La cuarta jornada del
pesebre de nuestra Basílica.
Hoy me voy a apartar un poco de la
composición de las imágenes y me quiero divertir con algunos detalles de sus
rostros y del pesebre de la Basílica.
Observen que nuestro San José, no es
un viejito decrépito, sino un verdadero gentleman de la época.
Y la Virgen con su embarazo a
cuestas, es una dama de un perfil de mujer hebrea, con muy buenas facciones.
Diviértanse, con los utensilios de
cocina de nuestra Señora.
La mula de San José, está muy bien
ataviada.
Estos dos terneros, son tallados en
madera.
Las caras de los pastores, son
características de los hombres hebreos.
Analicen estos rostros, que dicen a
las claras, de donde pueden ser.
Los dromedarios, son animales muy
comunes en Israel.
El ganado más común en esas tierras,
son los ovinos y los caprinos.
Este rostro, es precioso, sus ojos de
un azul verdoso, identifican a las mujeres Samaritanas.
Esta es la persona encargada de sacar
el agua del pozo.
Este es un verdadero pozo al que
llegan las aguas de un pequeño torrente.
Observen desde donde viene.
Nuestro decorador, sabe hacer muy
buenos enfoques.
Esta es otra cara, de ojos labios y
nariz, deslumbrantes.
Esta oveja, está recostada y le
implora caricias a su pastor.
Esta otra oveja, está comiendo pasto.
Esta cara, aunque no es bonita, tiene
los rasgos genéticos de los hebreos.
Estas ovejas, están en un pastizal.
Estas son las características del
portal en donde nacerá el Niño Dios.
Démosle gracias a Dios, porque
tenemos un buen Párroco, que se preocupa por las funciones del culto; que
tenemos unas imágenes preciosas y un buen decorador; y que la Basílica todavía
conserva el esplendor de una vieja construcción de la colonia española, gracias
a las restauraciones, que nuestro ilustre Rector está haciendo.
Como punto final, les quiero hablar
de las mujeres Samaritanas y de una que en especial, habló con Jesucristo, el
cual le dijo: Dame de beber; ella le contestó: ¿Cómo pides tú que eres Judío a
una mujer Samaritana?; y Jesucristo le responde: Si supieras quién es, él que
te implora…
Me apoyo en el evangelio de San Juan,
capítulo 4, versículos 1 al 9.
Juan 4
1 “Cuando, pues, el Señor
entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan 2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus
discípulos), 3 salió de Judea, y se fue otra vez a
Galilea. 4 Y le era necesario pasar por Samaria. 5 Vino,
por lo tanto, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que
Jacob dio a su hijo José. 6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces
Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7 Vino una mujer de Samaria a
sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos
habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le
dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?
Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí”.
Hay un sinnúmero de poemas que
hablan de este pasaje bíblico.
Recuerdo que cuando estudiaba en el
seminario menor de Santa fe de Antioquia, me tocó interpretar el papel de
cronista en una escena de este drama.
Sopetrán, Diciembre 19 del 2019.
Darío Sevillano Álvarez.
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