Las grandes
angustias del pueblo colombiano.
Si analizamos
con cabeza fría, los grandes problemas que maneja Colombia y que estamos
seguros de que nunca va a poder resolver, son causados porque sus gobernantes,
desde hace muchos años, siempre han creído en sus propias mentiras.
Este argumento
tan especial, lo estamos aprendiendo de memoria, con el manejo del famoso
proceso de paz y con el mal manejo de la imperdonable pandemia China.
Con el proceso
de paz, que se manejó en el famoso país llamado Cuba, que para mí en el asilo a
donde llegan, todos aquellos que creen en las revoluciones; en los secuestros;
en las extorsiones y; en el famoso dicho que: Las armas todo lo pueden.
Hay un refrán
que dice: “Mi Dios los hace y los junta”.
Todos los buenos
analistas del país, sabíamos con pelos y señales, que esas tan famosas
conversaciones, que le valieron al dichoso: Santos, su premio Nobel de paz, no
pretendían poner fin a la violencia, o construir una paz estable y duradera en
el país; la verdad era un poco más simple: Se pretendía lograr que 13. 202,
seres inútiles, que nunca debieron haber nacido, porque solo iban a servir para
manipular las armas, dejaran de utilizarlas.
Pero si mal no
recuerdo, en ningún momento después de firmado el famoso mamotreto, al que
llaman: Proceso de paz, que tanto cacarearon en los medios masivos de
comunicación social, pudimos ver la tan anhelada paz; porque siempre ha sido:
Pas, Pas, Pas…
Posiblemente me
darán la razón, porque aquellos que comandaron las famosas conversaciones de la
Habana, nombre proscrito para mí, porque es la capital de la descomposición en
el planeta; ligeramente se cansaron de estar en la democracia y volvieron a sus
guaridas, porque lo único que saben es delinquir, al parecer, su único placer.
En todo momento
los señores de las Farc, imponían sus teorías sobre las causas de la violencia;
y por eso las cláusulas de acuerdo se referían: A los problemas de la tierra;
los cultivos ilegales; la apertura política; pero en ningún punto, se discutía
que estas fueran sus raíces verdaderas.
Pero lo más
importante de las conversaciones era: Que no se trataba de cumplir acuerdos; sino
que los guerrilleros, dejaran de disparar.
Este fue pues,
el famoso triunfo del presidente Santos, que para mí y para muchos entendidos
en asuntos políticos, nada significó, para el pueblo colombiano.
Creo que al
presidente Santos le podíamos regalar la moraleja de una famosa fábula: La rana
y la gallina:
‘PUEDE PERDONARSE AL QUE HACE ALGO ÚTIL, QUE
LO PREGONE, PERO EL QUE NADA HACE, DEBE CALLAR’.
Pero después de algunos años, pasó,
lo que tenía que pasar: Las reformas de la Habana, no se hicieron, porque las
Farc, sin armas, ya no podían exigir que se cumplieran.
Recordemos que nunca, se habló de las causas
de las otras violencias, sobre las cuales, ni Uribe, ni Santos, ni Duque, ni
ninguno de sus antecesores intentaron, un diagnóstico claro o diseñaron alguna
estrategia coherente.
En el momento actual se habla de una nueva
violencia y en eso están equivocados, porque la oleada de violencia que nos
acompaña, es la misma que siempre hemos tenido, recuerden que después de
firmados los famosos acuerdos, la violencia nunca paró.
Creemos más bien, que la vieja violencia se
viene adaptando a las circunstancias, porque el estado no sabe qué hacer y
nunca aprenderá a hacerlo, por la ineptitud de sus gobernantes.
Esa vieja violencia es la de las guerrillas que no cupieron o se
salieron del Acuerdo de La Habana.
Es el ajuste de cuentas predecible con los desmovilizados de las
Farc.
Son los líderes sociales que desde siempre han sido asesinados porque molestan a los matones que pretenden controlar los negocios rentables del lugar y el momento llámense: Tierra, madera, minería, hidroeléctricas, drogas o regalías.
Son los mismos matones que en tiempos
de pandemia reafirman su poder con los “asesinatos colectivos” o “masacres” de
las últimas semanas.
Nuestro presidente Duque, sigue
empeñado en hablar de la violencia rural en el país que, para mí, hace muchos
años se extendió a las grandes ciudades.
Esta violencia, es como un elefante,
en mitad del país: Los jóvenes sin futuro y ahora sin presente, son los
protagonistas de las grandes manifestaciones, para reclamar, por: Los abusos de
la policía; por las malas políticas sociales; por la corrupción general de las
personas vinculadas a las distintas entidades del gobierno; por la falta de
incentivos de fuentes de trabajo y muchas otras cosas más, que el pueblo ya no
las resiste.
Estamos peor, que lo que estaban los
criollos cuando la colonia y por eso, nunca he creído en la independencia que
tanto cacaraqueamos.
La violencia continuará tomando forma
y si los gobernantes se descuidan, en un abrir y cerrar de ojos, las masas, se
van a tomar a al estado y seguramente se armará la de: Aquí fue Troya.
Todo esto, por una sola razón: Los
gobernantes que hemos venido teniendo, son todos de los tipos: Populistas,
anarquistas, las Timocracias, las plutocracias, las oclocracias, las
oplocracias, las tiranías y muchas otras formas que el hombre se ha inventado,
para llevar de la ternilla a los ciudadanos.
Pero a nivel monetario, me parece que
se están cometiendo todo tipo de falsedades, para apropiarse de los dineros del
estado y en esto, se pueden incluir los gobernantes, que siempre están pensando
en llenar sus arcas, a costa de lo que sea.
Ni siquiera en tiempos de COVID-19 se dejan de
escuchar denuncias acerca de supuestos malos manejos de los dineros públicos en
Colombia.
Primero que el virus, la otra pandemia que
azota al país es la de la corrupción.
Se afirma que es un buen negocio, anunciar que
los enfermos o que los muertos, son causados por el Virus, porque con estas
afirmaciones, los gobernantes y las E.P.S. se están llenando de dinero por las
primas, tan halagadoras, que reciben, cuando tratan un enfermo, con esta
enfermedad o cuando entierran a alguien, que murió por el virus.
Y por estas razones, nos tienen borrachos con
las mentiras que a diario aparecen en los medios masivos de comunicación,
porque todas esas cifras, pueden ser erróneas y maliciosas.
Se me antoja pensar que cuando se meten
mentiras, el primer engañado es uno mismo, porque todo lo que dice o escribe es
falso y con premisas falsas nunca se pueden hacer raciocinios inteligentes y
recuerden, esta es la razón por la que ningún gobernante moderno sirve para un
carajo.
Con estas reflexiones, lo único que busco, es que
vamos a tener que aprender a elegir nuestros gobernantes, porque en el momento
actual, la tierra no tiene ninguno en el que podamos creer.
Si algún día, fuéramos capaces de dejar solas
las salas en donde están las urnas de votación, los políticos entenderían, que
tienen que aprender a manejar el estado y que no lo deben convertir en una vaca
lechera, que puede colmar sus bolsillos.
Sopetrán, septiembre 24 del 2020.
Darío Sevillano Álvarez.
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