lunes, 5 de julio de 2021

Que podemos decir de la gestión presidencial del doctor Iván Duque.

 

Concienzudo análisis, sobre la gestión del presidente Iván Duque.

La falta de sabiduría en el manejo de la nación por parte del presidente Iván Duque, deja mucho que desear a la ciudadanía colombiana.

Los dos años de su período de gobierno, han convertido a Colombia, en uno de los países, más mal gobernados de América latina.

Creo que lo que voy a escribir, no es un atropello a su gestión; sino un análisis concienzudo de la mala gestión conque nos ha gobernado.


El prefacio de mi escrito podría estar sintetizado en estas palabras:

En sus dos años de gobierno, la nación está sumida en una profunda crisis, que difícilmente va a poder manejar, porque la pandemia del Covid 19, acabó con la economía del país y la cantidad de muertos que estamos aportando, nos muestran como uno de los países americanos más mal manejados en ese sentido; la violencia que ha generado el mal manejo de los acuerdos de paz, firmados con la famosa guerrilla de las FARC, que uno no entiende, porque ni ellos, ni el gobernante, han sido capaces de cumplir lo pactado; la ola de ciudadanos venezolanos, sin perspectivas de detenerse, que nos está llevando a grandes problemas económicos y de seguridad social, porque no todos los que acogemos, son mansas palomas; y la circunstancia muy desagradable de que su gran padrino político, el expresidente Álvaro Uribe, esté atravesando una peligrosa crisis político-judicial, de muchas proporciones, que, nos están mostrando ante el mundo, como un país sin gobernante.

Todas estas falencias, no han dejado que el gobierno de Duque, haya podido encontrar el balance de la reactivación productiva, en medio de la maldita pandemia China y por esas razones, no ha logrado los propósitos que tenía cuando asumió el poder, en su discurso tan concitador del día de su posesión.

Hace dos años Duque pronunció desde la Plaza Bolívar, en el centro de Bogotá, un emotivo discurso de posesión. Contra viento y lluvia, aseguró que con él llegaba a la Presidencia de Colombia “una nueva generación” de líderes que no "gobernaría con espejo retrovisor” y estaría “dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos”.

                                    

Pero la terrible realidad es que está haciendo lo contrario, de esas hermosas palabras, que al parecer se las llevó el ventarrón que estaba haciendo en esa lluviosa tarde.

Minutos antes de esas preciosas palabras, el famoso presidente del senado, había pronunciado unas palabras poco conciliadoras, que mostraban a Colombia, como un país sin gobernantes y parece que esa maldición le cayó al presidente Duque, porque está llevando del bulto en las encuestas de opinión, que lo muestran como un presidente de bajo perfil.


Los grandes sabios de las encuestas opinan que la indecisión ha sido una de las principales características, de los dos años de gestión de nuestro presidente.

Analicemos con tranquilidad este asunto:

Iván Duque se hizo elegir con una agenda que proponía cambiar algunos puntos del Acuerdo de Paz alcanzado con las FARC, especialmente la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la participación de los antiguos comandantes de las FARC en política.

En la práctica los cambios habrían significado remover los cimientos de lo pactado.

Dos años después de haberse posesionado no ha logrado ninguna de las dos promesas.

Presentó unas objeciones a la JEP que generaron protestas ciudadanas y se hundieron en el Congreso.

No las volvió a presentar.

                                  

 También impulsó una reforma constitucional para que, en el futuro, delitos como el narcotráfico y el secuestro no sean amnistiables.

Aunque fue aprobada, en nada cambió la participación política del hoy partido FARC.

Uno de los cambios más visibles fue retórico.

Duque paró de hablar de “implementación del Acuerdo de Paz” para hablar de “paz con legalidad”.

Al mismo tiempo, el Gobierno se ha esforzado por mostrarle a la comunidad internacional, especialmente a la ONU y a la Unión Europea, cómo está poniendo en marcha lo acordado.

Pero todos sabemos, que ni los guerrilleros de las FARC, ni el gobierno, le han puesto todo su empeño, a los acuerdos pactados en la Habana.


Aunque Emilio Archila, el consejero para la estabilización de los acuerdo de paz, se ha esforzado por meterle a la comunidad internacional, las mentiras de que todo está marchando a las mil maravillas, los que aquí vivimos, sabemos con absoluta seguridad que las cosas van de guate mala, para guate peor y prueba de lo que estoy afirmando, es que los disturbios de las guerrillas que, se hacían a nivel de los campos;  en el momento actual se apoderaron de las grandes ciudades, para acabar con el patrimonio de la nación y desestabilizar a l gobierno.

