El gobierno
populista de Iván Duque, continua, acabando con las finanzas de las familias más
pobres, mientras los grades señores, tienen la capacidad de volverse más ricos.
Recuerdo como si
fuera hoy, cuando el senador Iván Duque criticaba las reformas financieras:
Según el congresista, muchas de
las justificaciones del Gobierno no tenían sustento en la realidad y sólo buscaban
aumentar los recaudos, lo que afectaba a la clase media y a los colombianos
menos favorecidos, para tratar de tapar el descuadre en las finanzas públicas,
que supera los 30 billones de pesos.
El peor de los peligros que
tenemos los colombianos, es que el gobernante populista, nos cree niños tarados
y él, y sus ministros, creen que, cambiándole el nombre a las reformas, nos
pueden meter gato por liebre.
Recuerden que la primera que montó
se llamaba elegantemente; Ley de financiamiento; la segunda fue llamada: Ley de
crecimiento; y a esta tercera, la va a llamar: De solidaridad sostenible.
Valiente majadería, este es el gobierno
de los eufemismos y lo más grave, es que él y sus compañeros de hermandad,
están creyendo, que los colombianos somos idiotas y no sabemos la puñalada
mortal que nos van a dar.
Si este era el hombre al que no le
gustaban las reformas tributarias, posiblemente les ha cambiado el nombre, para
que nadie adivine lo en verdad está pasando.
Esta es una de las principales
características de un gobierno populista, al que no le interesan sus gobernados
para nada, porque solo debe satisfacer sus necesidades del gasto exagerado a
nivel del gobierno, para darse todo el champú que necesita y aparecer ante los
gobernantes del planeta, como un líder popular, muy apreciado por sus sabios
mandatos.
Recuerden que el año pasado, no se
hizo una reforma estructural, porque según el gobernante, estábamos en el
manejo de una pandemia; pero en el presente año, se pueda hacer, porque la
pandemia está muy larga y el gobierno necesita a toda máquina, más pesos para
despilfarrar.
¿No les parece una bobaliconada
del ministro Carrasquilla, anunciar que solo tenemos caja para una semana, con
el fin de crear pánico en los ciudadanos, para que como mansas ovejas acojamos
la tan sonada reforma y nos callemos el pico, así sepamos, que nos vamos a
ahorcar pagando tributos peores, que los que pagaban los colombianos, en el
tiempo de la colonia española?
Recordemos que por ese mismo tema:
Los Impuestos, se presentaron los sucesos del 20 de julio de 1810.
Analicemos estos conceptos, para
que veamos la peligrosidad de está puñalada fatal, que el ministro Carrasquilla
y su presidente nos van a montar.
Aparecen en los insumos varios puntos de consenso:
Los impuestos a las empresas que tenemos están repletos de excepciones
que debemos limar, incluyendo las excepciones basadas en criterios cromáticos;
muchas más personas naturales deben declarar sus ingresos y pagar renta; las
pensiones deben estar gravadas (no solo las megapensiones, como las llama el
Gobierno); los que más ganan deberían tributar más —la progresividad del
sistema se cae para el 5 % más rico de la población, un fenómeno inadmisible
para su legitimidad; debería haber impuestos marginales al patrimonio de las
personas naturales.
La nueva reforma tributaria, a mi modo de ver las cosas, empezó con el
pie izquierdo, si así lo afirmo, es porque el gobierno, a cuenta gotas, ha
venido mostrando algunos aspectos, peligrosos, como para tantear a su majestad
el público y que quede la constancia, de que esos anuncios, no los hace el
ministro, ni el presidente y le tocan a un personaje: fusible, es decir que si
se quema, poco importa, como es el viceministro de hacienda, como para poderse
retractar, en caso de una reacción dominó, como se espera en la mayoría de los
artículos, del famoso memorial de agravios.
Aunque la sola expresión “reforma tributaria”
genera rechazo y descontento -de allí que el Ejecutivo apueste por llamarla
pomposamente proyecto de “transformación social solidaria”-, uno de los puntos
que mayor resistencia desató en la ciudadanía fue el de gravar con IVA
productos de la canasta familiar como: El café, el azúcar o la sal.
Londoño, el
viceministro, fue el que puso la cara y salió a defender la propuesta.
Días después,
cuando el viceministro seguía insistiendo y con la polémica servida y subiendo
de tono, Duque salió a calmar las aguas:
“Esos productos se
van a mantener como están hoy”, explicó el jefe de Estado, disipando el descontento
y acaparando el alivio.
“Teóricamente, se trata de una estrategia de comunicación e incidencia
política que se ha replicado en Colombia y América Latina, según explica
Jéssica Torres, doctora en comunicación y máster en comunicación institucional
y política”.
“No está mal sondear una política pública, es decisivo para un gobierno
a la hora de analizar cómo los ciudadanos perciben su gestión y califican su
imagen”.
“Pero lo que no se puede es desinformar. Aquí no hay un documento
oficial, solo rumores, y el hecho de que el presidente salga a desmentir a su
propio viceministro repercute en su imagen como líder político”.
Hace un año, cuando el país comenzaba a dimensionar los embates del
coronavirus, la estrategia pareció ser la misma.
En ese entonces fue el propio Carrasquilla el que, en entrevista con los medios de comunicación y en medio del confinamiento estricto, abrió la puerta -como ahora- a
una reforma tributaria.
La crítica no se hizo esperar y arreció con el pasar de los días.
Por ello intervino Duque: “No es momento para adentrarse” en iniciativas
de ese calibre, sostuvo, asegurando que se trataba de un proyecto “no solo
inconveniente, sino inviable” en medio de la emergencia sanitaria.
Recordemos que hace pocos días unos congresistas, con intenciones
premeditadas, proponían la unificación de las elecciones, en un solo día, para
ahorrarse cuatro billones, pero con la sagacidad de prolongar el período de
Duque y fue tanta la humareda que se levantó, porque hasta Duque andaba consiguiendo
apoyo en los congresistas para esta tan sonada propuesta, que el presidente, en
su sagacidad apareció diciendo que su mandato solo iría hasta el 7 de agosto
del 2022.
“Para la politóloga Angélica Martínez, especialista en marketing
político y estrategias de campaña, lo que evidencia este tipo de maniobras es
el juego que se decanta desde ya con miras a las elecciones presidenciales de
2022 y cómo se están midiendo las fuerzas políticas.
“No parece que se vaya a radicar esa reforma y, si lo hacen, se les cae
en primer debate por la unión de partidos que están en contra.
El Gobierno está en ese juego de engañar, para mostrar a Duque como salvador, pero también al partido de gobierno, que ofrece soluciones.
Todo parece una cortina de humo para mantenerse en el poder y estar en
las presidenciales”.
No les parece que lo que nos está pasando es el juego de:
A que te cojo ratón y a que no gato ladrón.
Cuando uno se pone viejo y conoce los intríngulis de la politiquería
barata, alcanza a comprender con pelos y señales, la malicia de los que manejan
el poder, para poder permanecer en él.
Me atrevo a pensar, que ya en la tierra, no se consiguen gobernantes sabios, sino politiqueros baratos, que se la pasan de tambo en tambo, viviendo a expensas del dinero público.
Quiera el cielo, que algún día
estas cosas dejen de pasar, para bien de los ciudadanos.
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