viernes, 11 de noviembre de 2022

Colombia va a explotar, con la mala administración de Petro.

 

Petro tiene en sus manos una bomba de tiempo y como cada que legisla mete las patas, el explosivo le va a estallar.

El presidente Petro, se pasó todo el tiempo de su campaña populista, entusiasmando a los colombianos, con propuestas que no eran para cumplir, sino para ganar votos.

Los continuos castigos a las clases más pobres, con las decisiones que ha tomado hasta el momento; el odio que está inyectando en sus discursos populistas; y las promesas que no ha podido cumplir, que ilusionaron a muchos ciudadanos; está germinando el peor de los ambientes que hemos vivido, en los gobernantes de turno en el último siglo.

Las universidades gratis para todos; el incremento del Ingreso Solidario; el acabar con la corrupción; el frecuente retroceso en sus decisiones; la creación de más burocracia; el rodearse de personas muy controvertidas e ineptas para el manejo de la cosa pública y; las afectaciones causadas por la reforma tributaria, tal vez la decisión más perjudicial para las clases pobres; son algunos de los temas que se han convertido en la diaria comidilla de los colombianos, quienes están preocupados por el futuro del país y están desilusionados de quien los manipuló ideológicamente para llegar al poder.

El actual Gobierno ha demostrado que no está preparado para gobernar, lo cual se sustenta en las permanentes manifestaciones en contra del régimen, algunas en forma pacífica  y otras terriblemente violentas; las primeras rechazan, entre otros aspectos, las intenciones de politizar a la Policía y las órdenes de frenar su legítimo actuar frente a actos vandálicos, las objeciones frente a algunas propuestas ilógicas de la reforma tributaria, las inconformidades frente a la inseguridad que reina en el país, el acabar con el servicio militar obligatorio para debilitar a las Fuerzas Militares y el manoseo de la justicia con su famosa Ley de Paz y los excesos en el gasto público, como la compra de un juego de cubiertos de oro para los miembros de la casa presidencial; las marchas del vandalismo y el odio de manifestantes que destrozan todo a su paso, a los cuales hay que dejar en libertad, porque todos tienen el derecho constitucional de manifestarse; la falta sistemática de las autoridades para detener a estos vándalos; y lo peor, miembros del gobierno ordenando que suelten a esos pobres personajes, porque están en su derecho, nos están mostrando para donde vamos en los cuatro años de su gobierno.

“Los bloqueos se han vuelto costumbre, bien sea cerca de universidades públicas, bien sea en los accesos a poblaciones a las que no se les ha cumplido las promesas, o bien sea porque algún grupo de vándalos desea generar terror o inseguridad.

En Colombia se están afianzando la anarquía y el caos que preceden a una guerra civil.

En un futuro cercano las demostraciones de descontento se multiplicarán con el incremento en el costo en la canasta familiar, por la subida del valor de la gasolina, por la pérdida de empleos debido al cierre de empresas que no resisten el golpe de mayores impuestos, por el hambre y por posibles abusos de la autoridad”.

“La devaluación del peso debido a políticas erradas y a pronunciamientos ignorantes de personas no capacitadas para desempeñar altos cargos en el Gobierno, así como la incertidumbre frente al giro en la política exterior de un gobierno izquierdista que nos está llevando a la miseria, colocan en máxima alerta a la economía.

Con las decisiones de la reforma tributaria va a desaparecer la clase media, que soporta una sociedad y las personas de menos recursos van a llegar a la mayor pobreza.

¿Es este el cambio prometido?

El invierno se suma a los grandes males que nos agobian y afecta las vías, produce derrumbes y deslizamientos que ponen en peligro a muchas familias, así como el encarecimiento de los servicios públicos y los usuarios que subvencionan los servicios públicos a los menos favorecidos ya se están cansando de ser exprimidos.