 “En un documento enviado a medios de comunicación, el Gobierno resaltó varios logros de los últimos dos años: Una reducción del 9% en el área sembrada de cultivos ilícitos en el país; una disminución del 19% en casos de secuestro, en comparación con el mismo periodo de 2019, y la creación del Plan de Acción Oportuna (PAO) para la protección de líderes sociales.

Sin embargo, la ruta para reducir los niveles de violencia en Colombia aún no está clara.

Juan Carlos Garzón, director del Área de Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), resaltó que “la indecisión de este Gobierno es general y la implementación de los acuerdos de paz, ha sido casi nula.

Un ejemplo de esta indecisión es la lucha contra los cultivos declarados ilícitos.

Duque propuso retomar la fumigación aérea con glifosato que, aunque no estaría en contra del Acuerdo de Paz, sí rayaría con la estrategia planteada en él, que ve la fumigación como último recurso y para cultivos a gran escala.

El presidente planteó la medida, pero la Corte Constitucional reafirmó una serie de requisitos muy específicos para poder reanudar la aspersión y el Gobierno todavía no ha cumplido los requisitos exigidos para retomarla.

Duque, no insistió con la estrategia de ´mano dura´ de la aspersión aérea, pero tampoco le ha invertido con suficiente ahínco a las estrategias de sustitución voluntaria de cultivos de coca.

La sustitución, explica Garzón, iba a avanzar con las comunidades y como parte de una estrategia integral para transformar el campo colombiano.

“Eso no ha pasado.

Se convirtió en un programa más de erradicación voluntaria que de sustitución”, dijo el analista.

Hoy, hay pocos proyectos productivos andando para las familias que buscan dejar la coca y a la estrategia le falta dinero para funcionar.

Otro ejemplo de falta de una ruta clara es la Reforma Rural Integral, uno de los pilares del Acuerdo de Paz.

El Gobierno ha resaltado la realización de 888 obras comunitarias en los 170 municipios más afectados por la violencia, también llamados municipios PDET, como un importante logro de la implementación y una forma de revitalizar el campo colombiano.

También pidió un préstamo al BID y otro al Banco Mundial para hacer un catastro multipropósito, un estudio importante para avanzar en la formalización de la tierra en Colombia, que hoy es informal en un 80%.

Las pequeñas obras de infraestructura comunitaria aportan, pero no resuelven el problema estructural de la tenencia de la tierra en Colombia, explica Garzón.

La apuesta grande es el catastro multipropósito, pero aún falta una decisión firme de financiar a las entidades responsables de realizarlo.

“En el Plan de Desarrollo el Gobierno se puso la meta de actualizar el 60% del catastro, pero a hoy estamos en el 5%.

Difícilmente el Gobierno en dos años y con problemas de financiación en las instituciones que participan en el ejercicio, va a llegar a cumplir la meta”, dice Garzón.

Luis Alberto Rodríguez, director del Departamento Nacional de Planeación, afirma que el catastro multipropósito avanzará más rápido en los siguientes dos años, porque se han eliminado los problemas técnicos, se realizó la consulta previa y se consiguió la financiación.

“En el tercer y cuarto año debemos ver la implementación”, dijo Rodríguez.

Otro tema intrínsecamente ligado con la paz es la seguridad.

Hasta el momento no se ha visto una ruta clara para disminuir los niveles de violencia en el país.

En los dos primeros años del Gobierno Duque los homicidios de líderes sociales aumentaron un 32%, según cifras de la FIP.

Las víctimas de masacres aumentaron un 30%, notificó el Ministerio de Defensa.

Los enfrentamientos entre grupos armados, señala la FIP, aumentaron en un 107% en los dos años que lleva Duque en comparación con los dos años anteriores.

Los casos de confinamiento, comunidades que se ven acorraladas por organizaciones armadas, subieron un 193%, según cifras de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

El senador Roy Barreras, presidente de la Comisión de Paz del Senado, resume la implementación del Acuerdo de Paz de la siguiente manera:

“Hay una implementación lenta, absolutamente frágil, la inmensa mayoría de los 13.000 excombatientes que dejaron las armas hoy no tienen proyectos productivos, hay más de 200 firmantes del Acuerdo de Paz que han sido asesinados y vamos para más de 500 líderes sociales que han muerto, incluyendo el número más alto de líderes ambientalistas”.


El legislador también se refirió a la suspensión de los diálogos con el ELN, otro cambio fuerte del Gobierno Duque.

“Cuando no hay diálogo hay guerra”, dijo en entrevista con la Agencia Anadolu.

Añadió que en Colombia se abandonó una lógica de negociación y lo que quedó fue “la toma del territorio por grupos ilegales con el consecuente escalamiento de la violencia”.

