sábado, 26 de septiembre de 2020

Las grandes angustias del pueblo colombiano.

 

Las grandes angustias del pueblo colombiano.

Si analizamos con cabeza fría, los grandes problemas que maneja Colombia y que estamos seguros de que nunca va a poder resolver, son causados porque sus gobernantes, desde hace muchos años, siempre han creído en sus propias mentiras.

Este argumento tan especial, lo estamos aprendiendo de memoria, con el manejo del famoso proceso de paz y con el mal manejo de la imperdonable pandemia China.

Con el proceso de paz, que se manejó en el famoso país llamado Cuba, que para mí en el asilo a donde llegan, todos aquellos que creen en las revoluciones; en los secuestros; en las extorsiones y; en el famoso dicho que: Las armas todo lo pueden.

Hay un refrán que dice: “Mi Dios los hace y los junta”.


Todos los buenos analistas del país, sabíamos con pelos y señales, que esas tan famosas conversaciones, que le valieron al dichoso: Santos, su premio Nobel de paz, no pretendían poner fin a la violencia, o construir una paz estable y duradera en el país; la verdad era un poco más simple: Se pretendía lograr que 13. 202, seres inútiles, que nunca debieron haber nacido, porque solo iban a servir para manipular las armas, dejaran de utilizarlas.

Pero si mal no recuerdo, en ningún momento después de firmado el famoso mamotreto, al que llaman: Proceso de paz, que tanto cacarearon en los medios masivos de comunicación social, pudimos ver la tan anhelada paz; porque siempre ha sido: Pas, Pas, Pas…


Posiblemente me darán la razón, porque aquellos que comandaron las famosas conversaciones de la Habana, nombre proscrito para mí, porque es la capital de la descomposición en el planeta; ligeramente se cansaron de estar en la democracia y volvieron a sus guaridas, porque lo único que saben es delinquir, al parecer, su único placer.

En todo momento los señores de las Farc, imponían sus teorías sobre las causas de la violencia; y por eso las cláusulas de acuerdo se referían: A los problemas de la tierra; los cultivos ilegales; la apertura política; pero en ningún punto, se discutía que estas fueran sus raíces verdaderas.

Pero lo más importante de las conversaciones era: Que no se trataba de cumplir acuerdos; sino que los guerrilleros, dejaran de disparar.

Este fue pues, el famoso triunfo del presidente Santos, que para mí y para muchos entendidos en asuntos políticos, nada significó, para el pueblo colombiano.


Creo que al presidente Santos le podíamos regalar la moraleja de una famosa fábula: La rana y la gallina:

 ‘PUEDE PERDONARSE AL QUE HACE ALGO ÚTIL, QUE LO PREGONE, PERO EL QUE NADA HACE, DEBE CALLAR’.

Pero después de algunos años, pasó, lo que tenía que pasar: Las reformas de la Habana, no se hicieron, porque las Farc, sin armas, ya no podían exigir que se cumplieran.

Recordemos que nunca, se habló de las causas de las otras violencias, sobre las cuales, ni Uribe, ni Santos, ni Duque, ni ninguno de sus antecesores intentaron, un diagnóstico claro o diseñaron alguna estrategia coherente.


En el momento actual se habla de una nueva violencia y en eso están equivocados, porque la oleada de violencia que nos acompaña, es la misma que siempre hemos tenido, recuerden que después de firmados los famosos acuerdos, la violencia nunca paró.

Creemos más bien, que la vieja violencia se viene adaptando a las circunstancias, porque el estado no sabe qué hacer y nunca aprenderá a hacerlo, por la ineptitud de sus gobernantes.

Esa vieja violencia es la de las guerrillas que no cupieron o se salieron del Acuerdo de La Habana.

Es el ajuste de cuentas predecible con los desmovilizados de las Farc.

Son los líderes sociales que desde siempre han sido asesinados porque molestan a los matones que pretenden controlar los negocios rentables del lugar y el momento llámense: Tierra, madera, minería, hidroeléctricas, drogas o regalías.

 


Son los mismos matones que en tiempos de pandemia reafirman su poder con los “asesinatos colectivos” o “masacres” de las últimas semanas.

Nuestro presidente Duque, sigue empeñado en hablar de la violencia rural en el país que, para mí, hace muchos años se extendió a las grandes ciudades.

Esta violencia, es como un elefante, en mitad del país: Los jóvenes sin futuro y ahora sin presente, son los protagonistas de las grandes manifestaciones, para reclamar, por: Los abusos de la policía; por las malas políticas sociales; por la corrupción general de las personas vinculadas a las distintas entidades del gobierno; por la falta de incentivos de fuentes de trabajo y muchas otras cosas más, que el pueblo ya no las resiste.


Estamos peor, que lo que estaban los criollos cuando la colonia y por eso, nunca he creído en la independencia que tanto cacaraqueamos.

La violencia continuará tomando forma y si los gobernantes se descuidan, en un abrir y cerrar de ojos, las masas, se van a tomar a al estado y seguramente se armará la de: Aquí fue Troya.

Todo esto, por una sola razón: Los gobernantes que hemos venido teniendo, son todos de los tipos: Populistas, anarquistas, las Timocracias, las plutocracias, las oclocracias, las oplocracias, las tiranías y muchas otras formas que el hombre se ha inventado, para llevar de la ternilla a los ciudadanos.

Por no mirar las cosas como son, el conflicto interno armado colombiano; nuestros gobernantes, cortos de vista, y sin una ruta de hoja, para gobernar, han perdido las riendas del poder y nos encaminamos, lenta, pero seguramente a una anarquía, que será gobernada, por algunos personajes, que ya se perfilan en los bandos políticos del país, con sus caras de doble faz, anunciándole al pueblo un paraíso sin límites, que más tarde se convertirá en otra de las naciones de la tierra, en donde hay que pedir permiso hasta para respirar.


Pero a nivel monetario, me parece que se están cometiendo todo tipo de falsedades, para apropiarse de los dineros del estado y en esto, se pueden incluir los gobernantes, que siempre están pensando en llenar sus arcas, a costa de lo que sea.



Ni siquiera en tiempos de COVID-19 se dejan de escuchar denuncias acerca de supuestos malos manejos de los dineros públicos en Colombia.

Primero que el virus, la otra pandemia que azota al país es la de la corrupción.


Se afirma que es un buen negocio, anunciar que los enfermos o que los muertos, son causados por el Virus, porque con estas afirmaciones, los gobernantes y las E.P.S. se están llenando de dinero por las primas, tan halagadoras, que reciben, cuando tratan un enfermo, con esta enfermedad o cuando entierran a alguien, que murió por el virus.



Y por estas razones, nos tienen borrachos con las mentiras que a diario aparecen en los medios masivos de comunicación, porque todas esas cifras, pueden ser erróneas y maliciosas.

Se me antoja pensar que cuando se meten mentiras, el primer engañado es uno mismo, porque todo lo que dice o escribe es falso y con premisas falsas nunca se pueden hacer raciocinios inteligentes y recuerden, esta es la razón por la que ningún gobernante moderno sirve para un carajo.

Con estas reflexiones, lo único que busco, es que vamos a tener que aprender a elegir nuestros gobernantes, porque en el momento actual, la tierra no tiene ninguno en el que podamos creer.

Si algún día, fuéramos capaces de dejar solas las salas en donde están las urnas de votación, los políticos entenderían, que tienen que aprender a manejar el estado y que no lo deben convertir en una vaca lechera, que puede colmar sus bolsillos.

Sopetrán, septiembre 24 del 2020.

Darío Sevillano Álvarez.









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