Un regalo apropiado
para la noche de las velitas.
Con el debido respeta a mi amigo Luis
Horacio Lora, el historiador Santafereño, les quiero regalar a todos, este
precioso artículo que recibí, en el día de ayer.
“Vigilia de la Solemnidad
De: La Inmaculada Concepción de María.
Camino de fe y de alabanza en honor de la
Inmaculada Concepción de María
LUCERNARIO
En honor de la Inmaculada Concepción
de María.
El celebrante, revestido de alba y
estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), se dirige
al lugar en el que se ha convocado
el Pueblo de Dios y comienza la celebración.
En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo.
R. Amén.
El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Amados hermanos en la fe:
En la alborada del Año de la
Misericordia, hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a
recordar la bondad de Dios en este signo humilde de las luces que se encienden
en la vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada.
En Éfeso, la ciudad a la que San
Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista de tantos sucesos en el Nuevo
Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio Ecuménico en el que,
entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad Divina de María,
esto es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que al dar a luz al
Salvador, Dios y hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por la
Iglesia con éste título único y glorioso.
Los habitantes de Éfeso, para animar
a los Obispos del Concilio y para hacer sentir su voz, la que asegura la
vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los dogmas de la Iglesia,
encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión a la verdad
revelada en la que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios.
Llena la ciudad de las luces de los
fieles, resonó luego la definición dogmática con la que se proclamaba la
Maternidad Divina.
El Papa Pío Noveno, quiso retomar
este signo la víspera de la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción el
8 de diciembre de 1854.
Pero ya el pueblo fiel, especialmente
en España y en América Latina, retomando la costumbre de los pueblos antiguos,
había hecho de las luces encendidas un modo de proclamar su fe.
Ahora también nosotros, queriendo
honrar a la Madre del Señor, vamos a bendecir y encender estas luces que nos
recuerdan la Misericordia de Dios realizada de modo admirable en María Virgen.
Unámonos con fe y con devoción.
Oración colecta
Oremos:
Dios y Padre nuestro,
que, por la maternidad de la Virgen María,
quisiste revelar al mundo el esplendor de tu gloria,
concédenos poder celebrar con fe íntegra
que, por la maternidad de la Virgen María,
quisiste revelar al mundo el esplendor de tu gloria,
concédenos poder celebrar con fe íntegra
y generosa entrega el admirable
misterio
de la Encarnación de tu Hijo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Lectura de la Palabra de Dios.
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos
8, 28-30.
Hermanos:
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor
Reflexión:
El Beato Obispo y Mártir Jesús Emilio
Jaramillo Monsalve, nos enseña, con esa piedad heroica que lo distinguió:
“María es humildad de esclava que
engendra a Dios; Pobreza que rescata al mundo con el tesoro infinito de Jesús;
Virginidad que nos preserva de la
corrupción; Mansedumbre de oveja, Madre del cordero mudo ante quien lo esquila;
Templanza en la palabra que se volvió
silencio, y en la comida escasa que tiene a raya los apetitos;
Generosidad que goza del bien de
todos y lo derrama a todos;
y Laboriosidad de abeja que fabricó
el real y verdadero cirio de la Pascua que es Cristo Jesús”[1]
La vida de María, la Madre
Inmaculada, es un camino, hoy queremos hacer de este marcha (esta celebración)
un camino de fe en el que las alabanzas que dirigimos a la Madre del Señor, son
signo de nuestra gratitud a Dios que nos ha regalado en María una Madre y una
Maestra para nuestra vida de fe, para nuestro camino de esperanza.
[1]
Beato Jesús Emilio
Jaramillo Monsalve, Obispo y Mártir. Apareció
una Mujer, p. 135, ed. Misioneros de Yarumal.
Marchemos en paz, pero antes
encendamos las luces que, bendecidas, iluminaran nuestro camino de fe y de
esperanza.
Alabanzas a la Madre de Dios y procesión de las luces.
Alabanzas a la Madre de Dios y procesión de las luces.
Oración de Bendición de las luces.
El sacerdote, enciende uno de los
cirios y luego pasa la luz a los fieles. Luego, con las manos extendidas, dice:
Oremos.