El segundo año de la gestión de Duque ha sido copado por la emergencia de la COVID-19.

La pandemia tomó a todo el mundo por sorpresa, pero ha golpeado con especial fuerza a los países latinoamericanos que tienen ciudades sobrepobladas y con altos niveles de pobreza.

Colombia, en relación con países como México, Brasil y Ecuador, ha logrado controlar mejor los contagios.

Duque decretó antes que otros países de la región la Emergencia Sanitaria y la Emergencia Social y Económica. Además, el Gobierno ha asignado COP 6,8 billones adicionales al sector de la salud para la mitigación de la emergencia y está realizando cerca de 30.000 pruebas al día para identificar nuevos casos de COVID-19.

El presidente ha tenido que enfrentar la pandemia con un país atrasado en materia de servicios básicos e infraestructura hospitalaria.

Las fallas y la corrupción históricos del sector de la salud se han manifestado, por ejemplo, en la toma y procesamiento de pruebas COVID-19.

En el país hay más de 11.400 muestras por resolver por parte de las Entidades Prestadoras de Salud (EPS), que se están demorando hasta 72 días para entregar los resultados de los exámenes, según cifras de la Procuraduría General de la Nación.

La Superintendencia de Salud señaló que ya hay 15 EPS con medidas cautelares por fallas en la prestación de sus servicios durante la emergencia sanitaria.

Lo que nos está pasando en el momento actual, demuestra que el gobernante, no ha tomado las decisiones necesarias para controlar la pandemia, que día a día, está tomando más fuerza.


Pero además de los problemas estructurales del sistema de salud, el presidente ha tenido algunas salidas en falso.

Un ejemplo fue impulsar el primer día sin IVA en el que, en un momento crítico de la pandemia, se vieron grandes aglomeraciones de gente buscando comprar productos a bajos precios.

El ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, salió ese mismo día a defender la decisión adoptada por el Gobierno. Dijo que los tumultos habían sido hechos aislados y que la jornada había sido positiva para la reactivación económica y laboral del país.

 
Sin embargo, el segundo día sin IVA se hizo con un mayor énfasis en el comercio electrónico y el tercero, que había sido anunciado, no se realizó.

Carlos Álvarez, médico infectólogo y uno de los asesores del Gobierno para la atención de la pandemia, le dijo a la Agencia Anadolu que, aunque es obvio que cualquier actividad que lleve al desconfinamiento aumenta el riesgo de contagios, “no creo que (el día sin IVA) haya sido el mayor error que se ha cometido”.

Señala que otros hechos, como las reuniones familiares en el Día del Padre, pudieron haber tenido más impacto en el aumento de contagios a nivel nacional.

Álvarez defiende la gestión de Duque durante la pandemia afirmando que el país ha tenido un aumento del 25% en las Unidades de Cuidados Intensivos, un hecho que “ha implicado una labor titánica”. “En este momento los pacientes se han atendido y no les ha faltado ventilador”, dice el experto, quien califica ese hecho como un éxito.

Para el senador Roy Barreras, opositor al Gobierno de Duque, el día sin IVA fue producto de una estrategia improvisada. 

Añade que la actual administración desaprovechó la cuarentena inicial, durante las primeras semanas de la pandemia, y no adecuó con suficiente agilidad el sistema hospitalario.

“Los trabajadores de la salud siguen en más de un 70% sin contratos de trabajo y a muchos les deben hasta 11 meses de salario a pesar de que el Gobierno concentró COP 25 billones de recursos de las regiones para concentrarlo en el manejo de la pandemia”, dijo el legislador.

Para el legislador, la palabra indecisión se puede escribir en mayúsculas para describir la gestión de Duque.

“La contracción económica más grande en los últimos 100 años”

Antes de que comenzara la pandemia, el Gobierno Duque sacaba la cabeza por la recuperación en la confianza inversionista y la disminución de la inflación. El primer punto era una realidad en medio de un agitado contexto social en los países vecinos, mientras Colombia mostraba una fase de aceleración económica importante.

“El año pasado por fin tuvimos un crecimiento del 3% y antes de la pandemia las cifras eran bastantes positivas. De hecho, en febrero, cuando el Dane [Departamento Administrativo Nacional de Estadística] publicó el Indicador de seguimiento a la economía, que está vinculado con la medición del crecimiento del PIB, este era superior al 4%, y seguía consolidando una senda de recuperación luego del enorme choque que sufrió la economía colombiana en el 2014”, afirma Luis Fernando Mejía, director del centro de investigación económica y social Fedesarrollo.

