. Me parece que es el reflejo de la falta de compromiso del Polo
con la demanda de mejoramiento de la posición de la mujer en los cargos de
responsabilidad política. Gracias a la izquierda, en la mayoría de países
europeos la proporción de mujeres en esos cargos aumentó considerablemente.
Aquí el cambio no ha ocurrido y la izquierda no ha hecho nada sustancial para
que eso ocurra.
Rodolfo
defendió a su partido diciendo que la selección de una mujer como candidata
presidencial era muestra de su compromiso con el tema. A mí esta candidatura me
sabe a tokenism:
una falsa integración y promoción de una minoría. Luego de que los candidatos entreguen
sus cuentas al Consejo Nacional Electoral, me atrevo a conjeturar que el
promedio de contribuciones recibidas por las candidatas al Senado y a la Cámara
del Polo será menor, sustancialmente menor, que el promedio de las
contribuciones recibidas por los candidatos de ese partido. Desde luego, las
cosas no son distintas en los otros partidos, pero los otros partidos no
pregonan ningún compromiso con la igualdad, como si lo hace el Polo Democrático
Alternativo.
En estas
elecciones, mi decepción con la izquierda es profunda. Yo no sé si sus
dirigentes dan por descontado que gente como yo votará por alguno de sus
candidatos en estas elecciones. Si así fuera, quisiera decirles que están muy
equivocados. Me parece que su liderazgo no está a la altura de las tareas que
tienen que realizar. Una izquierda que debería estar comprometida en la teoría
y en la práctica con la igualdad de oportunidades reproduce las mismas
prácticas clientelistas de los partidos tradicionales.
Creo que conviene
enviarles una señal muy fuerte de rechazo a quienes se presentan como
candidatos de izquierda por sus inconsistencias y eso se hace votando en
blanco. Ese voto sirve además para darle un mensaje fuerte de castigo a una
clase política que le ha fallado al país en todas las coyunturas críticas.
Basta con mencionar su silencio frente a los graves fenómenos de violencia que
han ocurrido y que siguen ocurriendo, así como a su desconexión con los
problemas de muchos colombianos, desconexión que quedó en evidencia el año
pasado durante el Paro Agrario.
Por mandato
constitucional, si el voto en blanco obtuviera la mayoría absoluta en las
próximas elecciones, se repetirían los comicios. Hasta ahora no ha habido
ningún debate entre los cabezas de lista en el cual queden en evidencia las
diferencias programáticas que existan entre sus colectividades. Con el triunfo
del voto en blanco podríamos por lo menos exigir un debate como ese y obligar a
los políticos a tomar nota del profundo rechazo que inspira su mediocridad.
Si el voto en blanco
no alcanza esa mayoría, si ni siquiera supera en votación al tercer partido más
votado, ¿habremos perdido nuestro voto? No lo creo. Aunque se resista a ello,
la clase política tendrá que tomar nota del movimiento de ciudadanos que
estamos inconformes con su pobre gestión.
Hasta
cierto punto, se trata de un problema que desborda a los políticos. La
democracia representativa está en crisis. Quien vea el mapa de las protestas
ciudadanas en la última década, se dará cuenta de que el problema es general.
Creo que todos los intentos por resolver la cuadratura del círculo – cómo
conciliar la igualdad política con la desigualdad económica –que se han
ensayado hasta ahora han fallado. Aquí en Colombia, sin embargo, nuestra clase
política ha contribuido a acendrar la gravedad de la situación. Por eso creo
que conviene votar en blanco.
También conviene
hacerlo para calentar motores de cara a las presidenciales. La fallida reforma
a la educación, la inequitativa reforma tributaria, la todavía no aprobada y
nada auspiciosa reforma a la salud, la falta de compromiso con la defensa del
medio ambiente y de nuestros recursos naturales son una lista demasiada larga
de fallas del actual gobierno para que le demos al Presidente Santos la
posibilidad de que se reelija. Mucho menos ahora que ha hecho llave con alguien
que confirma que la política en Colombia se ha vuelto un privilegio
hereditario”.
Todos estos
nombres huelen a patria muerta y si nosotros, no tomamos la iniciativa de
sacarlos del poder, con el voto en blanco, Colombia seguirá herida de muerte, y
morirá, con esta peligrosa bacteria.
