Los
republicanos, con Trump a la cabeza, son una peligrosa amenaza para los Estados
Unidos y para el planeta.
Con mucha
frecuencia decimos esta frase: “La historia se repite”, y en los Estados Unidos
estamos viendo un ejemplo patente de ese axioma.
Recordemos que
nerón, que fue una bestia personalizada en un humano, tocaba el arpa, mientras
la ciudad de Roma era desbastada por un incendio, que según anuncian algunos
historiadores, habría sido ordenado por Él.
Aunque las
comparaciones casi siempre son odiosas, Donald Trump, juega beisbol en sus
famosas canchas; mientras California arde a toda máquina, porque los incendios,
no se han podido controlar y; Estados unidos, le aporta al coronavirus, las
hermosas sumas de, dos millones y medio de contagiados y más de doscientos mil
muertos.
Esto estaría
diciendo, que nuestro personaje no es tan ilustre y que resultó, más peligroso
que el famoso Nerón de la historia universal.
Y como la
historia es la ciencia que divulga todas las atrocidades que los humanos cometemos
y las lleva de lado a lado del planeta, siempre se estará diciendo que Donal
Trump, es sin duda alguna, la figura política más peligrosa de los primeros
años del siglo XXI y el peor presidente que hayan tenidos los americanos, por
sus posiciones de excepcional crueldad e inhumana desconsideración, con los
miembros de la sociedad estadinense, que se le había entregado para que
tutelara, por espacio de cuatro años.
Los cuatro años
del gobierno de Trump, han sido un completo desastre, para los Estados Unidos y
para los habitantes del planeta, porque siempre estuvieron acompañados de: Pésimas
decisiones; tuits cagados de tonterías; malos comportamientos a nivel de las
colaboraciones de su país, en favor de las grandes entidades de la tierra; la cantidad
incontable de mentiras, que lo acompañan, porque es un genio diseñándolas; y
una cantidad de bobaliconadas, que solo se le ocurren a los niños escolares,
que aún no tienen la capacidad para hacerlo; y lo peor, lo tuvimos que soportar
90 minutos en las grandes cadenas de televisión, vendiendo un debate
presidencial, que demostró, que este personaje, no es presidenciable y que nos
concedió la razón a aquellos que siempre hemos sostenido que es un pobre
demente, que debiera estar en un manicomio y no en la casa blanca de los Estados
Unidos.
Hasta mediados
del mes de Julio de este año, este mentiroso patológico, nos había metido,
según lo cuenta en sus columnas, Washington post, 20.000 mentiras o
declaraciones engañosas.
Por estas
razones, salió tan mal librado el debate de los dos candidatos, pues este
distinguido payaso, creyó que estaba jugando a las peleas con su contrincante y
fue tanta su capacidad de ofenderlo, que lo sacó de las márgenes de la cultura
y lo llevó al mismo estilo de batalla que estaba utilizando.
Es bueno
recordar, la respuesta tan mentirosa que dio, cuando se le preguntó, cuanto
había pagado en impuestos a las ganancias del estado y respondió muy impávido:
He pagado millones; con esta respuesta lo que buscaba era que no lo acosaran
más con esa peligrosa pregunta y que se le interrogara sobre cosas más
agradables.
Aún más perturbadora resultó su
reticencia a denunciar a los supremacistas blancos y a grupos extremistas
violentos como los Proud Boys, a quienes les dijo “retrocedan y esperen”.
Sumado a su reticencia a
comprometerse con una transición pacífica del poder y a sus esfuerzos
persistentes por deslegitimar el proceso electoral, el comportamiento de Trump
en el período previo a la elección ha planteado, cada vez más, una amenaza para
la democracia norteamericana.
Supongo que todos creen como yo, que
los Estados Unidos, perdieron todo lo que habían conseguido, con muchos
esfuerzos, a nivel de liderazgo, después de la segunda guerra mundial.
El proyecto de democracia de los
Estados Unidos, una de las más rancias y especiales del planeta, terminó en
picada y no hay palo que la tenga, si Trump sigue en la presidencia.