“Esto también estaba jalonado por un aumento de la inversión privada, que nosotros creemos, estaba muy relacionado con las medidas implementadas en la reforma tributaria del 2018 y 2019, que introdujeron un descuento importante para el IVA pagado en los bienes de capital, algo que siempre se había pedido en el país pero que, por cuestiones fiscales, no se había podido implementar”.

Pese a que 2020 auguraba un importante crecimiento económico y mientras las cifras controladas de la inflación también eran presentadas como grandes logros del Gobierno, estas se vieron manchadas por el retroceso en indicadores como la distribución del ingreso, la pobreza y la baja confianza del consumidor. Esto sin mencionar una tasa de desempleo que en enero rondaba los 12.9%, de acuerdo con el Dane.

“Uno de los grandes lunares del Gobierno era el desempleo, que, a pesar de una aceleración gradual de la actividad económica, continuaba aumentado y venía en alza desde el 2015.

 Incluso, en 2019 que fue un año de alto crecimiento económico por encima del 3%, tuvimos un desempleo promedio del 10.5%”, asegura Mejía.

Hernando Gómez Buendía dice:

Un país que se construye a base de mentiras cotidianas acaba por vivir de mentiras permanentes y por eso no puede resolver sus problemas de verdad.

Ese podría ser el resumen de la historia de Colombia y el resumen, además, de las noticias y debates que cada día ocupan a los medios y a las redes sociales que tenemos.

No hablo aquí de las fake news —del chip que nos inyectan con la vacuna o del fotomontaje contra alguna persona—. Hablo de las afirmaciones y los silencios de nuestros dirigentes, nuestros analistas y nuestros periodistas, de las personas que hablan en “la esfera de lo público”.

Su truco —y su autoengaño— principal es el silencio o, para ser precisos, la media verdad.

El personaje no inventa mentiras descaradas, sino que dice algo innegable o que cualquiera puede constatar, pero calla o esconde los hechos relevantes que no encajan con su cuento: lo que dice es creíble, pero no es la verdad.

De esta manera el mensaje es creído por quienes simpatizan con el personaje, pero sus malquerientes rechazan o no aceptan la dosis de verdad que este contenía. Por eso los colombianos hemos vivido siempre divididos entre medias verdades diferentes o, para ser precisos, entre mentiras diferentes.

Ya dije que las noticias y debates cotidianos se reducen a las medias verdades, pero aquí puedo apenas mostrar unos pocos ejemplos recientes sobre las mentiras que nos dicen día por día:

— El presidente dijo que el paro había causado 10.000 muertes por COVID-19. Es indudable que las aglomeraciones multiplican los contagios, pero no existe ninguna base para saber si esos contagios y muertes fueron pocos o muchísimos.

— El jefe de la oposición afirma que “en 2018 el voto en blanco fue una complicidad con el uribismo”. Es obvio que esos 806.311 votos le hubieran servido a Petro, pero en primer lugar no le habrían alcanzado (perdió por más de dos millones de votos) y en segundo lugar muchos de ellos habrían ido para Duque.

— La Fiscalía investiga al alcalde de Cali por su manejo del paro. Hubo errores del alcalde más o menos discutibles, pero eso de por sí no es asunto de la Fiscalía, y otros muchos alcaldes también tuvieron errores.

— Dice el ministro de Hacienda que este año creceremos 6 % y esto, seguramente, es lo que indican los cálculos. No aclara, sin embargo, que habíamos caído 6,8 % o que las perspectivas son tan malas que perdimos el grado de inversión.

— ¡Si hasta la propia Comisión de la Verdad vive de medias verdades! Pastrana anuncia que va a comparecer para negar las medias verdades de Santos, igual que Gaviria y Samper comparecieron para explicarnos los aciertos o los éxitos que a ojos vistas no tuvieron.

Esas mentiras cotidianas alimentan mentiras duraderas. Que el paro fue cosa de terroristas o de jóvenes que sueñan, que fue un triunfo de la gente o que aquí no pasó nada, que el confinamiento fue excesivo o que no fue suficiente, que el tráfico de drogas es culpa de los gringos, que el problema de Colombia es Maduro o el problema es Uribe…

Por eso hemos vivido y seguiremos viviendo —mientras no lo remediemos— de los mitos que producen la violencia y la dificultad para enfrentar y resolver los problemas verdaderos. Son los mitos que exploro y documento en mi libro de historia, actualidad y prospectiva que respetuosamente les invito a consultar.

Me identifico plenamente con este escritito y me atrevo a creer que no vamos a ser capaces de mejorar, mientras sigamos aferrados a las mentiras del gobernante”.

Sopetrán julio 4 del 2921.

Darío Sevillano Álvarez.

 


















No hay comentarios. :

Publicar un comentario