Dios que eres luz, mira la humilde
ofrenda y
Ben+dice con tu gracia la luz de
estas velas
que encendemos hoy y recibe amoroso
nuestro deseo de amarte y
glorificarte con nuestra vida.
Que con la intercesión de María
Inmaculada,
sigamos preparando el corazón
para que se encienda la luz de Jesús,
tu Hijo,
en el corazón de los discípulos
misioneros del Salvador,
Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo,
que contigo vive y reina en la unidad
del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los
siglos.
R. Amen.
Procesión.
Bendecidas las luces se organiza la procesión
en la que se proclaman las alabanzas del himno Akathistos, dedicado a la Madre
de Dios en la liturgia oriental[1].
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, oh cima encumbrada a la mente
del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos
del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del
Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo
sostiene.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se
encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Estación de alabanza:
Escuchemos ahora unas palabras que la
sabiduría de la fe de la Iglesia nos regala de la mano de San Cirilo de
Alejandría, el gran defensor de las glorias de María Virgen y Madre de Dios.
San Cirilo de Alejandría[1] le dice:
«Te saludamos, María, Madre de Dios,
tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de
la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de
aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, madre y virgen, por quien es
llamado bendito, en los santos evangelios, el que viene en nombre del Señor.
Te saludamos, a ti, que encerraste en
tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a ti, por quien la santa
Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y
adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los
ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo
tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada
al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría,
llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia
del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las
Iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados
a la conversión».
Prosigue la procesión en la que se proclaman
las alabanzas del himno Akathistos, dedicado a la Madre de Dios en la liturgia
oriental[1].
Salve, tú guía al eterno consejo;
Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos los dogmas.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, celeste escalera que Dios ha
bajado;
Salve, oh puente que llevas los
hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros solemne
portento;
Salve, de turba infernal lastimero
flagelo.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Estación de alabanza.
Ahora la voz autorizada de la Santa
Misionera, nos propone unas palabras en las que se proclama la gloria de la
Madre de Dios. Laura Montoya[1], en sus
obsequios a María Inmaculada, dice:
«Gloria a Vos tan bella!
Amada Madre, poderosa Reina,
sonrisa de la vida humana!
Amanecer del claro día de la fe!
Flor del campo, Rosa de Jericó,
caricia de los cielos, hechizo de
corazones,
oriente de nuestra esperanza,
consuelo en las tristezas de este
mundo,
Maná del alma sedienta de ternura,
Medicina del enfermo corazón…
Perfumado huerto que nos produjo a
Jesús,
Puerto de los náufragos del pecado,
retoño de Adán que encierra el Cielo,
Cielo del mismo Cielo…»
Prosigue la procesión en la que se proclaman
las alabanzas del himno Akathistos, dedicado a la Madre de Dios en la liturgia
oriental[2].
Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día.
Salve, tú apagas hogueras de errores;
Ave María: Dios
te salve, María, llena eres de gracia….
Salve, Dios Trino al creyente
revelas.
Salve, derribas del trono - al tirano
enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo - el
Señor y el Amigo.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, nos has liberado - de bárbaros
ritos;
Salve, nos has redimido - de acciones
de barro.
Salve, destruyes el culto del fuego;
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, extingues las llamas del
vicio.
Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.
Ave María: Dios te salve, María,
llena eres de gracia….
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Canto de la Salve.
Al llegar al destino de la Marcha de
luz, el celebrante pone ioncienso en el turíbulo y, tras incensar la Cruz que
preside el Presbiterio, inciensa también la Imagen de María mientras que entona
la Salve.
Bendición final:
Terminada la Salve bendice al pueblo diciendo:
El Señor esté con ustedes.
R y con tu
espíritu.
El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los
afiance y los conserve fuertes y constantes en la fe.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
Pueden ir en Paz.
R. Demos gracias a Dios.
Y se concluye todo con un canto apropiado”.
Con estas oraciones las familias
católicas, pueden hacer la noche de oración y disfrutar alegremente de la noche
de las velitas.
Sopetrán, Diciembre siete del 2018.
Darío Sevillano Álvarez.
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