La razón que tengo para afirmar esto
es: Las normas de las democracias actuales, son muy frágiles, frente a las
angustias que los gobernantes del planeta le han causado, porque ninguno de los
que están gobernando, las quieren cumplir.
Perece que el gran placer de los gobernantes modernos, es saltarse todo principio de democracia y manejar las cosas, como mejor les conviene.
Los países democráticos, son
entidades llenas de leyes, que les sirven como herramientas, para gobernar
bien; pero las leyes no funcionan, sin la voluntad política de la persona que
esta gobernando, no las quiere aplicar.
Les recuerdo algo muy importante, en
relación con los Estados Unidos:
George Washington, el primer
presidente de Estados Unidos, decidió que sólo gobernaría durante dos mandatos
y eso creó una norma que no se rompería hasta la presidencia de Franklin D.
Roosevelt.
Después de eso, una enmienda
constitucional codificó el límite de dos mandatos.
En los últimos cuatro años, Trump y
sus colegas republicanos han llevado la destrucción de las normas a un
nuevo nivel, deshonrándose a sí mismos y minando las instituciones que
supuestamente deben defender.
Cuando era candidato en 2016, Trump
se negó a revelar sus declaraciones de impuestos.
Y, ya en el poder, ha despedido a
inspectores generales por hacer su trabajo; en repetidas ocasiones ignoró
conflictos de intereses y se benefició de su cargo; socavó a los científicos
independientes y a las agencias críticas; intentó una supresión directa de
votantes y; extorsionó a gobiernos extranjeros en un intento por difamar a sus
opositores políticos.
Una de las grandes amarguras de los
fundadores del pueblo americano, era: Que surgiera un demagogo que fuera capaz
de destruir el estado desde adentro y por esa razón, establecieron un sistema
de democracia representativa indirecta, con el Colegio Electoral y un sistema
de lo que supuestamente tenían que ser controles y contrapesos robustos, pero
después de 233 años de manejo, la estructura institucional dejó de ser operativa; porque entre el senado de mayoría
republicana y un presidente, con ínfulas de loco y grandes prerrogativas de
atrevido, acabaron con la estructura gubernamental y si el pueblo sigue respaldando
a este importante hombre, creo que acabaron con la mejor democracia del planeta
y lo están disfrutando; porque se ríe de todos, en medio de su cinismo.
Hay una tarea abrumadora por delante.
Además de encontrarle una solución a
una pandemia fuera de control; a una creciente desigualdad y; a la crisis
climática, también existe una necesidad urgente de rescatar a la
democracia norteamericana.
Los republicanos vienen ignorando
desde hace mucho tiempo sus juramentos al cargo, de manera que las normas
democráticas tendrán que ser remplazadas por leyes.
Pero esto no será fácil.
Cuando se las observa, las normas
suelen ser preferibles a las leyes, porque se pueden adaptar más fácilmente a
las circunstancias futuras.
Especialmente en la sociedad litigiosa
de Estados Unidos, siempre estarán los que estén dispuestos a evadir las leyes
honrando su letra, pero violando su espíritu.
La voluntad claramente expresada de
la mayoría coloca al Partido Republicano en una posición imposible:
El partido no puede perseguir su
agenda impopular y al mismo tiempo defender la gobernanza honesta, transparente
y democrática.
Es por eso que hoy está librando una
guerra abierta contra la democracia norteamericana, redoblando la apuesta para:
Privar de derechos a los votantes; politizar el sistema judicial y la
burocracia federal y; garantizar el gobierno de la minoría a través de tácticas
como la manipulación partidaria.
Como el Partido Republicano ya ha
hecho su trato con el diablo, no hay motivos para esperar que sus miembros
vayan a respaldar alguna iniciativa para renovar y proteger a la democracia
norteamericana.
La única opción que les queda a los
norteamericanos es otorgarles una victoria abrumadora a los demócratas en todos
los niveles en la elección del mes próximo.
La democracia de Estados Unidos pende
de un hilo.
Si falla, los enemigos de la
democracia en el mundo saldrán victoriosos.
Sopetrán, octubre19 del 2020.
Darío Sevillano Álvarez.
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