La propuesta de impunidad para los criminales reincidentes que se burlan de la justicia y de la sociedad, el secuestro de 35 soldados del Ejército por comunidades campesinas, el interés por entregar la soberanía energética a Venezuela, las intenciones de afectar el sistema de salud incorporándole curanderos y trayendo médicos de Cuba, el permitir el ingreso de personas que fueron expulsadas del país posiblemente por intentar afectar la seguridad, son algunos de los aspectos que están desbordando la copa de los ciudadanos que ven con desazón como se hunde el país en las manos de la izquierda.

Esto va a explotar”.

“Se comienza a agrietar el ‘pacto diabólico’ y algunos de los acérrimos petristas están manifestando sus inconformidades con el Gobierno, al igual que algunos de los políticos de poca dignidad que se declararon afectos al partido de gobierno y que ahora gozan del Petro-confort, ya comienzan a aterrizar y a lamentarse de sus irresponsables adhesiones políticas.

Las redes sociales se están encargando de castigar la imagen de este Gobierno por sus desacertadas decisiones y buscan presionar la salida de estos personajes, lo cual se puede lograr con el verdadero cambio en las próximas elecciones regionales.

Los colombianos somos los únicos responsables de nuestro propio futuro.

No perdamos esta oportunidad”.

Petro, no fue capaz de pasar de activista de izquierda a estadista y lo esta demostrando en todas las improvisaciones que viene haciendo en los primeros cien días de gobernante.

En un acto completamente irresponsable, el presidente Petro se fue lanza en ristre en su discurso, en Egipto, contra el carbón y el petróleo, dos de las principales fuentes de ingresos de Colombia. Luego de estas declaraciones, junto con la agresiva reforma tributaria que principalmente ataca a los sectores más pobres de la economía y por esta razón me parece que los inversionistas saldrán en estampida hacia países que tengan una estabilidad monetaria.

“Petro no entiende que por intentar evitar una catástrofe climática está ocasionando una mala económica.

Las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático son necesarias, pero también lo es el que millones de personas tengan que comer, lo cual está en duda luego de la desaceleración económica que representa para el país la reforma tributaria, en especial por la afectación que recibirán varios de nuestros productos estrellas, como lo son el petróleo y el carbón.

Nuestro jefe de Estado, cual Moisés, llegó a la tierra de los faraones con los “Diez Mandamientos” en materia climática para el mundo.

No bastando eso, su talante faraónico lo llevó a dejar plantado a su homólogo, el presidente de Francia, quien lo esperaba para desayunar.

Su administración del tiempo y respeto por los demás es tan pobre que ni siquiera llegó a tiempo a la foto oficial.

El presidente plantea poner una fecha límite para abandonar la dependencia de los hidrocarburos, pero no traza una hoja de ruta clara.

Para el caso colombiano, puntualmente, no argumenta como van a reemplazarse los ingresos gubernamentales que generan el carbón y el petróleo.

 Ese nivel de improvisación, tratándose de un primer mandatario es imperdonable”.

“La reforma tributaria es todo menos ecológica.

 Impuestos como el del carbono simplemente no funcionan.

Son inelásticos, pues las personas siguen llenando los tanques de gasolina de sus automóviles, motos, taxis, camiones.

No afectan el consumo.

Lo que si generan es un aumento de los precios, y con ello más inflación.

 Lo mismo ocurre con los tributos a los plásticos de primer uso.

Nos afecta a todos, pero sin duda mucho más a las personas que tienen menos recursos.

Las declaraciones en falso del presidente generan incertidumbre en los mercados, aumentan el precio del dólar y con ello la deuda externa.

Al tener menos recursos para la tan anhelada transición energética, esta será imposible.

 Es la debacle total”.

Líderes ambientalistas de la talla de Greta Thunberg no asistieron a la COP en Egipto, porque en su concepto estas reuniones “son principalmente utilizadas como una oportunidad para que líderes y personas con poder llamen la atención y hagan todo tipo de greenwashing”.

Esto de acuerdo con declaraciones que Thunderg diera hace pocos días a la prensa mundial.

