“El hombre se pasa ochenta años aprendiendo
a vivir y cuando sabe hacerlo, está a punto de morir”.
Siempre hemos
cantaleteado esta frase, que anuncia una cruel verdad, que nos caracteriza a
todos los humanos y valga la pena decir, que no es del todo razonable, porque
un aprendizaje tan largo, como el que hacemos, para manejar todas aquellas
cosas que la vida nos presenta, con el fin de escaparnos, de muchos problemas y
saber llevar con cierta malicia, todo tipo de vicisitudes y cuando creemos
haber llegado a la meta, estamos cansados de vivir y casi: Ad portas, para
emprender el viaje de la eternidad, que es bastante incierto y con muchas
probabilidades de no saber a ciencia cierta que nos espera.
La única
conclusión posible de este fastidioso dilema, es: Esa es la vida y tenemos que
aceptarla, porque no tenemos el poder para cambiar esos parámetros.
Pero en mis
setenta y siete años casi cumplidos, he aprendido tantas cosas, que quisiera
dejar un legado, para todos aquellos que han sido mis seguidores en las redes
sociales y en los dos blogger que he manejado.
La primera norma
de vida es esta:
No permitas que
las injusticias controlen tu vida y tu manera de ser.
Si se te
presentan problemas, ten la certeza de que eres capaz de manejarlos; para lograrlo,
aplica esta frase de los orientales:
“Cuando vayan
mal las cosas, como a veces suelen ir; cuando tenga tu camino solo cuestas que
subir; cuando tengas poco haber, pero mucho que pagar; es preciso sonreír, aun
teniendo que llorar”.
Segunda norma:
Si hay una gran
preocupación que se te presenta, trata de hacerla a un lado y sigue avanzando,
pero con mucho cuidado, para saber manejar cualquier imprevisto.
Aplica aquello de que:
Las penas que a mi me llegan pierden su tiempo llegando.
Recuerda un
dicho popular muy importante que reza: “Sin prisa, pero sin pausa, las cosas
van cambiando”.
Recuerda en estos
casos, esta frase de la sabiduría de los orientales:
“Cuando ya el
dolor te agobie y no puedas más sufrir; descansar es lo que debes, pero nunca
desistir”.
Tercera norma:
No te dejes
manipular por las dudas, porque algunas veces, entorpecen el cerebro y te hacen
perder la razón.
Un tu actitud
positiva debe estar la consigna: Siempre listos.
Para estas
oportunidades debes saber lo que saben los orientales:
“Tras las nubes
de las dudas, ya plateadas, ya sombrías; puede estar muy cerca el triunfo, no
el fracaso que temías”.
Cuarta norma:
Busca siempre,
poder coronar tus metas, y no permitas que nada, ni nadie te lo impidan.
Es importante
recordar que a eso vinimos:
A cumplir con un plan debidamente estructurado y si
eso fracasa, se frustran todas nuestras esperanzas y nuestra meta colectiva en
la historia.
Recordemos esta
importantísima frase:
“Y no es dable a
tu ignorancia, figurarse cuan cercano, puede estar el bien que anhelas y que
juzgas tan lejano”.
Valdría la pena
que conocieras esta otra frase:
“Cuando todo
esté peor, más debemos insistir”.
Quinta norma:
No atesores
mucho dinero, a costa de privaciones, porque los que lo van a recibir a la hora
de tu muerte, como no saben los sacrificios que hiciste, para reunirlo, lo
despilfarrarán sin medida.
Recuerda la
canción:
Cuando tú te mueras, de la Ronca de oro: Helenita Vargas.
Sexta norma:
No compres
cosas, que no necesitas.
Recuerda que
algunos de tus familiares o tus prójimos, necesitan muchas cosas, que no pueden
comprar.
No te dejes
convencer por el sofisma de distracción:
Yo quiero tener esa cosa.
¿Si no la
necesitas, para qué la compras?