¿Qué es un voto
en blanco?
El voto es blanco
significa, que quieres participar, como miembro activo de la democracia y tu
voto cuenta en una columna especial, como si fuera un partido político que no
tiene identidad, porque estás diciendo, que no te identificas con ningún
candidato, pero que quieres manifestar, que eres un miembro importante, entre
los ciudadanos de tu país; pero lo más importante, es que tu voto se puede
contar, para fijar la Berrera electoral.
¿Qué es la barrera electoral?
Un
mínimo exigido a todos los partidos para entrar en el reparto de escaños en
cada circunscripción. Su naturaleza es variable. En el caso de las elecciones
generales, la cantidad de votos en blanco, hace parte de los votos válidos y en
ella se fija el porcentaje mínimo que una colectividad política debe tener,
para conseguir escaños en las corporaciones públicas. Cualquier partido que
desee obtener representación parlamentaria en una circunscripción, debe obtener
obligatoriamente más del porcentaje de votos, que ordene la berrera electoral.
En
primer lugar, su finalidad es favorecer la presencia de partidos con amplia
representación, capaces de obtener mayorías estables, en una corporación
pública.
¿Qué diferencia hay con el voto nulo?
Una
fundamental: el voto nulo no tiene validez. No se suma, no se tiene en cuenta
en el proceso descrito antes. De modo que, al contrario que el blanco, ni
aumenta ni disminuye la barrera electoral. No perjudica o beneficia a
nadie. Son nulos todos aquellos
votos que incluyan una papeleta electoral no oficial, que incluyan más de una
papeleta, o aquellas en las que haya inscripciones de algún tipo. La
introducción de otros objetos en el sobre también computa como voto nulo.
¿Y qué hay de la abstención?
Es la última de las tres opciones para todos
aquellos electores indecisos que no quieren dar su voto a ninguna fuerza
política.
El procedimiento es simple: se trata de no ir a
votar.
Obedece a diversos motivos: desinterés,
descreimiento, o imposibilidad física de acudir al colegio electoral (por un
viaje), entre otros muchos.
Al igual que el voto en blanco, se tiende a
teorizar sobre sus beneficiarios y sus perjudicados.
Su efecto es difícil de medir.
En última instancia, la abstención perjudica al
votante que la ejerce (sus preferencias son pasadas por alto) y
beneficia a los políticos, que no deben tener en cuenta las causas que tiene
para no votar.
Quedan todos cordialmente invitados a votar en
blanco en las próximas elecciones, pero esto se debe aplicar en las
presidenciales, en las de cuerpos colegiados, en las de los alcaldes y todas
aquellas que debamos resolver, sobre la clase política desgastada, que tenemos
en Colombia.
Recuerden que el año próximo vamos a elegir
presidente y los miembros de las corporaciones públicas.
1. Voto en blanco porque
participo con el voto popular, ya que si no lo hago le facilito el camino a
todos esos políticos corruptos.
2. Es una manera de
desobediencia civil donde demuestro que no estoy de acuerdo con esa forma de
administración.
3. Porque tengo
dignidad como persona, ya que no permito que se sigan burlando de mí y
demuestro que ninguno de los candidatos me sirve como representante.
4. Voto en blanco
porque no vivo de los políticos; lo que me he ganado ha sido trabajando y no
necesito de sus favores.
5. Voto en blanco para
que, algún día, todas las personas entiendan que unidos y sin violencia podemos
cambiar el mundo.
6. Es mentira que el
voto el blanco se le sume a alguno de los candidatos. Este es independiente, se
suma como uno solo y así se queda.
7. Si el voto en blanco
llega a ser mayoría, tienen que repetir las elecciones con candidatos
diferentes.
Analicen con mucha
calma y con todo el tiempo que necesiten, el gráfico que voy a mostrar, para
que puedan establecer las comparaciones necesarias, con el fin de que puedan
tomar una buena decisión ,para votar.
Sopetrán, Septiembre 24 del 2017.
Darío Sevillano Álvarez.
Un profundo análisis, Darío, por el que te felicito. Mi abrazo.
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