jueves, 22 de octubre de 2020

Una terrible amenaza, para la democracia americana.

 

Los republicanos, con Trump a la cabeza, son una peligrosa amenaza para los Estados Unidos y para el planeta.


Con mucha frecuencia decimos esta frase: “La historia se repite”, y en los Estados Unidos estamos viendo un ejemplo patente de ese axioma.

Recordemos que nerón, que fue una bestia personalizada en un humano, tocaba el arpa, mientras la ciudad de Roma era desbastada por un incendio, que según anuncian algunos historiadores, habría sido ordenado por Él.


Aunque las comparaciones casi siempre son odiosas, Donald Trump, juega beisbol en sus famosas canchas; mientras California arde a toda máquina, porque los incendios, no se han podido controlar y; Estados unidos, le aporta al coronavirus, las hermosas sumas de, dos millones y medio de contagiados y más de doscientos mil muertos.

Esto estaría diciendo, que nuestro personaje no es tan ilustre y que resultó, más peligroso que el famoso Nerón de la historia universal.

Y como la historia es la ciencia que divulga todas las atrocidades que los humanos cometemos y las lleva de lado a lado del planeta, siempre se estará diciendo que Donal Trump, es sin duda alguna, la figura política más peligrosa de los primeros años del siglo XXI y el peor presidente que hayan tenidos los americanos, por sus posiciones de excepcional crueldad e inhumana desconsideración, con los miembros de la sociedad estadinense, que se le había entregado para que tutelara, por espacio de cuatro años.


Los cuatro años del gobierno de Trump, han sido un completo desastre, para los Estados Unidos y para los habitantes del planeta, porque siempre estuvieron acompañados de: Pésimas decisiones; tuits cagados de tonterías; malos comportamientos a nivel de las colaboraciones de su país, en favor de las grandes entidades de la tierra; la cantidad incontable de mentiras, que lo acompañan, porque es un genio diseñándolas; y una cantidad de bobaliconadas, que solo se le ocurren a los niños escolares, que aún no tienen la capacidad para hacerlo; y lo peor, lo tuvimos que soportar 90 minutos en las grandes cadenas de televisión, vendiendo un debate presidencial, que demostró, que este personaje, no es presidenciable y que nos concedió la razón a aquellos que siempre hemos sostenido que es un pobre demente, que debiera estar en un manicomio y no en la casa blanca de los Estados Unidos.


Hasta mediados del mes de Julio de este año, este mentiroso patológico, nos había metido, según lo cuenta en sus columnas, Washington post, 20.000 mentiras o declaraciones engañosas.

Por estas razones, salió tan mal librado el debate de los dos candidatos, pues este distinguido payaso, creyó que estaba jugando a las peleas con su contrincante y fue tanta su capacidad de ofenderlo, que lo sacó de las márgenes de la cultura y lo llevó al mismo estilo de batalla que estaba utilizando.

Es bueno recordar, la respuesta tan mentirosa que dio, cuando se le preguntó, cuanto había pagado en impuestos a las ganancias del estado y respondió muy impávido: He pagado millones; con esta respuesta lo que buscaba era que no lo acosaran más con esa peligrosa pregunta y que se le interrogara sobre cosas más agradables.

Aún más perturbadora resultó su reticencia a denunciar a los supremacistas blancos y a grupos extremistas violentos como los Proud Boys, a quienes les dijo “retrocedan y esperen”.

Sumado a su reticencia a comprometerse con una transición pacífica del poder y a sus esfuerzos persistentes por deslegitimar el proceso electoral, el comportamiento de Trump en el período previo a la elección ha planteado, cada vez más, una amenaza para la democracia norteamericana.


Todas aquellas virtudes democráticas que le adjudicábamos a los Estados Unidos, se fueron lanza en ristre, con los cuatro años de gobierno de este peligroso maniático, porque: No cree en la democracia; no lo alagan las demás formas de gobierno; ataca las cortes, como si fueran sus súbditas; arremete contra todas las instituciones de tipo internacional; para él, no hay pesos ni contrapesos, porque según sus doctrina, el Presidente, es el único dueño del poder; como es tan bruto, no sabe entender las grandes amarguras del planeta a nivel ecológico, porque sus capacidades son muy limitadas; se ha convertido en el hazmerreír de todos los medios masivos de comunicación y por esa razón los ataca casi que a mano armada; solo a él se le ocurre la falsa idea de construir un muro, para separare de México, por el narcotráfico y por la entrada libre de muchas personas que buscan el sueño americano.

