viernes, 7 de diciembre de 2018

Regalo especial para el día de hoy.



Un regalo apropiado para la noche de las velitas.
Con el debido respeta a mi amigo Luis Horacio Lora, el historiador Santafereño, les quiero regalar a todos, este precioso artículo que recibí, en el día de ayer.
“Vigilia de la Solemnidad
De: La Inmaculada Concepción de María.


Camino de fe y de alabanza en honor de la Inmaculada Concepción de María



LUCERNARIO
En honor de la Inmaculada Concepción de María.
El celebrante, revestido de alba y estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), se dirige al lugar en el que se ha convocado el Pueblo de Dios y comienza la celebración.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Amados hermanos en la fe:
En la alborada del Año de la Misericordia, hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a recordar la bondad de Dios en este signo humilde de las luces que se encienden en la vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada.
En Éfeso, la ciudad a la que San Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista de tantos sucesos en el Nuevo Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio Ecuménico en el que, entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad Divina de María, esto es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que al dar a luz al Salvador, Dios y hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por la Iglesia con éste título único y glorioso.
Los habitantes de Éfeso, para animar a los Obispos del Concilio y para hacer sentir su voz, la que asegura la vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los dogmas de la Iglesia, encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión a la verdad revelada en la que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios.
Llena la ciudad de las luces de los fieles, resonó luego la definición dogmática con la que se proclamaba la Maternidad Divina.
El Papa Pío Noveno, quiso retomar este signo la víspera de la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854.
Pero ya el pueblo fiel, especialmente en España y en América Latina, retomando la costumbre de los pueblos antiguos, había hecho de las luces encendidas un modo de proclamar su fe.


Ahora también nosotros, queriendo honrar a la Madre del Señor, vamos a bendecir y encender estas luces que nos recuerdan la Misericordia de Dios realizada de modo admirable en María Virgen.
Unámonos con fe y con devoción.
Oración colecta
Oremos:
Dios y Padre nuestro,
que, por la maternidad de la Virgen María,
quisiste revelar al mundo el esplendor de tu gloria,
concédenos poder celebrar con fe íntegra
y generosa entrega el admirable misterio
de la Encarnación de tu Hijo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Lectura de la Palabra de Dios.


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
8, 28-30.
Hermanos:
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor
Reflexión:
El Beato Obispo y Mártir Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, nos enseña, con esa piedad heroica que lo distinguió:
“María es humildad de esclava que engendra a Dios; Pobreza que rescata al mundo con el tesoro infinito de Jesús;
Virginidad que nos preserva de la corrupción; Mansedumbre de oveja, Madre del cordero mudo ante quien lo esquila;
Templanza en la palabra que se volvió silencio, y en la comida escasa que tiene a raya los apetitos;
Generosidad que goza del bien de todos y lo derrama a todos;
y Laboriosidad de abeja que fabricó el real y verdadero cirio de la Pascua que es Cristo Jesús”[1]
La vida de María, la Madre Inmaculada, es un camino, hoy queremos hacer de este marcha (esta celebración) un camino de fe en el que las alabanzas que dirigimos a la Madre del Señor, son signo de nuestra gratitud a Dios que nos ha regalado en María una Madre y una Maestra para nuestra vida de fe, para nuestro camino de esperanza.


[1] Beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo y Mártir. Apareció una Mujer, p. 135, ed. Misioneros de Yarumal.



Marchemos en paz, pero antes encendamos las luces que, bendecidas, iluminaran nuestro camino de fe y de esperanza.
Alabanzas a la Madre de Dios y procesión de las luces.
Oración de Bendición de las luces.
El sacerdote, enciende uno de los cirios y luego pasa la luz a los fieles. Luego, con las manos extendidas, dice:
Oremos.
Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda y
Ben+dice con tu gracia la luz de estas velas
que encendemos hoy y recibe amoroso
nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida.
Que con la intercesión de María Inmaculada,
sigamos preparando el corazón
para que se encienda la luz de Jesús, tu Hijo,
en el corazón de los discípulos misioneros del Salvador,
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amen.
Procesión.
Bendecidas las luces se organiza la procesión en la que se proclaman las alabanzas del himno Akathistos, dedicado a la Madre de Dios en la liturgia oriental[1].
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….


[1] Nuevas letanías. Cuadernos Phase 170. Las Letanías.


Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Estación de alabanza:
Escuchemos ahora unas palabras que la sabiduría de la fe de la Iglesia nos regala de la mano de San Cirilo de Alejandría, el gran defensor de las glorias de María Virgen y Madre de Dios.

San Cirilo de Alejandría[1] le dice:
«Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, madre y virgen, por quien es llamado bendito, en los santos evangelios, el que viene en nombre del Señor.


[1] San Cirilo de Alejandría, Homilía en el Concilio de Éfeso,


Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las Iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión».

Prosigue la procesión en la que se proclaman las alabanzas del himno Akathistos, dedicado a la Madre de Dios en la liturgia oriental[1].
Salve, tú guía al eterno consejo;
Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos los dogmas.


[1] Nuevas letanías. Cuadernos Phase 170. Las Letanías.




Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros solemne portento;
Salve, de turba infernal lastimero flagelo.
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Estación de alabanza.
Ahora la voz autorizada de la Santa Misionera, nos propone unas palabras en las que se proclama la gloria de la Madre de Dios. Laura Montoya[1], en sus obsequios a María Inmaculada, dice:
«Gloria a Vos tan bella!
Amada Madre, poderosa Reina,
sonrisa de la vida humana!
Amanecer del claro día de la fe!
Flor del campo, Rosa de Jericó,
caricia de los cielos, hechizo de corazones,
oriente de nuestra esperanza,
consuelo en las tristezas de este mundo,
Maná del alma sedienta de ternura,
Medicina del enfermo corazón…
Perfumado huerto que nos produjo a Jesús,
Puerto de los náufragos del pecado,
retoño de Adán que encierra el Cielo,
Cielo del mismo Cielo…»
Prosigue la procesión en la que se proclaman las alabanzas del himno Akathistos, dedicado a la Madre de Dios en la liturgia oriental[2].
Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día.
Salve, tú apagas hogueras de errores;
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, Dios Trino al creyente revelas.
Salve, derribas del trono - al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo - el Señor y el Amigo.

Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, nos has liberado - de bárbaros ritos;
Salve, nos has redimido - de acciones de barro.
Salve, destruyes el culto del fuego;
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, extingues las llamas del vicio.
Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.
Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Canto de la Salve.
Al llegar al destino de la Marcha de luz, el celebrante pone ioncienso en el turíbulo y, tras incensar la Cruz que preside el Presbiterio, inciensa también la Imagen de María mientras que entona la Salve.


[1] Santa Laura Montoya, Obsequios a María Inmaculada. Manual de Oraciones.
[2] Nuevas letanías. Cuadernos Phase 170. Las Letanías.




Bendición final:
Terminada la Salve bendice al pueblo diciendo:
El Señor esté con ustedes.
R y con tu espíritu.
El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance y los conserve fuertes y constantes en la fe.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
Pueden ir en Paz.
R. Demos gracias a Dios.
Y se concluye todo con un canto apropiado”.

Con estas oraciones las familias católicas, pueden hacer la noche de oración y disfrutar alegremente de la noche de las velitas.

Sopetrán, Diciembre siete del 2018.
Darío Sevillano Álvarez. 

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