El “lavado de imagen verde” o “greenwashing” es una mala práctica que utilizan empresas, líderes y gobiernos justamente para eso.

Lavar su imagen, mostrarse ambientalmente responsables, desviar la atención.

Por líderes como Petro, Greta Thunderg ya no se toman las COP en serio y por eso no van.

Y mucho menos si llegan a lo Moisés, con los diez mandamientos en la mano, invitando a ser parte de una nueva religión o secta que viene con Mesías incluido.

El electo presidente Lula entiende que es descabellado abandonar la exploración del petróleo, pues es un suicidio para cualquier país productor, más aún, si no se tiene una hoja de ruta alterna, clara. Así lo ha reiterado en varias ocasiones.

Esperemos que su homólogo colombiano, nuestro presidente ambientalista, entienda que preservar el Amazonas va más allá de vilipendiar del carbón y de petróleo.

Que debemos ser agradecidos por el suelo que tenemos y que nuestra responsabilidad es saber administrarlo.

Ojalá el presidente Petro al llegar a Colombia se baje de la nube de que ahora es un líder mundial en materia ambiental, para que aterrice y observe la realidad del país.

Una en la que debe continuar la exploración y explotación de combustibles fósiles para así hacer posible la transición energética.

Congraciarse con el presidente-dictador de Venezuela es un juego peligroso.

Condenar el bloqueo económico a este país en una cumbre del clima, es como jugar golf en un partido de baloncesto.

Condenar la economía de mercado en un foro multilateral como la COP 27, hace pensar a cualquiera que Colombia va por la senda del comunismo.

 Todo esto ha hecho Petro en Egipto, en poco más de 24 horas.

Una cosa es ser activista, otra muy distinta estadista. Este es el gran pasó que el presidente debe empezar a dar.

 Ya no estamos en campaña.

Petro el ecológico, en su viaje ambientalista a Egipto, por supuesto realizado en un avión privado, generó más de 13 toneladas de CO2 en su periplo entre Bogotá y Sharm El-Sheikh.

De allí viajará a París, para luego regresar a Bogotá, ocasionando la emisión de más de 26 toneladas de CO2.

La huella de carbono pudo evitarse si de verdad quisiera al planeta y a las generaciones venideras como aparenta.

   El presidente Gustavo Petro cumplió este fin de semana tres meses en el poder desde que llegó a la Casa de Nariño en agosto pasado luego de ganar las elecciones.

   Sin embargo, la oposición ha indicado que el trabajo del mandatario no ha sido para nada bueno hasta el momento.

    Mediante su cuenta personal de Twitter, el excandidato presidencial, Enrique Gómez, compartió esta semana con todos sus seguidores una pequeña reflexión sobre el gobierno del cordobés, enfatizando que sus declaraciones le han hecho mucho daño a la economía nacional.

   “Las cosas van en 3 meses de desgobierno. 

   Politiqueros de siempre haciendo lo que les viene en gana, mientras desde la cuadrilla del Pacto se desgañitan gritando cambio, el dólar disparado, las Fuerzas Armadas maniatadas y el perdón a lo peor de la sociedad”, indicó inicialmente.


   Luego, añadió: “Cada vez que Petro abre la boca empeora la situación del peso y la economía colombiana.

  Es un irresponsable que con una recesión económica en curso se niega a darle tranquilidad a los inversionistas. 

   Da la impresión de querer acabar con el país a propósito”.

   El líder del movimiento político Salvación Nacional reiteró finalmente en Twitter que la administración de Gustavo Petro ha sido más de lo mismo y que Colombia está a la deriva. Asimismo, enfatizó que el futuro próximo (según él) no tiene buena pinta.

   Mi concepto de lo que esta pasando es que este ha sido el peor de los presidentes que a tenido Colombia en su vida republicana y que si sigue gobernando nos va a entregar un país totalmente destruido por la mano criminal de aquel que las multitudes aclamaron como un gran político.


   Sopetrán, noviembre10 del 2022.

   Darío Sevillano Álvarez.

 























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