Supongo que todos creen como yo, que los Estados Unidos, perdieron todo lo que habían conseguido, con muchos esfuerzos, a nivel de liderazgo, después de la segunda guerra mundial.

El proyecto de democracia de los Estados Unidos, una de las más rancias y especiales del planeta, terminó en picada y no hay palo que la tenga, si Trump sigue en la presidencia.

La razón que tengo para afirmar esto es: Las normas de las democracias actuales, son muy frágiles, frente a las angustias que los gobernantes del planeta le han causado, porque ninguno de los que están gobernando, las quieren cumplir.


Perece que el gran placer de los gobernantes modernos, es saltarse todo principio de democracia y manejar las cosas, como mejor les conviene.

Los países democráticos, son entidades llenas de leyes, que les sirven como herramientas, para gobernar bien; pero las leyes no funcionan, sin la voluntad política de la persona que esta gobernando, no las quiere aplicar.

Les recuerdo algo muy importante, en relación con los Estados Unidos:

George Washington, el primer presidente de Estados Unidos, decidió que sólo gobernaría durante dos mandatos y eso creó una norma que no se rompería hasta la presidencia de Franklin D. Roosevelt.


Después de eso, una enmienda constitucional codificó el límite de dos mandatos.

En los últimos cuatro años, Trump y sus colegas republicanos han llevado la destrucción de las normas a un nuevo nivel, deshonrándose a sí mismos y minando las instituciones que supuestamente deben defender.

Cuando era candidato en 2016, Trump se negó a revelar sus declaraciones de impuestos.

Y, ya en el poder, ha despedido a inspectores generales por hacer su trabajo; en repetidas ocasiones ignoró conflictos de intereses y se benefició de su cargo; socavó a los científicos independientes y a las agencias críticas; intentó una supresión directa de votantes y; extorsionó a gobiernos extranjeros en un intento por difamar a sus opositores políticos.


Una de las grandes amarguras de los fundadores del pueblo americano, era: Que surgiera un demagogo que fuera capaz de destruir el estado desde adentro y por esa razón, establecieron un sistema de democracia representativa indirecta, con el Colegio Electoral y un sistema de lo que supuestamente tenían que ser controles y contrapesos robustos, pero después de 233 años de manejo, la estructura institucional dejó de ser  operativa; porque entre el senado de mayoría republicana y un presidente, con ínfulas de loco y grandes prerrogativas de atrevido, acabaron con la estructura gubernamental y si el pueblo sigue respaldando a este importante hombre, creo que acabaron con la mejor democracia del planeta y lo están disfrutando; porque se ríe de todos, en medio de su cinismo.


Hay una tarea abrumadora por delante.

Además de encontrarle una solución a una pandemia fuera de control; a una creciente desigualdad y; a la crisis climática, también existe una necesidad urgente de rescatar a la democracia norteamericana.

Los republicanos vienen ignorando desde hace mucho tiempo sus juramentos al cargo, de manera que las normas democráticas tendrán que ser remplazadas por leyes.

Pero esto no será fácil.

Cuando se las observa, las normas suelen ser preferibles a las leyes, porque se pueden adaptar más fácilmente a las circunstancias futuras.

Especialmente en la sociedad litigiosa de Estados Unidos, siempre estarán los que estén dispuestos a evadir las leyes honrando su letra, pero violando su espíritu.


La voluntad claramente expresada de la mayoría coloca al Partido Republicano en una posición imposible:

El partido no puede perseguir su agenda impopular y al mismo tiempo defender la gobernanza honesta, transparente y democrática.

Es por eso que hoy está librando una guerra abierta contra la democracia norteamericana, redoblando la apuesta para: Privar de derechos a los votantes; politizar el sistema judicial y la burocracia federal y; garantizar el gobierno de la minoría a través de tácticas como la manipulación partidaria.

Como el Partido Republicano ya ha hecho su trato con el diablo, no hay motivos para esperar que sus miembros vayan a respaldar alguna iniciativa para renovar y proteger a la democracia norteamericana.

 La única opción que les queda a los norteamericanos es otorgarles una victoria abrumadora a los demócratas en todos los niveles en la elección del mes próximo.

La democracia de Estados Unidos pende de un hilo.

Si falla, los enemigos de la democracia en el mundo saldrán victoriosos.


Sopetrán, octubre19 del 2020.

Darío Sevillano Álvarez.






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