Recuerda la
norma del Evangelio que es supremamente sabia:
“Si tienes dos
pares de sandalias, regálale un par a tu prójimo”.
Séptima norma:
No te compares
con los demás;
Tú no sabes cómo ha sido su viaje a través del tiempo.
Todos
acostumbramos con mucha frecuencia a decir:
Que tan bueno para fulano que tiene
esa finca tan grande y tan bonita; pero ignoramos que ese fulano padece una
enfermedad incurable.
Siempre debemos
tener la actitud positiva de decir:
Gracias ¡Oh Dios! Por todo lo que me has
dado.
Octava norma:
No desees mal a
nadie:
Ni a tus amigos, ni a tus enemigos; porque lo que deseas, se devolverá
contra ti o contra los que más quieres.
Muchas veces
lanzamos maldiciones contra nuestros prójimos y casi siempre la vida nos
muestra que esas palabras no les caen a ellos, sino que se devuelven y nos caen
a nosotros y a las personas que más queremos.
Novena norma:
Nunca digas:
No
soy capaz de hacer esto o aquello.
Porque cuando
antepones esta expresión a cualquier proyecto que vas a realizar, ya estás
diciendo que todo va a salir mal.
Te puedo encimar
este hermoso cartel, que dice muchas cosas:
Décima norma:
Cuida hasta
donde sea posible a tus familiares y a tus amigos, porque cuando estés viejo,
son las personas que más vas a necesitar.
En un escrito
del periódico el Colombiano, me encontré esta reflexión:
“Muchas veces nos ahogamos en
obligaciones y olvidamos a esas personas que han hecho tanto por nosotros. Esas
personas que te han ayudado a ser quién eres hoy. Esta frase se explica por si
sola. Es una reflexión que nos debemos todos cuando buscamos un equilibrio en
nuestras vidas.
¿Es verdaderamente más importante tu trabajo que tu familia y
amigos?”
Undécima norma:
Nunca es tarde para ser feliz y
siempre será en un 100%, tu responsabilidad.
Muchas personas pierden su tiempo,
esperando que otras personas, vengan a hacerlos felices, pero este es un mal
pensamiento, porque nunca pasará.
La felicidad, es un estado que lo
debes adquirir a base de muchos esfuerzos y si tú no la consigues, pierdes tu
tiempo esperando que otros te la den.
Décima segunda norma:
Prepárate más de lo necesario para
vivir y luego transita con tranquilidad por los caminos de la vida.
Nunca estaremos suficientemente
preparados para manejar un evento que se nos pueda presentar y por esta razón
hay que mantener listas las estrategias que manejaremos cuando algo ocurre de
improviso.
Los imprevistos que más duelen son
los que causan los problemas sentimentales con los seres queridos y hasta esos
dolorosos episodios, se pueden superar, sin que la personalidad se moleste.
Décima tercera norma:
Debes estar en paz con tu pasado, de
manera que no dañe tu presente.
Recordemos que los acontecimientos
que han pasado, ya hacen parte de nuestra historia, pero no deben perjudicar
nuestro presente o ser obstáculos para planear el futuro.
Última norma:
Perdona, pero no olvides.
“Perdona porque todos nos equivocamos
pero no olvides porque esto significa que no has aprendido.
De cada experiencia sea positiva o negativa debes aprender algo. Si alguien te hizo daño, debes recordar cómo llegaste a esta situación para que no vuelva a suceder”.
De cada experiencia sea positiva o negativa debes aprender algo. Si alguien te hizo daño, debes recordar cómo llegaste a esta situación para que no vuelva a suceder”.
No es fácil olvidar lo que nos hacen
nuestros prójimos, pero sabemos por las leyes evangélicas que es importante
perdonar.
Personalmente, me cuesta mucha
dificultad perdonar, si lo hago, nunca olvido lo que me hicieron.
Termino este escrito con algo
bastante chistoso:
Para escribir este artículo me
inspiré, en uno que había producido:
Sopetrán, Marzo 18 del 2017.
Darío Sevillano Álvarez.
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